jueves, 26 de mayo de 2011

Recuerdos de infancia

Tampoco me importa el mío
Y por eso hoy voy a tratar de ordenar algunas ideas que se atropellan locamente en mi aturdido cerebro. Como ni siquiera sé por donde empezar, me voy a retrotraer al pasado (aunque no me importe). Exactamente al año 1983, y nos vamos a ubicar en una sala de 20 niños de 4 años, la mayoría -como yo -recién llegados a esta Ushuaia aldea, nevada y fría...¡pero tan cálida ! Allí veo a Florencia, Mariela, Cristian,  Juana y  Javier (el "y" es porque estos dos maravillosos niños vivieron ese año el romance más apasionado que jamás haya visto ni vivido yo en mi vida, pero esta bella historia, es harina de otro costal, así que la dejaré para otro momento) Muchos niños chilenos, y otros de distintas provincias argentinas. Está también Francisco Javier, niño jujeño, morocho, regordete y de ojitos achinados, con una maravillosa familia, respetuosa y colaboradora, como casi todas las familias de aquella época. Y allí, en un lugarcito de la ronda...¡NAMI!, con sus enormes ojos, achinados también, su cara redonda, sus trenzas tan prolijas recogidas sobre la cabeza y esa ternura infinita ...¡como todos los niños y niñas entonces y ahora!  Nami, niña coreana y la más pequeña (cumpliría los 4 recién en junio), Nami, que ingresó sin hablar casi español y que terminó el ciclo lectivo hablándolo de maravillas.Recuerdo ahora cuando en los albores de la democracia empezamos a reclamar nuestros derechos, y un día de paro, llegó Nami con su abuela, que creo yo, jamás aprendió el español, y teníamos que explicarle que no había clases...¡Hubieran visto a Nami siendo nuestra intérprete! Me emociono, créanme en este instante...
Nadie enloqueció entonces, ni la pequeña se aisló...ni hice un curso acelerado de coreano y mucho menos sentí pena por ella. Le di la mano y todos los niños y niñas de la sala celeste hicieron lo mismo, y entre ellos no había barreras, y así plácidamente, con amor y paciencia entre el Jardín y su bella familia esta niñita aprendió el idioma del país que la recibía, generoso y amplio, sin por eso dejar de hablar el suyo, sin por eso conflictuarse con su origen....
Y nadie hablaba por esos años milicos sobre "trabajar para la diversidad" y bla bla bla....¡Pero estábamos quienes lo hacíamos sin siquiera pensarlo como una hipótesis!
Digo...¿dé que sirve el discurso hoy si hay tantos y tantas docentes discapacitados para poder llevar a la práctica tanta teoría apretada en libros y voces?
Supe de un par de niños quechuas que fueron llevados al gabinete psicopedagógico por sus docentes ¡porque no hablaban! ¿No pudieron siquiera intuir esos docentes que los niños no hablaban porque no sabían español? En sus casas no lo hablan.
Eso por un lado, y por otro, si tuviéramos los ojos bien abiertos y el corazón listo, podríamos darnos cuenta que las gentes en el altiplano son de pocas palabras, mucho andar y trabajo sacrificado.
Siento que tengo tanto para decir sobre este tema, pero como no me va a dar el espacio, prefiero dejar hoy estos escritos a modo de presentación, y el jueves próximo, si me permiten, escribo una segunda parte, para ver si logro completar mi idea, sobre trabajar con la diversidad y sobre la transculturación.
Aquí nosotros, sala celeste TM del  Jardín Nº 2 Año 1983
Gracias por leer mi blog, hasta el jueves próximo y ¡Buena vida!
             Lu
La frase para mirarse hacia adentro:
Vos arrancá el camión, que los melones se acomodan solos
                                                    (Frase que me dijo una amiga, y me parece una genialidad)
                                                                                                      (Supongo que es una frase "anónimamente popular")
Acá no zafás
(para eso  me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº 14 de la suelta de mis letritas!) 
Recuerdos de infancia
Mujer biónica, le decían a mi abuelita, y por ese entonces yo no sabía muy bien porqué.Recuerdo que cuando se lo preguntaba a mi mami, me decía sonriendo: “es una broma que le hacemos, pero no es nada, sólo chiste...”
Entonces imaginaba yo mil y unas historias, que siempre concluían en lo mismo: Mi abue era una súper mujer maravilla. ¡Una heroína!
Así que, orgullosa que estaba de ella, no podía seguir guardando mi secreto y decidí compartirlo con mis compañeras y compañeros del cole. Muy seria y emocionada, tal cual la circunstancia lo ameritaba, los reuní en un recreo y les dije que estaba a punto de revelarles un gran secreto. No sé que fue de mi alocada cabecita de niña, pero si sé que ante la audiencia sorprendida y expectante me sentí el centro del universo todo. Me envalentoné entonces contando una historia en la que no escatimé detalles románticos y de mil colores, pero que básica y claramente mis oyentes quedaron estupefactos al enterarse que yo, (la cuatro ojos) tenía una... ¡ABUELA BIÓNICA! que con solo extender su mano podía detener un tren.
De cualquier manera, y como siempre pasa, en aquel grupete, se formaron dos bandos a saber: los que me creyeron a pie juntillas y los que no. O sea, el bando de “ojos muy abiertos, de sorpresa y admiración y el bando de “risas y carcajadas burlonas”
El problema se presentó un día de acto escolar- que por alguna razón hasta hoy los detesto- al que orgullosa fueron mi mamá con mi abuela, para verme recitar no sé que versito de las palomitas de la paz...
Antes de que pudiera siquiera empezar la celebración, esos chicos que nunca faltan, los de “risas y carcajadas burlonas”, hicieron un cordón humano, se amontonaron como veía amontonarse a mi hermano y sus amigos cuando jugaban al rugby, y corrieron con tal velocidad y fuerza a enfrentarla, que en menos de un abrir y cerrar de ojos, la pobre abue quedó desparramada en el piso.
¡El revuelo que se armó! Mi mamá pedía auxilio, la señorita corría llamando a la directora, la directora, corría intentando atrapar a “esos salvajes” –según escuché que decía- “esos salvajes” corrían por entre la gente que estaba llegando para compartir el acto, tratando de no ser atrapados por la directora, con caritas de mucho susto, coloreadas sus mejillas y soltando frases más o menos así: “Te dije que no era biónica”, -“No, yo lo dije primero” –“ Mi papá me va a matar”-
¿Y mi abuela? Logró incorporarse un poco, de modo tal que quedó sentada en el piso, desde donde observaba divertida la escena, y esperaba que se calmaran los ánimos, para pedir que alguien la ayude a pararse, mientras decía:” ya, ya, si no me lastimé, está bien, tranquilícense, que no pasa nada. Fue solo un susto, pero está bien, siento que la prótesis de mi cadera sigue intacta y en su justo lugar. Sigue allí, tan bien ubicada, que esta noche cuando me acompañen al aeropuerto, van a oírla sonar en el mismísimo instante en que pase por los controles de seguridad...”
Al fin y después de tanto alboroto comprendí porque a mi linda y simpática abuelita le decían ¡MUJER BIÓNICA!
                                               Lu nov/09

