Tampoco me importa el mío
No sé como empezar esta crónica.
Estoy atravesando una etapa conflictiva con el ser que más amo en este mundo que es mi hija, mi energía y pensamientos puestos en eso y no pudiendo concentrarme en estas letras que suelto con gusto cada semana, pensé que era una buena opción tomar fotos de Ushuaia y luego publicarlas junto a una toma del mismo sitio pero de los comienzos del poblado y/o de unos, por lo menos, 35 años atrás. La idea era compaginar un "Así pasa el tiempo..."
Salgo entusiasmada a cumplir mi misión y ¿qué puede haberme pasado?
Perdí la cámara apenas iniciado el recorrido. Se me cayó y cuando volví sobre mis pasos ya no estaba. Un señor me dijo que vio que acababan de levantarla, me dio la descripción de la mujer que la encontró, me dijo hacia donde se había dirigido pero, a pesar de que intenté dar con ella no lo logré.
Ciertamente, cuando algo no anda bien es cuando suceden todo tipo de inconvenientes, así que esperando pase pronto mi mala racha, los dejo con un paso del tiempo "generacional".
Siempre son interesantes los cambios de look, las fotos antiguas. Tengo claro que para quienes las vean no tendrán el mismo valor que para mi, como así también sé que esta improvisación no tiene nada que ver con la idea original que era mostrar el paso del tiempo a través de la ciudad y no de personas que para ustedes no significan nada.
Pero...¡es muy tarde y mis ideas están muy enredadas como para intentar otro tipo de editorial!
¡¡Mil gracias por el aguante!! Al menos, espero, disfruten con la continuación de "Tomás" y les agrade el vídeo.
Salgo entusiasmada a cumplir mi misión y ¿qué puede haberme pasado?
Perdí la cámara apenas iniciado el recorrido. Se me cayó y cuando volví sobre mis pasos ya no estaba. Un señor me dijo que vio que acababan de levantarla, me dio la descripción de la mujer que la encontró, me dijo hacia donde se había dirigido pero, a pesar de que intenté dar con ella no lo logré.
Ciertamente, cuando algo no anda bien es cuando suceden todo tipo de inconvenientes, así que esperando pase pronto mi mala racha, los dejo con un paso del tiempo "generacional".
Siempre son interesantes los cambios de look, las fotos antiguas. Tengo claro que para quienes las vean no tendrán el mismo valor que para mi, como así también sé que esta improvisación no tiene nada que ver con la idea original que era mostrar el paso del tiempo a través de la ciudad y no de personas que para ustedes no significan nada.
Pero...¡es muy tarde y mis ideas están muy enredadas como para intentar otro tipo de editorial!
¡¡Mil gracias por el aguante!! Al menos, espero, disfruten con la continuación de "Tomás" y les agrade el vídeo.
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Mi papá y mi tía- 1930 |
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Compromiso de mis padres (en el centro) mi abuela, tíos y tías -1955 |
Yo. 1958 |
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Con mi hermano- 1960 |
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Con mi hermana.1967 |
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Con hiji-1988 |
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Hiji-1989 |
Mi hija-Mis padres 1989 |
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
¡Ultimo momento!!! recuperé mi cámara, es una gran historia pero esta edición ya está lista. Se los cuento en la próxima...¡Aguante la buena gente! 😍
¡Ultimo momento!!! recuperé mi cámara, es una gran historia pero esta edición ya está lista. Se los cuento en la próxima...¡Aguante la buena gente! 😍
Música en tiempos de covid-19
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 365 de la suelta de mis letritas)
Tomás (continuación)
El policía se sorprendió tanto que no
logró articular palabra, algunos niños y niñas decían
- ¡Seño dijo malas palabras!
Entonces dije, palabra más palabra
menos:
-Tomás se llama Tomás y no Gordito, el
policía en todo caso, al no saber su nombre, podría haberlo llamado “nene”.
Dije también que no estaba
bien lo que había respondido Tomi, pero que él se había enojado tanto por ese
apodo y desvié el tema hacia ese lado: el de los apodos precisamente y
contándonos sobre ellos seguimos nuestro camino de regreso.
¿Y Tomás? Se “pegó” a mi, me dio la mano
y así, muy juntitos seguimos caminado.
Es en este punto que debo confesar que a
mí me dio mucha risa la situación y que ensayé una disculpa con el policía
pero, obviamente, le aclaré “Se llama Tomás”
II
Tomás era un niño muy querible a pesar de
ser muy agresivo.
Por situaciones que a otro niño u otra
niña no molestarían él se ponía violento y arremetía a golpes y patadas contra
la seño, alguno de sus pares o incluso hasta la directora del jardín de
infantes.
Luego, le daban “ataques de
arrepentimiento” se disculpaba y, en ocasiones, hasta lloraba.
Yo fui su seño y fue con el niño que más
aprendí mi profesión.
Fue el que me sacó del molde de mis
prácticas, del “típico rebaño”, fue el que me puso los desafíos más intensos de
toda mi carrera docente.
Desde el inicio de clases, en marzo,
hasta el mes de junio intenté cuanta teoría era de aplicación en esos años pero
no lograba que Tomi dejara de golpear a sus pares, lo cual traía un serio
problema con los padres de esos otros niños.
(Necesito aclarar que “mi” Tomás a las
nenas no las golpeaba. ¡Punto a favor!)
Entonces
un día, puse en práctica mi sentido común
más allá de cualquier teoría estudiada hasta el momento.
Le avisé durante varias jornadas:
-Tomás, a los nenes les duele ¿por qué
mejor cuando estás enojado no probás con sacarte el enojo pegándole a la pared?
Esa y otras tantas “fórmulas de
persuasión” usé pero… ¡Nada! Entonces empecé a advertirle
-Tomás, si vos seguís golpeando a tus
compañeros ellos un día te van a golpear a vos.
Y llegó ese día. Recuerdo que estaba muy
enojado esa mañana y había hecho llorar a un nene de la sala.
Estaba sentado en el piso y, como pude,
lo sujeté de sus manitos gordas y dije:
Bueno!! Todos a mostrarle a Tomi que feo
se siente cuando nos pega.
Y allí fueron, los pocos que se animaron,
a darle “un golpe”, que más que golpe era una caricia de lo rápido que lo
hacían y volvían a sentarse en la ronda.
Era claro que iba a suceder eso, le
tenían “miedito” a Tomás y, por otro lado, lo querían mucho.
Pero… ¡el efecto fue maravilloso!
A partir de entonces, Tomi se convirtió
en el ángel protector de todos sus compañeros y todas sus compañeras.
Eso sí…de vez en cuando golpeaba las
paredes o, en el patio, a algún niño de otra sala que molestara a alguien de su
grupo de “Sala Amarilla”
A partir de entonces también,
fortalecimos nuestro vínculo de modo tal que estando ya en primer grado, fue a
una escuela que quedaba enfrente de mi casa, pasaba a la salida de clases a
dejarme dibujitos- que aún conservo- y, en ocasiones, a contarme que lo habían
mandado a la dirección y le habían hecho firmar “el libro de disciplina”…