jueves, 20 de octubre de 2011

De sentimientos y soledades


Tampoco me importa el mío
Y por eso hoy quiero hablar de la muerte. De las sensaciones y sentimientos que tiene cada quien al respecto. Ya sé que el tema era seguir con la comunidad La Primavera y la visita del hermano Félix Díaz, pero...¡Será otro jueves! porque el sábado pasó la Parca  abrazó a mi pa y se lo llevó con ella. 
Entonces...los amigos, las amigas, los parientes, la gente en general tal vez tengan en su imaginario que los deudos deben llorar hasta quedarse sin lágrimas, asistir a un velatorio, desarmarse en el dolor cual rompecabezas revoleado por el aire, poner flores en un cementerio...
Sin dudarlo digo que la muerte de un ser querido , causa tristeza, las muertes injustas, dolor y mucho más, la de los hijos..¡ ni siquiera me atrevo a pensarlo! Pero cuando uno acepta que la muerte es parte de la vida y que  la persona que fallece ya la vivió y con creces, bueno pues, en ese caso creo que deberíamos despojarnos del egoísmo de querer que alguien siga poniendo sus pies sobre esta tierra y dejar que partan en paz del mundo de los vivos. Y tómese la palabra VIVOS, en todo sentido. De hecho, a mi hermana la llamaron porque -esto es lo muy triste de la partida de mi pa- lo atropelló un auto y LOS CARANCHOS, intentaron atraparla para hacer un juicio y bla bla bla. (Si no vieron la película Carancho de Pablo Trapero 2010 ya que la traje a cuento, intenten verla)
Esperaba que el teléfono sonara en casa un día cualquiera y fuera mi hermana diciéndome: " Papá no se despertó" y lamentablemente no fue así. 
De todas maneras, y para no caer en lo estrictamente personal, digo a modo de generalidad, cuando una persona ya vivió más de 80 años y su salud física está resquebrajada,  su estado emocional está en la cuerda floja, o la tristeza empieza a ser parte de su cotidiano, cuando algo de eso o todo a la vez, le sucede a un ser que amamos..¿Está mal pensar que lo mejor que puede pasarle a ese Ser es partir? Y luego, creo que lo mejor que podemos hacer los que nos quedamos para sobrellevar la tristeza del adiós, es buscar los mejores recuerdos, sus gustos, sus torpezas, sus mejores momentos y honrar su partida como cada quien crea que es la mejor manera de hacerlo.
En nuestro caso, hiji que ama entrañablemente a su abuelo y yo, al saber de su partida salimos a tomar un té con sendas tortas, tal cual a él le hubiese encantado. ¡Si le gustaba tanto morfar al Quico! Y ya nada podía comer porque no lo dejaban, así que cuando podía, como los chicos, comía a escondidas. 
Y lo recordamos con amor, y reímos ante algunos episodios chistosos vividos con el Abu, y lloramos nuestra tristeza, y lo despedimos hasta cualquier otra vida.
Y  ¡YA! El tren del tiempo sigue su marcha, y nosotras somos sus pasajeras.
Por eso, permítanme en este jueves, esta intro a modo de homenaje a mi Padre, Francisco Miguel Porta, o "EL QUICO", y este saludo como final, que lleva mi más absoluta convicción, porque CREO EN ELLO:
"¡Chau Pa! Al fin te libraste del cuerpo. Te saludo con todo mi amor , adondequiera que estés"


                                               





