viernes, 27 de agosto de 2021

Nostalgiándome

 Tampoco me importa el mío
Finalmente, el lunes 23 ¡por fin! logré recibir la segunda dosis de sputnik.
Podrían habérmela aplicado antes de viajar pero por capricho del destino o más que eso capricho de la doctora a cargo del operativo en mi ciudad, sumado a que no estoy en su lista "vip" no logré que me vacunaran para así poder viajar más tranquila.
Tal vez alguien se pregunte -¿Y? ¿Cuál es? 
Tal vez de quienes por aquí pasan habrá los que han viajado y han podido estar absolutamente despreocupados aun sin haber completado el esquema.
Pues
¡quisiera saber si es que así fue como lo han logrado!
Yo no pude. Estaba atenta a las normas de cuidados, a los protocolos. 
Y no fue fácil. No fue fácil abstenerme del abrazo con cada uno y cada una de mis parientes. De hecho, rompí la regla con Martín y Giorgina.
Él es el hijo de una prima mía que amé profundamente y que falleció de cáncer  y ella es la nieta de otra de mis primas. 
Ambos son jóvenes, bellos, cariñosos, adorables y fue imposible contener el abrazote. 
Disfruté de mi estadía en María Susana. 
Claro que sí, pero por ejemplo, en ocasión de juntarnos intentaba siempre que el número de personas fuera reducido y que estuviéramos en sitios ventilados. 
Por ejemplo, uno de mis primos me dijo que llamaría a sus hijos e hijas para que al día siguiente nos juntáramos a cenar en su casa. 
-Ok, dije y me fui tranquila a dormir.
¡Cómo les cuento que casi no pude esa noche!
Es que llegada a la casa donde me alojaba, caí en la cuenta de que si nos juntábamos con toda su descendencia, es decir hijos, hijas, nietos y nietas más yernos y nueras, seríamos más de 15.
Por suerte, al día siguiente me llamó y me dijo que solo estarían sus hijas e hijo. Al comentarle yo la nochecita que había pasado pensando en que seríamos demasiadas personas juntas en un lugar cerrado, me contó que justamente por eso sus hijas habían decidido ir sin sus respectivas familias.
¡Genial!
Una escena similar viví en San Jorge, localidad cercana a María Susana, estando en casa de mi amiga Cecilia. 
Fuimos a cenar al restaurante de uno de sus hermanos y al llegar y comprobar que estaba su capacidad al tope y que no había ni una hendija por la que entrara aire me sentí muy incómoda.
Tanto que mi amiga prefirió que nos fuéramos a comer a su casa. 
Y todo ese temor al contagio en verdad me lo provocaba saber que no estaba con el esquema completo, que la cepa delta avanza en mi país y, para colmo, se inició en Córdoba, provincia limítrofe a Santa Fe y entre las que hay mucho tráfico habitualmente.
Como sea, me alegra haber ido pero aun lamento que no me hayan dado la segunda dosis antes de partir lo cual fue verdaderamente injusto y desagradable.
También sé desde el día cero que si me tiene que tocar me va a tocar más allá de los cuidados que tenga, pero una cosa es estando en mi casa, en mi ciudad y otra muy distinta hubiera sido "pescarme el bicho" lejos de ella lo que hubiera causado un inmenso trastorno a quienes me han recibido con tanto amor.
Felizmente se amplía el universo de vacunados y vacunadas, felizmente ya se avizoran tiempos mejores, no sin el bicho, pero poco a poco dejará de ser tan agresivo. 
Y, como siempre veo el vaso medio lleno, no soy de las que ve un futuro negro y desalentador al respecto.
Soy de las que creen que pronto recordaremos estos dos años como una mala película, que seguramente deberemos vacunarnos cada año, que habrá siempre un caso acá y otro allá como hay aun hoy tantas enfermedades que en algún momento fueron peste y que en determinados países y/o ciudades no lograron ser erradicadas por lo que hay un calendario de vacunación que se debe seguir según el sitio en que cada quien viva.
Calendario al que, sin dudas, será incorporada la vacuna "anticovid"
Bueno...Sin querer salió "edición dedicada al mal bicho" pero, en todo caso, rato hace que no hablaba de él, así que espero no los haya aburrido hoy con el temita.
Prometo eso sí que no habrá "nuevos capítulos" sobre el mismo. Este es el punto final en lo que a mi respecta.
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cuando gusten volver.
 Lu
Música en tiempos de covid-19
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº409 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Encontré en mi archivo un "nostalgioso" poema que me gustó y versioné de esta manera:
Nostalgiándome
Esta desazón de hoy 
y mi nostalgia de siempre...
De lo que pudo haber sido
de mares no cruzados
de montañas no escaladas
de atardeceres perdidos
de cielos no mirados.

