Tampoco me importa el mío
Finalmente, el lunes 23 ¡por fin! logré recibir la segunda dosis de sputnik.
Podrían habérmela aplicado antes de viajar pero por capricho del destino o más que eso capricho de la doctora a cargo del operativo en mi ciudad, sumado a que no estoy en su lista "vip" no logré que me vacunaran para así poder viajar más tranquila.
Tal vez alguien se pregunte -¿Y? ¿Cuál es?
Tal vez de quienes por aquí pasan habrá los que han viajado y han podido estar absolutamente despreocupados aun sin haber completado el esquema.
Pues
¡quisiera saber si es que así fue como lo han logrado!
Yo no pude. Estaba atenta a las normas de cuidados, a los protocolos.
Y no fue fácil. No fue fácil abstenerme del abrazo con cada uno y cada una de mis parientes. De hecho, rompí la regla con Martín y Giorgina.
Él es el hijo de una prima mía que amé profundamente y que falleció de cáncer y ella es la nieta de otra de mis primas.
Ambos son jóvenes, bellos, cariñosos, adorables y fue imposible contener el abrazote.
Disfruté de mi estadía en María Susana.
Claro que sí, pero por ejemplo, en ocasión de juntarnos intentaba siempre que el número de personas fuera reducido y que estuviéramos en sitios ventilados.
Por ejemplo, uno de mis primos me dijo que llamaría a sus hijos e hijas para que al día siguiente nos juntáramos a cenar en su casa.
-Ok, dije y me fui tranquila a dormir.
¡Cómo les cuento que casi no pude esa noche!
Es que llegada a la casa donde me alojaba, caí en la cuenta de que si nos juntábamos con toda su descendencia, es decir hijos, hijas, nietos y nietas más yernos y nueras, seríamos más de 15.
Por suerte, al día siguiente me llamó y me dijo que solo estarían sus hijas e hijo. Al comentarle yo la nochecita que había pasado pensando en que seríamos demasiadas personas juntas en un lugar cerrado, me contó que justamente por eso sus hijas habían decidido ir sin sus respectivas familias.
¡Genial!
Una escena similar viví en San Jorge, localidad cercana a María Susana, estando en casa de mi amiga Cecilia.
Fuimos a cenar al restaurante de uno de sus hermanos y al llegar y comprobar que estaba su capacidad al tope y que no había ni una hendija por la que entrara aire me sentí muy incómoda.
Tanto que mi amiga prefirió que nos fuéramos a comer a su casa.
Y todo ese temor al contagio en verdad me lo provocaba saber que no estaba con el esquema completo, que la cepa delta avanza en mi país y, para colmo, se inició en Córdoba, provincia limítrofe a Santa Fe y entre las que hay mucho tráfico habitualmente.
Como sea, me alegra haber ido pero aun lamento que no me hayan dado la segunda dosis antes de partir lo cual fue verdaderamente injusto y desagradable.
También sé desde el día cero que si me tiene que tocar me va a tocar más allá de los cuidados que tenga, pero una cosa es estando en mi casa, en mi ciudad y otra muy distinta hubiera sido "pescarme el bicho" lejos de ella lo que hubiera causado un inmenso trastorno a quienes me han recibido con tanto amor.
Felizmente se amplía el universo de vacunados y vacunadas, felizmente ya se avizoran tiempos mejores, no sin el bicho, pero poco a poco dejará de ser tan agresivo.
Y, como siempre veo el vaso medio lleno, no soy de las que ve un futuro negro y desalentador al respecto.
Soy de las que creen que pronto recordaremos estos dos años como una mala película, que seguramente deberemos vacunarnos cada año, que habrá siempre un caso acá y otro allá como hay aun hoy tantas enfermedades que en algún momento fueron peste y que en determinados países y/o ciudades no lograron ser erradicadas por lo que hay un calendario de vacunación que se debe seguir según el sitio en que cada quien viva.
Calendario al que, sin dudas, será incorporada la vacuna "anticovid"
Bueno...Sin querer salió "edición dedicada al mal bicho" pero, en todo caso, rato hace que no hablaba de él, así que espero no los haya aburrido hoy con el temita.
Prometo eso sí que no habrá "nuevos capítulos" sobre el mismo. Este es el punto final en lo que a mi respecta.
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cuando gusten volver.
Música en tiempos de covid-19
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº409 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Encontré en mi archivo un "nostalgioso" poema que me gustó y versioné de esta manera:
Nostalgiándome
Esta desazón de hoy
y mi nostalgia de siempre...
De lo que pudo haber sido
de mares no cruzados
de montañas no escaladas
de atardeceres perdidos
de cielos no mirados.
De brazos que abrazan
de cuerpos entrelazados
De pies descalzos
siguiendo mis huellas.
en caminos no explorados.
De libros no leídos
palabras no dichas
y cuentos no narrados.
Esta soledad
-mamarracho insolente
de horas perdidas-
me provoca nostalgia
del amor que no asomó.
de amaneceres rosados
del café - para dos -
por las mañanas
y de algún beso, robado...