viernes, 9 de mayo de 2014

Misteriosa noche

Tampoco me importa el mío
Por eso hoy voy a hablar de que si bien no me importa TU pasado, sí me importa en tanto colectivo social y en ese sentido elijo "no volver al pasado". Esto en relación a la polémica instalada a nivel nacional sobre SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO.
Tengo demasiadas razones para fundamentar mi opinión al respecto, pero, encontré una nota en la que Ramiro Giganti de ANRED (agendcia.de noticias.redacción) expresa bastante claramente mi sentir al respecto.
Copio y pego un solo párrafo aquí:
“Pero la colimba te hace más hombre” era otra de las frases célebres que circulaban en aquellos años, incluso por jóvenes algo asustados del futuro sorteo que podría condenarlos. ¿Qué sería ser “más hombre”? ¿Más heterosexual, o más hábil para reprimir su homosexualidad si es que la tiene? ¿Menos afeminado? ¿Más machista? ¿Más bruto? ¿O más sumiso al sistema y las autoridades por mas repudiables que estas sean? Frases absurdas de “sentido común” en tiempos donde la homofobia, por ejemplo, no solo era un derecho sino una obligación… al igual que el machismo burdo que hoy sigue presente, donde un par de tetas operadas valen más que el pensamiento.-
Y les dejo el link, por si les interesa la nota completa. En ella, hace historia respecto a como surge y como se encuentra hoy el tema del servicio militar en Argentina. 
http://www.argenpress.info/2014/05/servicio-militar-obligatorio-otro-chivo.html
Lo que me parece verdaderamente terrible es el desafortunado comentario del senador nacional por el MPF Jorge Garramuño, quien dijo: "como obligatorio no lo apoyaría ni lo instauraría", aunque admitió que "puede ser aleccionador y formador, del carácter de muchos jóvenes que hoy tienen su camino perdido".
En este caso, la nota completa pueden leerla en:
http://www.24horas.com.ar/noticias/val/3878-42/garramuao-no-apoya-el-regreso-del-servicio-militar-obligatorio.htm
Y me permito tomar prestado otro párrafo de la nota de Giganti, quien dice:
El castigo, como reduccionismo, como chivo expiatorio, como evasiva al problema de fondo. El castigo, para mantener un sistema injusto, para evadir cuestionamientos. El castigo, como recurso de adultos ignorantes para castigar a los pibes. El castigo, como regreso de la brutalidad animal para imponerse sobre la razón. La incorporación de delincuentes en las fuerzas de seguridad, tan bien recreada en la película “La Naranja Mecánica”, pero saliendo de la ficción muy empleada en la realidad donde el policía muchas veces se confunde con el delincuente, o directamente es la misma persona...
Agrego que el castigo no soluciona nunca ningún conflicto. En tal caso, reprime y genera odio. Y los chicos "ni -ni" como leí por allí que los llaman ya tienen suficientes problemas. Creo que el estado debería ocuparse de lograr igualdad de oportunidades y mejorar la educación desde la práctica -no desde el discurso ni de bolsones de comida o planes de trabajo - y buscar soluciones plausibles. ¡Y ni hablar de la necesidad de revisar con urgencia todas las falencias y pésimas condiciones en que se encuentra el sistema carcelario!.
Siento que si los pibes van a la deriva, es porque hace años que no tienen modelo y, por siempre voy a insistir, "los pendejos" término que usan despectivamente muchos adultos, no llegaron acá de otro planeta. ¿Que pasa entonces con la familia primaria? ¿Qué pasa con el NO MODELO? 
El tema de los adolescentes y jóvenes sin duda tiene mucha tela para cortar, y creo que ya empiezo a enredarme. Por eso esta intro llega a su fin.
Como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? ¡Hasta el viernes próximo! Buena vida

  Lu
Frases para pensar:
"Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera"
Jean Paul sartre
Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto
Martin L. King
Acá no zafás:
(para eso  me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº  137 de la suelta de mis letritas ) 
Misteriosa noche
Cada noche, al regresar a su casa sentía una extraña sensación en el preciso momento en que giraba la llave en la cerradura.
Imaginaba que alguien aparecía en medio del silencio y la empujaba bruscamente en el instante en que ella abría la puerta colándose así al interior de su vivienda.
Este pensamiento se esfumaba casi tan velozmente como aparecía, pero era tan intenso que la dejaba con el pulso acelerado y la respiración entrecortada.
Llevaba casi un mes angustiándose por unos minutos cada noche. Tanto que pensó en llamar a su terapeuta y solicitar una entrevista.
Seguramente, en un par de sesiones,  podría descubrir cual era el motivo real de su miedo, encubierto en ese terror nocturno en el preciso momento de entrar a su casa.