De brazos que abrazan
de cuerpos entrelazados
De pies descalzos
siguiendo mis huellas.
en caminos no explorados.
De libros no leídos
palabras no dichas 
y cuentos no narrados.

Esta soledad 
-mamarracho insolente
de horas perdidas-
me provoca nostalgia
del  amor que no asomó.
de amaneceres rosados
del café  - para dos -
por las mañanas
 y de algún beso, robado...

viernes, 20 de agosto de 2021

Infancia patagónica

Tampoco me importa el mío
Estoy de regreso!
Me cuesta mucho volver a mis rutinas, reorganizarme, desarmar la valija. Suele ser muy notorio este suceso cuando cambiamos de uso horario. Conocido es el "trastorno de jet lag"
¡Pero no es mi caso!
Claro está que viviendo en "el fin del mundo", no tengo conexiones veloces y eficaces con el resto del país.
Vale decir que siempre, vayamos adonde sea que vayamos, tenemos que pasar por Buenos Aires. 
Hasta allí vuelo directo, duración tres horas veinte. No es tanto. 
Pero...
que el viaje sea más o menos largo a partir de allí, dependerá del sitio al que te dirijas.
En mi caso, tuve que hacer conexión con un transporte terrestre de servicio "puerta a puerta" que salía de Aeroparque de la ciudad de Bs As a las 13 horas...
Mi vuelo se demoró en partir 15 minutos y...¡Llegué a la ventanilla de la empresa a las 12:55!
De todas maneras sabían que tenían una pasajera en ese vuelo ya arribado de Ushuaia, me hubieran esperado cinco minutos más.
¡Pero vaya manera de "cortar clavos"!
Ya en la ciudad de Rosario estaba esperándome mi primo Enrique para llevarme hacia mi destino final: María Susana, en la provincia de Santa Fe.
Es una comuna de 3700 habitantes en la cual, obviamente, todos se conocen y al menos 100 deben ser parientes míos. 😂😂
Dista 147 km de la ciudad de Rosario y es un pueblo de campo, típico de nuestra "Pampa húmeda".
En fin, ya me fui por las ramas.
Solo quería decirles que al fin, contando desde que salí de mi casa hasta que llegué a la casa de mi primo... ¡Pasaron 12 horas!
Ni mas ni menos el tiempo que tarda un vuelo directo de Buenos Aires a España, por ejemplo.
Para el regreso me fui a dormir a Rosario el día anterior al vuelo, al departamento de mi prima Stella. Por allí pasó a buscarme el "servicio puerta a puerta" y el resto ya pueden imaginarlo.
Como sea y vaya a saber por qué, tengo síntomas coincidentes con los que suelen afectar a algunas personas luego de un viaje atravesando diferentes husos horarios. (Yo nunca lo he sufrido)
A saber:
Somnolencia excesiva
Fatiga durante el día
Dificultad para concentrarse o desenvolverse al nivel habitual
Problemas estomacales, estreñimiento o diarrea
Sensación general de malestar
¡Vaya! ¿Será que en estos dos años sin poder volar he perdido mi ritmo viajero?
O
¿Será simplemente que "los años no vienen solos"?
Todo este prólogo fue para decirles que no me siento bien, que hasta he pensado en no publicar pero que ¡no puedo no hacerlo sabiendo que me despedí hasta el viernes 20 de agosto! 
Puede que sea un "toc" pero "palabra empeñada palabra cumplida". Así soy.
Y aquí lo más importante que debería haber dicho al principio.
¡Lo pasé genial! Allí por fin con mis primos, primas, sus hijos e hijas, nietos nietas y hasta bisnietas.
Ya lo dijo Cortázar: "las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma"
¡Qué lindo sentir tanto amor! Tanta gratitud, porque un poco era eso: 
"¡Gracias por venir Lu!" como si por ir a visitarlos hubiera hecho yo una gran obra.
¡Al fin mucho sol! Amé tanta luz, la necesitaba.
Pero...¡el frío me persigue! De los 10 días, durante 8 hizo más frío que en Ushuaia casi. Es un clima muy húmedo al cual no estoy acostumbrada.
¡Y qué manera de comer! La semana próxima arranco dieta...😊😊
Luego de tanta cháchara, justo es que les muestre algunas fotos. Esa fue la idea original y al fin ¡vaya que me fui en palabras!
¡Y me quedan muchasssss en el tintero! Tal vez si logro organizar mis ideas haya una próxima entrega para contar anécdotas y la sensación de andar viajando "con el bicho rondando" ¡Ufffff!



Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cuando gusten volver.
P/D pronto voy pasando por vuestros blogs. Los he leído como siempre, pero imposible comentar con "la agenda completa" como la tuve cada uno de los días vividos con mi familia paterna. Ya lograré volver a mi ritmo. 
 Lu
Música en tiempos de covid-19
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº408 de la suelta de mis letritas)
Nota: una vez más fui a mi archivo. Rescaté este relato -que ya lo he publicado en otras oportunidades- porque cuenta un momento de mi infancia, mi tiempo de descubrir otro mundo: el del campo-María Susana- y el recuerdo de mis tíos y tías que, lamentablemente, ya no queda ninguno en este plano pero que siempre me acompañan. 
¡Maravillosa y entrañable gente que fueron tan importantes en mi vida! 
Infancia patagónica 
Éramos niños de ciudad patagónica lo cual en aquellos tiempos (y aun hoy) era todo un tema.
Y más aún cuando, como en nuestro caso,  formabas parte de una familia que no era nyc*, sino que habitaba aquellos “desolados parajes” por cuestiones de índole laboral.
Imaginen entonces, desarraigo, frío, meseta patagónica con fuertes vientos. Chenque** levantando kilogramos de tierra y una “madreamadecasa” educada en otro siglo, con costumbres burguesas y depositada en ese paisaje hostil por obra y gracia del trabajo de su marido, con el dinero justo como para el mate cocido con leche de la mañana y la polenta varias veces en la semana de almuerzo. Ni mencionar la frugalidad de la cena.
¡Que panorama! Si casi lo estoy viendo, a pesar de no recordarlo.
Es decir, estoy situándome en los pensamientos de mi madre por aquellos años…
De hecho, amo la Patagonia, y mi sentir siempre fue y será otro al respecto.
Como antes, como siempre, como ahora, a veces las cigüeñas se meten en la chimenea equivocada.
Y no. No  estoy emitiendo quejas sobre mi familia. ¿Con qué derecho lo haría?
De mis padres aprendí el buen hacer, los valores que tengo y, en parte, les debo lo que hoy soy. 
Solamente estoy reafirmando mi condición de “distinta”…Desde  chiquita lo fui.
Lo cierto es que mi hermano y yo, vivíamos encerrados dentro de la casa, y todos los temores maternos, nos hacían muy vulnerables.
No teníamos televisión, no salíamos a jugar afuera, no teníamos una “barra” de amigos ni amigas, no conocíamos insectos, ni gallinas, ni vacas, ni animales del zoológico (que tampoco conocíamos) Así que, nuestra idea de animales salvajes y domésticos, se basaba en algunas figuras vistas en libros de cuentos, perros y gatos de los vecinos y algún que otro caballo que por el fondo de nuestra casa pasaba.
Fue en ese entonces, cuando mis padres decidieron un verano, ir a pasar unos días de vacaciones nada más ni menos que al campo.
Sí, al mismísimo campo, en plena pampa húmeda…a la chacra de mis tíos.
¡Qué revuelo! Descubrir moscas, mosquitos, abejas y toda suerte de insectos…sapos, ranas, vacas, chanchos, aves de corral y cuanto animal pueda imaginarse uno en los campos argentinos, de la provincia de Santa Fe, allá por el principio de los '60.
Y no es que recuerde yo estos hechos, pero con el paso del tiempo, se los escuché contar a mi madre infinidad de veces, por eso lo sé.
Lo único que recuerdo nítidamente, y aún ahora en vez de parecerme un episodio chistoso me genera un poco de melancolía, es la risa dibujada y sonora en esas caras adultas que, en vez de ayudarme, me miraban correr, desesperada, a una gallina blanca de impresionante cresta roja. 
Llevaba, entre mis manitos, una lata vacía, mientras a viva voz y muy colorada por el esfuerzo decía:- ¡Gallina, que sucia!, tenés que hacer caca en la lata. 
Luego llegan confusos los sucesos. Me caí en el intento de atrapar a la cocorita, mi tía me abrazó y alguien decía que no pasaba nada...
Y yo me puse a llorar al darme cuenta de que había otra forma de vida más libre y que no era tan importante ponerse muchos abrigos, quedarse siempre adentro y tener la casa ordenada.

* NYC sigla que se usa en las ciudades patagónicas de Argentina para denominar a los que nacieron y se criaron en el lugar: "Nacidos y criados"
** Cerro ubicado en la ciudad de Comodoro Rivadavia. (La palabra chenque denomina a los cementerios de aborígenes)