jueves, 7 de noviembre de 2013

La Galleguita -Intrigas-

Tampoco me importa el mío
Y por eso hoy atravesada por una respuesta que recibí ayer de la Dirección de defensa de los derechos del consumidor , por mi reclamo ante el no cumplimiento de la Ley 19640 por Comercial del Sur SRL, no tengo mucha onda para contar.
O mejor dicho, no puedo hablar de otra cosa que no sea esta sensación que se repite cíclicamente en mi vida, y que es la de salir a "boxear la vida". Esta sensación de vulnerabilidad que me hace verdaderamente mal. Creo que, en lo personal, me sucede exactamente al revés que a la mayoría de las personas. A mí me asombran, me producen impotencia, rabia, cada vez con mayor intensidad las situaciones de injusticia, tanto sea para conmigo, como para con los otros. Y digo esto porque, cuando era más joven, arremetía contra los molinos de viento y nada me importaba. Tal vez por eso, no me dolían como ahora tantas injusticias vividas. O tal vez porque era crédula y pensaba que verdaderamente el bien siempre triunfaba sobre el mal.
Quizás muchos y muchas piensen que a esta altura, debería ya haber aprendido como son los hechos en la vida real y correrme a un costado para que la pared no se me caiga encima y ya.
¡Pues es eso justamente lo que no puedo hacer! Ahora que ya no creo el cuento de que el bien siempre triunfa sobre el mal, la verdad sobre la mentira, la justicia sobre la injusticia, de todos modos SIGO APOSTANDO A QUE ASÍ SEA. Y por eso nomás, sigo reclamando lo que creo que es justo. Pero claro, ahora me agobio fácilmente, y me dan ganas de encerrarme en una cuarto a jugar solitario spider y comer kilos de chocolates por horas y horas, esperando que llegue al fin el justiciero y las historias terminen como creo que debiera ser, es decir " ganando  la buena gente"
Como nada de eso sucede, luego de rumiar mi bronca y sin justiciero alguno que me acompañe, me "desencierro", dejo los chocolates, tomo aire y allá voy, de nuevo a por otra batalla...
¡Tal ves, alguna vez en mi vida antes de morir gane la guerra!
Como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? ¡Hasta el jueves próximo! Buena vida.
  Lu
La frase para pensar:
El día que seas capaz de llorar de impotencia ante una injusticia, ese día seremos compañeros.
Ernesto "Che" Guevara
Acá no zafás:
(para eso  me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº  115 de la suelta de mis letritas )   
La galleguita - Intrigas-
“La galleguita” es el nombre del supermercado por el que pasé cada día de los 15 que estuve en la ciudad de Rosario
Supongo que es un nombre bastante común para un negocio de venta de esas características, pero…
Siempre hay alguna razón para que lo cierto se transforme en incierto, lo seguro en inseguro, lo dado por hecho, en deshecho. O, como le gustaba decir a mi amigo Sergio, nunca nada es del todo algo.
Y he aquí el motivo de mi duda: Cada día de los que pasé por allí, a excepción de los dos últimos, estuvo en la vereda, recostado en la pared, un muchacho de unos 30 años, hablando por teléfono, rapidito, entrecortado, suspirando a veces, llorando en ocasiones y hasta, me pareció un día, suplicando…¿Y porqué el "pero"? ¿Qué es lo extraño?
¡Pues que el muchacho en cuestión era chino!  Y bastaba mirar hacia el interior del supermercado, para darse cuenta de que “La galleguita” era un supermercado chino.
Uno de esos días, y de puro curiosa nomás, entré al supermercadito que, a esa altura, ya se había convertido en un imán para mi frondosa imaginación.
Pocos empleados, 2 mujeres en las respectivas cajas, un repositor, en la góndola de los jugos y aguas, una mujer mayor, que supuse sería la encargada de controlar al resto de los empleados, todos de rasgos orientales, a excepción de la señora que atendía la verdulería, que sin dudas, por su vestimenta, su aspecto físico y su tonada era boliviana.
Poca concurrencia de clientes. Eran las 10:30 de la mañana.  Bastante silencioso el lugar, alcancé a oír un intercambio de palabras entre la verdulera y una clienta que averiguaba sobre los precios de la rúcula y el berro. También en el fondo, sonaban voces en ese indescifrable -para mi- idioma oriental en un tono que parecía más bien una discusión. Me asomé, llevada por una sensación irresistible mezcla de misterio e intriga, y vi al “muchacho del teléfono”  y la “supervisora” –que se me antojó a mi lo era- efectivamente discutiendo. Deducción que pude hacer por el tono de las voces, los gestos la mirada de la mujer y el color de la ira en los no cachetes de su interlocutor.

-“Loss papiness mamacita, llévatelos quehan venido buenosss y ahoritastán de ofertass”, acertó a decirme entonces la mujer boliviana, que tal vez haya visto mi actitud de “espía” y por eso nomás me ofreció papines.
Por lo que haya sido, confieso que sentí un poco de vergüenza y desconcierto. Tanto así, que compré dos kilos de papines que no necesitaba, habida cuenta que almorzaba en casa de mi prima, o en algún restaurante aprovechando los económicos, sabrosos y completos menús ejecutivos que ofrecen prácticamente todos los bares, restó y pubs  en los mediodías rosarinos.
Lo cierto es que hecha la compra, no me animé a preguntar ninguna otra cosa que no sea el precio de mi mercancía y, luego de pagar, salí sin emitir sonido del local
Ya en el umbral, atiné a decir –hasta mañana-, y partí sin mas, con la sensación de que ese saludo era premonitorio puesto que fue espontaneo y por algo habría yo saludado de esa manera. 
Sin dudas, debería volver allí al día siguiente. Tal vez, encontraría la punta del ovillo, para develar los misterios que se sumaban en mi imaginario, pues para ese entonces, no solo me intrigaba saber el porqué de ese nombre, “La Galleguita”, sino también quién era ese muchacho, con quién hablaba, lloraba, suplicaba telefónicamente cada mañana, porqué lo hacía en la vereda, afuera del negocio y no desde adentro del mismo, entre otras dudas que, por el momento, me parecían “menores”
Continuará

3 comentarios:

  1. Hola amiga, no entiendo muy bien cual es el asunto de la intro, supongo que tiene que ver con la reciente compra de tu auto. De todos modos yo creo también en la justicia y si no en aquel proverbio (ignoro si viene de China pero casi seguro) que dice: Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo.
    Lo de La Galleguita me dejó intrigada como cuando escuchaba las novelas de Migré, ¿Qué dolor aflije al joven oriental? ¿Cuál es la causa de su desventura? ¿Con quién habla? No se pierda el próximo capítulo de La galleguita y sus intrigas. Me encantó, ansío saber como sigue, besos, Evy

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  2. Hola Lu: Como siempre leí encantada tus dos crônicas.La primera es bien tu misma, Luquijotesca a buscar corrigir lo incorreto! Estás divina em tus decires y emociones. Felizmente no te perdeste em el chocolate pues que tienes que conservar esse corpito hermoso y "enxuto".Aguardo com curiosidade el segundo capitulo de La Bodeguita.Parece una "novela" de la Globo de acá! Vitoria

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  3. AMIGA, ESTOY FELIZ CON TU VUELTA, A LAS LETRITAS, PERO YO ESTOY NI,.........
    ESPERO, ME ATRAPE, LA CONTINUACION, DEL CUENTO .
    BESOS!!!
    LA UBALDON

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