Tampoco me importa el mío
Y por eso hoy a pesar de que no me importe, quiero volver al pasado, muy pasado. Quiero volver a mi niñez y quiero hacerlo con todos y todas los/las "cincuen/sesentones" que pasan por aquí a husmear mis letras bloggeras.
¿Por qué digo esto? Pues porque quiero que juntos, volvamos a viajar en tren. Es decir, quienes son menores a esa franja etaria y también leen estas letritas, sin dudas son bienvenidos, pero, lamentablemente no creo que recuerden los magníficos trenes que tuvo esta Argentina en tiempos más esplendorosos que los que hoy nos tocan vivir, y que se han perdido gracias a tantos saqueos de tantos gobiernos, democráticos y no, corruptos.
Dicho esto, los invito a viajar en aquellos trenes, a través de mis recuerdos.
¡Cómo
olvidar el tren de mi infancia! Cuando
salíamos de vacaciones con mi familia viajábamos en tren.
Enorme,
limpio, ordenado, con guardas perfectamente identificados, con sus uniformes
impecables, grises, bien planchados. Con la sonrisa transparente y la
amabilidad a flor de piel. ¡El camarote! ¡Que lujito dormirse mirando por la
ventanilla los campos, las casitas, otra vez los campos y el cambio de
paisajes. Las noches oscuras, estrelladas, y las de luna llena, todo pasaba
ante mis ojitos de niña asombrada, hasta que al fin, rendida, me dormía
arrullada por el quetrén quetrén quetrén de las ruedas sacando chispas a los
rieles y la máquina a vapor. ¡El vagón comedor oliendo a café con leche por la
mañana! Los mozos, impecables también, camisa blanca y moño negro, se
disputaban amabilidad. El jugo de naranja, las medialunas…
Y ya no sigo sobre
estos rieles…tengo un nudo en la garganta, me invade la tristeza…
¡Maldigo la
hora y los gobiernos de turno, que levantaron vías, que privatizaron,
destruyeron, saquearon…¡Pobres los pueblos que alrededor de una estación, en
tiempos de esplendor ferroviario, se levantaron! Que pena las generaciones de
niños que no tuvieron la posibilidad de viajar con sus familias en tan
magnífico medio de transporte! No tuvieron oportunidad para alimentar la fantasía y exaltar la
actividad creadora, inventando juegos, recreando historias, socializando con
los compañeros y compañeras de viaje…Que pena por ellos, y que suerte por mí,
porque aún viene a mi memoria y me llena de felicidad por haberlo vivido, anque
de tristeza... porque hasta el presente no se pueden recuperar.
Las estaciones de entonces merecen, creo, un capítulo aparte...
Ahora, que me doy cuenta que la nostalgia ferroviaria me invadió y me fui por las vías, se me ocurre que es éste un buen tema para investigar,
recoger datos, escudriñar en la memoria, y tener paciencia…mucha….(lo cual se
torna complicado para mi, que me reconozco hiper ansiosa) y comenzar pasito a paso a pergeñar esa novela que sueño con escribir.
¡¡Tantos aconteceres podrían suceder en un tren atemporal con personajes vistosos y secretos nocturnos!!...
Espero con esta intro, que no casualmente viene a mi, haberlos hecho viajar por ese lugar sin tiempo que son nuestros recuerdos.
Como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también. ¿Vale? ¡Hasta el jueves próximo! Buena vida.
La frase para pensar:
Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.
Julio Cortázar
Acá no zafás:
(para eso me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº 107 de la suelta de mis letritas )
Mala racha dominguera
Otro domingo en el cual
la soledad me abrumaba, el silencio circundante lastimaba mis oídos, ni una llamada
telefónica…La nada, más allá de la nada
Y mis ganas de hablar…
Me di cuenta que estaba hablando sola. Me
asusté …pensé que me estaba volviendo loca.
Escarcha, frío, silencio
más fuerte que el silencio mismo.
Nadie en la cuadra para
saludar, ni siquiera los gatos de siempre rondando, o algún perro para decirle “hola”.