Hasta el jueves próximo.Y como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale?
Buena vida
 Lu
La frase para mirarse hacia adentro:
La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto. 
Baltasar Gracián
Acá no zafás
(para eso  me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nro 36 de la suelta de  mis letritas!)
De sentimientos y soledades
Esa mañana, Paula Fernández, sintió que al fin todo sería distinto. Pudo ver claramente que ya no soportaba lo absurdo de cada día, que no encajaba esa rutina en su alma, que se sentía libre y con ganas de volar, de viajar, de conocer el mundo, de no programar ni siquiera el siguiente segundo. Sin duda, su esencia volaba alto, se dijo, pero su ser físico no encajaba en la realidad de desempleos y pobrezas, no encontraba la manera de lograr sus objetivos. Y lloró. Lloró al darse cuenta de que los años pasaban, y de que este país, su País, no avanzaba y ella siempre soñando imposibles.
Se enredó nuevamente en el laberinto de sus pensamientos, recordó sus amores, sus aventuras y su nada hoy.  Y siguió a llorando.
Lloró porque no podía soportar esa ausencia de amor y pensó que tal vez el problema no era el país, ni la miseria, ni los chicos de la calle, la política económica, ni los narco chicos o el pésimo sistema educativo, el vaciamiento de su obra social, etc.…etc.
Tal vez, el problema radicaba en que ella no tenía a su lado ese amor que siempre esperaba, ese Hombre con quien compartir sus días de soledad.
Y siguió llorando por no tener “…su amor, su cómplice y su todo…”, como dice ese poema de Benedetti que tanto le gusta.
Los ladridos de aquellos perros vagabundos rompiendo bolsas de residuos y contribuyendo así para que la ciudad, que ella amaba, estuviera más sucia, la sacaron del hilo de pensamientos que la encadenaba a sus frustradas historias de amor.
Entonces, como sucede habitualmente en los complejos laberintos de su mente, se encontró sin querer pensando en las miserias exteriores, lo cual sin duda calmaba su angustia personal y le permitía depositar sus broncas en un costado menos doloroso.
De pronto se dio cuenta de que ese dolor era real, de que su costado izquierdo dolía, de que ella seguía estando en su cuarto, y de que el implacable reloj no se había detenido ni un segundo.Pudo darse cuenta también de que el sol alto le anunciaba…el sol…el sol, se dijo…pero no pudo…el sol…
II
Abrió los ojos lentamente, perezosamente, intentando apagar su despertador para que no sonara furioso y le recordara que debería ir a trabajar, pero no lo encontró. Sólo encontró un botón de llamada a su lado y vio un techo muy claro al mirar hacia arriba.Agudizó sus sentidos, escuchó voces varias, sintió olor a desinfectante barato, pasos acercándose y una voz firme pero dulce, diciéndole: ¿Que pasó m’hijita?
Entonces, terminó de entender lo que no quería.
_ Ignacio Molina, un gustazo y para servirla_ decía ese hombre que le extendía la mano, amigablemente, a modo de saludo. 
En su pulcro guardapolvo blanco podía leerse, prolijamente estampado, en el bolsillo superior izquierdo: HOSPITAL REGIONAL-USHUAIA.
¡Lo había hecho! Finalmente había vaciado el frasco de pastillas “suaves” para dormir sus insomnios, sus gaviotas interiores, sus vuelos por el mundo, su absurda libertad que ya no podía resistir tanta presión de una sociedad “careta”, sus sentimientos que no podía comunicar, porque las personas, pertenecientes sin duda al mundo de lo convencional, jamás entenderían sus conceptos, sus ideas, sus sentires. 
¡Lo había hecho! ¿O no? Tal vez soñaba. Trató de despertarse, restregándose furiosamente sus hinchados ojos, y escuchó una vez más esa voz firme y dulce:
_ ¿Qué pasó m’hijita?…
Lloró otra vez Paula Fernández. En silencio y hasta agotar todos sus pedacitos de lágrimas, mientras el apacible y atemporal Ignacio Molina le palmeaba el hombro y con el ceño fruncido, ojos inquisidores y sus bien peinadas canas, esperaba algún tipo de respuesta. Respuesta que no tenía la llorosa y despeinada Paula que, para ese entonces, sólo miraba el techo y se limpiaba los mocos con el puño de su camisón.
¿Por qué lo había hecho? Tal vez ni ella lo supiera. Sólo pensaba en dormir profundamente, se dijo, ¿A quién explicarle lo inexplicable?...
Volvió a mirar a Ignacio Molina y se sintió mejor. Pensó que tal vez fuera cierto eso que escuchó por allí de las causalidades…tal vez…
Pidió por favor a la enfermera, que entró con aire casual, que cerrara la puerta, que necesitaba estar a solas y que, por favor, no permitiera visitas a su habitación 
De pronto, se dio cuenta de que allí seguía parado ese atemporal Ignacio. Si hasta podía decirse que él era sólo como él mismo, que nada le importaba del protocolo, ni de los años que aparentaba o tenía realmente.
“¡Qué bueno!, es muy interesante”, se dijo, y trató por primera vez en ese interminable día de acomodar sus cabellos, de incorporarse en la cama y de recuperar su despreocupado estilo, del que nada quedaba en ese momento.
_Perdón doc., pero si se queda allí parado mirándome, no creo que pueda decirle nada. 
_Perdón, Paula, pero si se queda allí acostada, lamentándose no creo que pueda ayudarla en nada. La espero mañana, a las 15:00, en la tira 4, consultorio 3”-
“¡Qué HOMBRE!”, pensó Paula, y por primera vez se sintió relajada.
Se “bancó” las rutinas hospitalarias con mejor humor; tomó la medicación que le asignaron sin cuestionar y quedó nuevamente colgada en pensamientos vanos que se desdibujaban, que se convertían en fuertes imágenes, que se mezclaban y terminaban en un laberinto del cual no quiso salir, porque esta vez veía como sus gaviotas remontaban vuelo y como, etérea, flotaba casi sobre ese campo de amapolas que durante más de dos décadas sólo guardó para sí.
Pero ahora estaba allí, sonriente, descalzo, despreocupado, aguardándola, sintiéndola, palpando cada centímetro de su piel, abrazándola, observando su tersa desnudez, Ignacio Molina- psiquiatra. 

4 comentarios:

  1. QUERIDA AMIGA : LA INTRO ME BASTO PARA EL COMENTARIO. NO PUEDO LEER EL TEXTO , LO CUAL HARE EN OTRO MOMENTO.
    NO SABES COMO COMPARTO TU PENSAR Y TU SENTIR . SIENTO COMO SI LA HUBIERA ESCRITO YO.
    LU, ESTOY CERQUITA Y.... TE QUIERO MUCHO.
    BESOS !!!!
    LA UBALDON.

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  2. Comparto con Silvina. BAstó y sobró la intro..Se ve que somos varias las que compartimos la experiencia de la orfandad física de nuestros viejos..
    No tengo dudas de que la muerte es parte de la Vida: así trato de aceptarla. Y qué bueno haber tenido esos padres que nos amaron, sin dudas, a su modo, como supieron hacerlo.. Yo, amo infinitamente a los míos, donde sea que estén.. Abrazo enorme, hermanitas...

    Alba

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  3. PORTA : MUY BUENO EL TEXTO DE ESTA ENTREGA . REALMENTE , COLMO PLENAMENTE MIS EXPECTATIVAS !!!!
    PESE A QUE SABES , NO SON MI FUERTE .
    MAS BESOTES Y........ HASTA EL JUEVES .
    LA UBALDON.

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  4. Lucia, lamento profundamente la muerte de "El Quico", todos los que tuvimos esa experiencia... aunque sepamos que es la ley de la vida y que la disfrutaron a su manera... nuestro egoismo nos dicta que no deberian haber partido y dejarnos solos con nuestro dolor.
    Me gustó mucho el cuento.
    Besos

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