Tampoco me importa el mío
Y por eso hoy por segunda semana consecutiva, lamento decir que no tengo mucho para contar. No puedo pensar más allá de la audiencia con la Chevrolet, y como mediadora la oficina de Defensa de los derechos del Consumidor, que será el jueves, día de publicación de este post.
El problema es que SIENTO QUE VOY AL MATADERO...No me siento representada por quienes están cobrando un sueldo para hacerlo...Lo malo en tal caso, no es ir al matadero...sino saber QUE TENGO RAZÓN, que mi reclamo es justo, Y SIN EMBARGO, voy sola a pelear con los molinos de vientos. Bueno, es una manera de decir, si nada sucede antes del jueves a las 14 horas, los planetas no chocan, o los intereses creados no terminan de unir sus fuerzas, NO VOY A IR SOLA. Hoy tuve una entrevista con un letrado, que estaría dispuesto a acompañarme. Sólo para recuperar la dignidad de reclamar lo justo, ante un monstruoso poder económico. No espero recuperar el dinero que me corresponde, porque sé que no puedo contra el monstruo, pero si, espero recuperar la dignidad de reclamar mis derechos, de demostrar que tengo el poder que da la palabra, y la mirada altiva, que sólo podemos tener las personas que vamos por la vida como buenas gentes, con el orgullo de ser honestas y nada más.
Y lo malo también es que me siento como si fuera yo la que va al banquillo de los acusados, cuando en realidad es justamente a la inversa. Si pensamos que hacen ya más de tres años, diferentes concesionarias de automóviles, fueron demandados a través de un estudio jurídico que representa a un grupo considerable de personas, y a la fecha no lograron nada...¡Que puedo esperar yo, desde mi pequeñez y sin haber contratado los servicios de un abogado particular!Bueno, disculpen...pero no pude evitar este tema.
¡¡Finalmente llega el desenlace de "La Galleguita"!! Ojalá se sorprendan...eso me haría pensar que puedo, pasito a paso, empezar a intentar escribir una novela. Si logré interesar a mis lectoras, a quienes agradezco los comentarios vía mail, o sobre el blog, si logré a través de cuatro capítulos, que no pierdan el entusiasmo y barajen posibilidades de desenlace para la historia de Yuan, creo que puedo ir avanzando sobre historias un poco más extensas.
Como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? ¡Hasta el jueves próximo! Buena vida.
La frase para pensar:
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero hasta con la vida defenderé el derecho que tienes de decir lo que piensas.”
Voltaire
Acá no zafás:
(para eso me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº 118 de la suelta de mis letritas )
Investigadora
idónea
Salí
entonces detrás del muchacho oriental, en tanto que no podía dejar
de sentirme como Laura Holt en "Remington Steele"...
Imagino
que recuerdan esa serie ochentosa, donde lo detectivesco se mezclaba
con lo romántico…Bueno, claro…me faltaba esta última parte,
ningún “Remington” compartiendo mis elucubraciones, pero lo
cierto es que estaba hechizada, así como segura, con mi actividad de
pesquisa.
Apuraba
los pasos él, apuraba yo los míos. En tal cantidad de gente
circulando en ese horario por el aeropuerto, estaba segura de que
nadie podría darse cuenta de mi actitud de “perseguir la presa”.
Llegamos
–yo a unos pocos metros detrás del susodicho- al hall de
arribos.
Él
miraba ansioso hacia la puerta de salida de los pasajeros, pero aún
nada a la vista. Seguramente, pensaba yo, estarían recién llegando
al sector de retiro de equipajes.
Finalmente,
luego de interminables minutos, lo veo levantar la mano y sonreír.
Busqué entonces a la persona receptora de esa sonrisa y saludo, pero
no logré ver gente alguna de rasgos orientales en el tumulto.
Tampoco divisé si alguien, de entre los pasajeros que arrastraban ya
sus maletas hacia la salida, devolvió el gesto.
Me
acerqué aún más, mientras pensaba que mi ansiedad podría
traicionarme…estaba segura de que en ese encuentro a punto de
producirse encontraría, sino la madeja desenredada, al menos la
punta del ovillo…
Fue
entonces, cuando vi como una mujer muy joven, de cabellos negros
sueltos cayendo sobre su espalda, arrastrando una gran valija roja y
“arrastrando” también de su mano una pequeña niña, se acercaba
hacia Yuan. Hermosa niña, de enormes ojos negros, que apretaba un
peluche con su mano libre…Mis ideas se atropellaban…imaginé, en
esos pocos segundos que se sucedieron hasta el abrazo interminable,
una historia de amor casi salida de un libro de cuentos…Imaginé un
oriental enamorado de una mujer occidental…imaginé una lucha de
familias al estilo Capuletos y Montescos…imaginé un embarazo
oculto por esas razones familiares…un exilio…
Lo
que no imaginé siquiera, es que allí encontraría la respuesta
“oficial” del nombre del supermercadito chino y, como “tesis
final” para recibirme de “Investigadora idónea”, resolvería
también el misterio de las interminables charlas telefónicas en la
vereda de “La Galleguita”.
Pero
lo real es que, luego del abrazo interminable, oigo a Yuan
intercambiando palabras en su lengua natal, con la bella mujer (que
lo hablaba al parecer tan bien como el muchacho, a pesar de que
claramente no era oriental) y luego, ella dirigiéndose a la
niña, con un acento típicamente español, le dijo: -“Amparo, hija, dale la mano a tu papá, nos vamos a casa”. Y vi la felicidad en
los rostros de “mis tres personajes”, particularmente, en los
ojitos de Yuan, que parecían sonreír a pesar de alguna lágrima que
aún se escapaba, mientras caminaba de la mano de su hermosa
Galleguita…