Encendí el auto, el
limpiaparabrisas y la radio. Lo primero, sin ninguna dificultad, lo segundo,
otra carga sobre mis hombros y sólo sobre ellos. Nadie para compartir que
decisión tomar cuando las malditas escobillas no se movieron ni un milímetro…
Y se me escarcharon las
lágrimas cuando me di cuenta que la
radio, tampoco funcionaba.
-¿Qué hago?
-Y…el cielo muy negro,
la temperatura bajo cero, sumado al informe del servicio meteorológico...
-Si, ya sé lo que vas a
decir. Que no saque el auto. Que sin limpiaparabrisas es un peligro circular.
Que se viene la nevada…
-Si, eso mismo estaba
pensando yo.
…
-¡Otra vez hablando sola!
¡Dios mío!, pienso, y decido ir al kiosko.
Al menos allí, voy a
poder intercambiar unas palabras con alguien. La kiosquera por lo menos va a
estar. Es una suerte para mí en este maldito domingo, saber que voy a caminar
tres cuadras y podré conectarme con otro ser humano.
Tengo unos pesos en el
bolsillo de la campera. Me acomodo el gorro y los guantes y empiezo a andar
enterrándome en la nieve hasta más arriba de los tobillos.
La calle, imposible para
transitar, las veredas de algunas casas… ¡peor! Voy jugando con mis pasos, para
no desanimarme.
Al fin, entro al kiosko
y como para empezar, saludo sonriente.
-Buenas! ¡Se viene otra
nevadita nomás!
-Mmmsi. ¿Qué anda
buscando?
- No sé...ha sí…dame
unos Phillips Morris
-¿Box?
-No comunes nomás, que
los box son más…
…
-¡Che vieja no te
muevas! Tengo el caño en tu espalda! ¡Y vos rápido rápido dale toda la guita que
tenés a mi amigo dale! y también unas birritas de tu kiosko de mierda y nos
vamos! Y quedate tranquila que si no esta vieja la liga! Dale la plata ahora
antes que tengas que cerrar por duelo…
-¡Ay muchacho! No me
haga nada, mire, la verdad es que vine a comprar unos fasos, pero se los regalo
si quieren. Total yo no fumo.
-¡Callate vieja! Cerrá
el pico!
-¡Ay no muchacho! No me
diga eso. Yo me quedo quieta y ustedes trabajen tranquilitos pero no me pidan
que deje de hablar…por favor déjenme decirles algo…
- Te dije que cierres el
orto vieja de mierda, ahora dame tu celular y si querés seguí hablando sola…
-¡Vamo boludo, vamo, ya
tamos! ¡También me llevo los celulares de la kioskera! Vamo quel furgón ta en
marcha rajemos! ¡Quieta vieja o te quemo!
El asalto pasó en menos
de cinco minutos, creo… ¡Una verdadera desgracia! La kiosquera no para de
llorar, mientras llama a la policía. Dice que se llevaron los pesos de todo el
día, que esta vez, había dejado el dinero en la caja porque pensaba cerrar
temprano y hacer la recaudación en una sola vez…que nunca a esa hora tiene
mucha plata…que el domingo de mierda para ella había sido bueno, que fue mucha
gente a comprar facturas, y vino, y también
yerba….
No para de llorar y
hablar la mujer. Por supuesto, como
corresponde, yo trato de calmarla, palabras para eso me sobran.
A mí, el celular no me
importa. Total, nunca suena. Bueno, sí, algunas veces me llama mi hija. Pero
que importa, que me llame al fijo cuando tenga ganas de saber como estoy y
listo.
Ahora, no puedo seguir
pensando en mí. Tengo que ayudar a esta pobre víctima de los pibes chorros.
Y me quedo nomás con
ella, así ni bien llegue la policía, sigo hablando. Soy una testigo importante.
Voy a tener que declarar. Y no me importa nada. Es más, creo que estoy feliz.
¡Ya llega el patrullero!
¡Que suerte! ¡Voy a seguir conversando y viendo gente!
Al fin cambió mi racha dominguera…