Fue por ese entonces, cuando regresó una noche más tarde que de costumbre.
Era una noche de sábado, oscura y con fuertes ráfagas de viento helado. Se sentía lúgubre el barrio,  bajo los chiflidos de esa ventisca arrolladora. ¡Pura Patagonia!, pensó, mientras introducía la llave en su puerta y el terror comenzaba a adentrarse en su mente. Había olvidado de dejar una luz encendida, lo cual aumentaba su ansiedad y miedo. A punto tal que se le trabó la llave y no podía extraerla de la cerradura
No podía pensar, ni articular movimiento alguno. Durante esos segundos eternos comenzó a transpirar. Ya casi sin aliento entró por fin y antes de poder cerrar la puerta, sintió que alguien se deslizó a la altura de sus piernas.
Petrificada y taquicárdica, quedó en el medio de la sala. Intentó prender la luz, intentó gritar pidiendo auxilio pero no pudo. Sentía la presencia a su lado…muy cerca…si hasta podía oír, su respiración…y sentía el aliento a la altura de sus caderas.
Tuvo un momento de lucidez entonces y comprendió que quien quiera que estuviera a su lado, no podía ser humano. Alcanzó la luz y lo vio… Un enorme gran danés, oscuro como la noche, con las narices húmedas y los ojos tristes, que para ese entonces se había echado a sus pies como pidiendo asilo.

La despertó la tibieza tímida de un sol de invierno. El viento había calmado y nada quedaba de su furia nocturna. Se desperezó y se sintió feliz de haber salvado a ese enorme, pero indefenso, can de quedar a expensas de la inhóspita noche.
Sonrió al pensar que, al menos ese domingo, estaría acompañada. Por la tarde, publicaría en facebook la foto de Intruso, nombre que inventó para el gran danés, dadas las circunstancias.

Adormilada aún, bajó lentamente las escaleras y se dirigió al lavadero. Sitio que había escogido para que pasara la noche su huésped.
Es muy silencioso o aún duerme, pensó antes de abrir la puerta y observar, pasmada, que allí ¡sólo estaban su viejo lavarropas, el tender y los cachivaches de siempre!

1 comentario:

  1. Lu, antes de comentarte me tomé el trabajo de leer la nota completa en el link que indicaste. En sí es bastante acertada la opinión del periodista,aunque mezcla un poco las cosas donde dice que todo esto va a camino a una militarización/ represión. No es esa la idea, creo. Lo que me parece es que nadie encuentra la solución para poner en «vereda» a los pibes que se rebelan contra las antinomias educativas de otro siglo, donde se los considera adultos para algunas cosas y «pendejos» para algunas otras. Pienso como vos, que la cosa pasa por la igualdad de oportunidades y por la familia que hoy en día parece naufragar en el mar de la indiferencia, la gran mayoría de los adultos se niegan a dejar de ser jovenes para convertirse en maduros espejos de las nuevas generaciones, usan sus mismas ropas, sus modismos linguísticos, y se convierten en compinches en lugar de padres o tutores. Eso es lo que falta, una imagen y un ejemplo que los chicos puedan seguir, una vuelta a los valores perdidos, que no valga más un par de tetas operadas que el pensamiento como dice Ramiro, que tener plata de cualquier manera sea lo que más se ve en los grandes, es decir la corrupción de una sociedad que solamente piensa en tener y no en ser. El castigo no sirve, hubo épocas en que esa era la forma de «enderezar» a un insurrecto joven que contravenía la autoridad familiar. Soy enemiga de la violencia, pero pienso y digo por propia experiencia que un chirlo o una bofetada en el momento justo pueden cambiar la historia, ojo, nada más que uno.
    El tema da para una crónica completa de cien páginas, lo que rescato es que nos importe por lo menos a nosotras dos, ya es algo.
    El cuento, te salió perfecto, corto, conciso, concreto, con la el suficiente suspenso, lindo desarrollo y un final de «cuento» o sea el desenlace inesperado. Como Gardel, (salvando las distancias lógicas) cada día escribís mejor, besos, Evy

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