Tampoco me importa el mío
Hola hola.
Una semanita en CABA, antes de que el calor estalle, me vino más que bien.
En esta ocasión no fui con "agenda armada" ni avisé a mis amigos y amigas.
No obstante con mi amiga Yani, que es quien me alojó, caminamos cada uno de los días que estuve, conocimos algunos nuevos sitios, nos divertimos mucho, comimos rico y también un par de veces compartí con mi amiga Andrea ya que ambas viven bastante cerca y podíamos juntarnos sin necesidad de subir a ningún medio de transporte lo cual para mi es fantástico.
Ni hablar del placer que fue comer asado, choripán incluido, en casa de mi ahijada Laura con toda su familia.
Y si de comer se trata les cuento para quienes viven en Buenos Aires, o quienes vayan de paseo, que no dejen de ir a comer una exquisita picada, o lo que más les apetezca, a Viejo Agump, restaurante de comida armenia que queda en Palermo Soho, calle Armenia 1382.
¡Imperdible! Excelente comida, excelente trato, local muy bien ambientado y precios accesibles acordes a la calidad de los productos.
Bueno, antes de que se aburran, los y las invito a conocer Paul French Gallery.
Galería, también en Palermo Soho, donde pueden encontrar una mezcla algo bizarra de objetos, tanto sea piezas vintage restauradas, o unos muebles maravillosos, algo de textiles, objetos de decoración, piezas de arte, plantas y flores pues también es un vivero y, obvio, no faltan en medio de todo ello unos barcitos de lo más pintorescos.
Espero hayan podido apreciar el encanto de este sitio. Es un "oasis" en medio del mundanal movimiento de ese barrio porteño. Es un rincón para ir a disfrutar sin apuros ni obligaciones de ninguna clase.
Para ir solos/solas, o con amigos/amigas con ganas de charlar de la vida sin mirar el celular a cada instante.
Tomar un trago, un exquisito café acompañado de una degustación de pastelería, o lo que prefieran, y disfrutar del momento.
Aprovechar para sacar unas fotos, leer un libro...
¡Todo lo que invita a la calma, detenerse en el tiempo y el disfrute es posible allí!
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cuando gusten volver.
Esa Musiquita en el recuerdo
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº459 de la suelta de mis letritas)
Aquella
Infancia
Luego de 3 años de vivir “aislada” en Comodoro Rivadavia, nos mudamos a una “gran ciudad”.
Santa Fé fue el nuevo destino familiar.
Todo nuevo, todo para descubrir y en este instante los recuerdos de ese tiempo regresan sin pedir permiso.
Nos sentábamos con mi hermano en la vereda de nuestra casa, bajo la atenta mirada de mi papá que nuca, creo, aprendió a jugar.
Hijo de inmigrantes españoles el viejo, desde pequeño, tuvo que ayudar a sus padres, junto con sus 8 hermanos y hermanas, en las tareas que llevaban adelante en el campo.
Imagino entonces, ahora que recuerdo su vida después de la vida, que por allí andará jugando a las escondidas o a la rayuela, entre nubes, con hermanos, hermanas, sobrinos y sobrinas.
Toda una familia que partió en viaje de ida, para descansar de tanta fatiga terrenal.
Podría tal vez escribir otra historia con estos aconteceres, me doy cuenta. Pero será, si tiene que ser, en otro tiempo.
Por ahora
vuelvo al punto en que, como dije, nos sentábamos con mi hermano en la vereda de nuestra casa, y jugábamos al cine.
La gran pantalla, era la medianera, y la película eran las sombras proyectadas sobre la misma, al caer la tarde y encenderse las primeras luces de la calle.
Era un tiempo sin tiempo, salvo el de ir a la escuela. Era un tiempo sin televisor en mi casa. Entonces, esperábamos ansiosos que unos vecinos nos invitaran a tomar la leche. Nosotros felices, más que por comer torta de chocolate y beber cascarilla de cacao, porque era nuestro momento de ver, en blanco y negro, Lassie, o Los 3 chiflados. Mi marciano favorito, El Llanero Solitario o la pequeña Lulú y no recuerdo que más.
Lo que sí recuerdo, volviendo a la inocencia de antaño, es que una vez me encontraron tratando de abrir la caja del televisor.
Seis, o siete, años tendría entonces y lo que yo más quería en la vida era...
¡abrazar a los personajes de mis historias favoritas qué estaban allí dentro!