viernes, 14 de marzo de 2014

Los mails no se ponen amarillos

Tampoco me importa el mío
Por eso hoy, que el relato que publico es un tanto más extenso que el de los últimos post, voy a escribir una breve intro.
Por eso y, porque hoy mi tiempo es breve, porque estoy luchando con una somnolencia que amenaza con dejar caer mi cabeza sobre el teclado en el próximo minuto, porque salió el sol después de varios días de lluvia y el atardecer me invita a salir al aire libre. ¡Y amigos y amigas la verdad es que prefiero dormirme sentada en el jardín de mi casa antes que con el mouse en la mano!
Varios son los temas que tenía previstos. Entre otros, la locura ambiciosa de esta sociedad, los padres que pierden a sus niños en el bosque de Ushuaia, la imperiosa necesidad de modificar la ley de jubilación, los abruptos cambios climáticos.
Pero, dadas las circunstancias, voy a contar un detalle de color, una anécdota sobre la cual trataré de averiguar más en los próximos días. 
Tiene que ver con una costumbre ancestral de los pueblos quechuas. Supe que cuando nacen los bebés, les ponen piedritas en las manos, que naturalmente los recién nacidos aprietan. Ese sencillo acto tiene un gran significado: Que el niño o niña recién nacido tenga manos fuertes. Eso es lo que me contaron.
Lo que voy a averiguar es el porqué. Aunque, conociendo la voluntad de trabajo de estos pueblos, lo duro y agotador de esos trabajos, imagino que por allí debe pasar este ritual. ¡Vaya si necesitan manos fuertes!
En ese sentido, pienso -y pueden criticar si quieren mi tono irónico-¡que bien que vendría que se instale esa costumbre aquí, en Ushuaia!
El sitio justo donde pareciera ser que al menos un 70% de la población sólo quiere dinero fácil...todos quieren ser caciques...nadie quiere empezar desde el llano.
Como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? ¡Hasta el viernes próximo! Buena vida
 Lu
Frases para pensar:
Epicuro
Tacito
George Sand
Acá no zafás:
(para eso  me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº  132 de la suelta de mis letritas ) 
Los mails no se ponen amarillos
365 mails le escribió.
Cada día, durante un año. Durante el frío invierno, en los verdes días primaverales, en los largos días de verano y durante ese otoño apresurado.
Siempre un mail diario. Le contaba historias, a veces chistes, otras le hablaba de sus sentimientos, o describía como había transcurrido su día. En ocasiones le repetía que tal vez él nunca leyera esos mensajes, pero de todos modos, ella le escribía por el placer de escribirle, por el placer que le provocaba pensarlo.
Nunca, en ese año recibió una respuesta. Sin embargo, cada vez se entusiasmaba más, y hacía gran despliegue de su creatividad a la hora de escribir. Era un momento secreto, idealizado…Tanto, que terminó siendo un ritual de cada día. Y buscaba ansiosa el momento libre para encerrarse en su atelier y teclear como en éxtasis cada palabra, cada signo de puntuación…cada sueño, cada utopía.

En tanto su cotidiano, su “vida paralela” continuaba como la vida de cualquier mortal. Con sus idas y vueltas, sus alegrías y sinsabores, sus amores y desamores.
En tanto también, algunas veces se encontraba con el destinatario de sus mails. A veces casualmente otras no tanto. Compartían un café, un saludo cordial y un “hasta pronto”. Luego él volvía a sus rutinas y ella hacía lo propio.
Una de esas veces, que no fueron más de 10 en el transcurso del año, ella preguntó como al pasar nomás, si no usaba más su casilla de correo. La respuesta, fue incierta...Fue un psii, que más parecía un NO así de rotundo.

Y el mail número 365, fue el último que le mandó.
Durante esos 365 días había estado organizando sus asuntos, como para poder partir en busca de nuevos horizontes. 
Cerró su valija y se fue. Sus amigos se alegraron por ella.
Y fue entonces, que alguien le contó a él sobre estos acontecimientos. Y, también entonces,  él se acordó de aquella pregunta como al pasar, y con el corazón latiendo más que siempre, fue a su computadora, abrió su correo… ¡y en ese instante pudo ver lo que antes no quiso!

365 mails leyó.
Cada día, durante un año. Durante el frío invierno, en los verdes días primaverales, en los largos días de verano y durante ese otoño apresurado. Siempre un mail diario
Durante esos 365 días había estado organizando sus asuntos, sin dejar de pensar en ella, y en esa frase no por hecha, menos cierta: “No hay más ciego que el que no quiere ver”
Colgó los hábitos y se fue. Los parroquianos se alegraron por él.

Partió en busca de nuevos horizontes. No de ella…
Una semana antes de renunciar al sacerdocio, recibió el mail número 366:
“Luego de compartir 365 días contigo, no puedo menos que anunciarte mi próxima boda.
Si hubiera estado en Argentina, te habría elegido para celebrar mi matrimonio ante Dios”
"Te mando un abrazo desde Bretagne"

3 comentarios:

  1. LU. UN PICADITO LA INTRO. EL TEMA DE LAS PIEDRITAS Y SU PARALELO CON USHU, BUENO. COINCIDO CON VOS, EN ELLO.
    EL RELATO, BELLISIMO, DEJA UNA SENSACION, ESPUMOSA !!!!!
    TE QUIERO.
    LA UBALDON

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  2. 2-Compañerita de pilates!!.Yo tambien estoy aplastada luego del almuerzo, jaja, pesadito, creo q me dormiré en la clase de pintura.jaja. Me encantró y quedó nomás ese titulo, esta muy bien!.Y...si nos podriamos perder de algo muy importante !!! , al no leerlos tanto tiempo, como paso en tu relato.
    un beso.hasta pronto.
    17 de marzo de 2014.

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  3. Como me pasa a veces, atrasada. Pero vale. La intro es para meditarla largamente, hay cosas que una no entiende, cómo puede perderse una nena en un bosque, caminar un montón de cuadras, estando rodeada de adultos. Es increible pero sucede. Las frases para pensar son... demoledoras. Y qué decirte del relato, me quedé como decían las viejas de antes... pasmada. Excelente, el final inesperado y de gran efecto, como en los buenos cuentos, bah, como en todo lo tuyo, besos, Evy

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