4 comentarios:

  1. Aguante la abuelaaa!!!! Buenisimos y ocurrentes como siempre tus cuentros, historias y relatos.
    Con respecto a tu "intro"...falta tanto amor...las cosas son simples, no entiendo porque muchos complican tanto las cosas! o yo sere tan complicada que no entiendo muchas situaciones de esta vida....
    En fin...besos Lu y siempre es un gusto leerte.
    Yami

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  2. LUCIA:ME ENCANTO TU PRIMER ESCRITO. ME REMOVIO MIS PROPIOS RECUERDOS.....
    CUANTAS COSAS VIVIDAS EN COMUN AMIGA !PERO HAY UNA GRAN DIFERENCIA,VOS SABES COMO EXPRESARLAS . TE ADMIRO !ES UN PLACER LEERTE . GRACIAS !
    LA UBALDON .

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  3. Lucía, a pesar de que nos encontramos en este atardecer de jueves literario, (lo digo por lo del taller), no puedo dejar de leerte. Realmente encantador el relato de tu pasado docente, (que admiro)y luego el otro, el de la abuela, impagable. Eso me recordó que pronto yo seré algo así como la mujer biónica, con rodillas de titanio. Gracias por escribir tan lindo. Besos, Evy

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  4. ¡ Qué lindo encuentro entre Nami y vos Lucía! ¿ Casualidad?..¿ Destino?Seguramente Nami, hoy una jóven, podrá dar a otros lo que a su vez le fue dado. Recibir el don de ser docente y darse cuenta es simplemente maravilloso. Me emocionó acordarme de esos tiempos tan intensos. Un beso. Estela

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