viernes, 28 de noviembre de 2025

Muñeca

  Tampoco me importa el mío

Sale edición de relax. Para ello, pensé que estaría bueno compartir algunos chistes que a la vez funcionan como adivinanzas: los clásicos de "obras en 3 actos".
A ver cómo les va. Voy a poner las respuestas al final de este primer segmento de mi casita de letras. ¿Lo intentamos? ¡No vale copiarse! 😊
1) 1° acto: pasa un chicle en una moto.
    2° acto: pasa el mismo chicle en otra moto.
    3° acto: pasa el mismísimo chicle en otra moto.
    ¿Cómo se llama la obra?...

2) 1° acto: pasa una banana.
     2° acto: pasa una manzana.
     3° acto: pasa una pera.
    ¿Cómo se llama la obra?...

3) 
1° acto: un yogur en una vía.
    2° acto: un queso en una vía.
    3° acto: una manteca en una vía.
   ¿Cómo se llama la obra?...

4) 1° acto: una rana come caramelos y no le convida a nadie.
     2° acto: la misma rana come alfajores y no le da a nadie.
     3° acto: la misma rana embarazada.
    ¿Cómo se llama la obra?...

5) 1° acto: un chinito tomando una taza de té de tilo.
    2° acto: el mismo chinito tomando otra taza de te de tilo.
    3° acto: el chinito en el baño.
    ¿Cómo se llama la obra?...
Ya me dirán, si tienen ganas, si han pasado un momento de sonrisas, si pudieron adivinar algunos, o lo que quieran contar al respecto.
Gracias por pasar,  hasta el viernes que viene o hasta cuando gusten volver.
1) Motochicleta.   2) No pasa naranja. 3) La vía láctea. 4) El que come y no convida, tiene un sapo en la barriga.  5)  Le salió el tilo por la culata.
 Lu
Esa Musiquita  en el recuerdo
                                          Acá no zafás:
   (por eso me hice “bloguera”, para publicarme...entrega Nº618 de la                                                                                suelta de mis letritas)
NOTA: Recordé este relato que escribí hace más de 20 años. No sé con exactitud la fecha pero se que ha corrido mucha agua bajo el puente desde entonces.
¿Muñeca?

Allí estás y no te toco. Nadie te toca, ni siquiera mi hija, que con sus 7 añitos ya casi ni te mira, ya casi ni te quiere, y mirá que pasaron años de…” ¿Me petás mami?”
Y, ¡ mirá que repetí una y mil veces la misma historia! …”No, porque se rompe”…
Allí seguís estando. ¿Será que no te presto porque no presto ni toco mis recuerdos?
¿O será tal vez que al ser el único lazo tangible entre mi pasado y mi presente, temo que te desarmes y se pierdan junto a vos, en mil partículas, mi identidad, mi SER COMO YO, mi historia?...
Es que, sin duda, que seas irreemplazable y única me convierte en una dama temerosa y egoísta, lo cual no es para que me felicites, pero… ¿que podemos hacer para evitarlo? …
No lo sé, pero sí sé que el mirarte, paraliza mis movimientos, aquieta mi mirada, acelera mi respiración.
Y vos, sin inmutarte siquiera, así como si nada ocurriera…tan frágil y tan fuerte, tan cercana y tan distante.
Marcando una época, desafiante, altanera casi, recordándome que el tiempo inexorable, invisible, con sus huellas y su paso transcurre, y yo sólo soy una pasajera del mismo, sin estación final definida ni boleto VIP que me ampare.
Claro que vos ya no tenés tu antiguo esplendor, ni tus ropas a lunares… o tus aros. Los que solo vuelven a mí cuando, ¿recuerdo?... ¿sueño…¿imagino? mis primeros pasos, una tacita de leche tibia o algún caramelo para calmar mi llanto.
Entiendo ahora que si bien ya no sos como entonces, seguís siendo esencialmente única en mis sentimientos.


Comprendo al fin que ya nada es igual a pesar de que ella sigue intacta desafiando al futuro.
Sobrevivió a mi niñez, mi adolescencia, mis miles de mudanzas, hasta que encontré “mi lugar adonde volver”, bajo este cielo, que me cuenta cotidianamente que el horizonte está en el interior de uno mismo, estas montañas que me anuncian que la vida tiene varias laderas, y la sabiduría es sencillamente sortear los obstáculos para poder encontrar la menos escarpada y esta Bahía que mira al poniente y me ancló con su magia para siempre.
Sobrevivió, decía, a mi primer amor y también al último, a los primeros pasos y balbuceos de mi niña, a sus deditos exploradores y ahora que se humedecen mis mejillas con estos pedacitos de lágrima, deseo que también a mi me sobreviva, para que una tardecita cualquiera en otro otoño Ushuaiense, mi hija cuente una historia parecida a esta, a sus hijos, y porque no, a sus nietos, para que puedan sentir así su historia y fortalecer sus raíces, al ver esta extraña, rígida y negra muñeca de yeso.

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