arrasando con el trabajo
y la dignidad de la gente.
Santa Rita
Ese día algo me pasó y creo que fue Santa Rita la que me ayudó.
Nada grave, nada que no tuviera solución, pero que complicaba un poco más la semana tan nevada.
Salí a palear nieve y, luego de 40 minutos de hacerlo, al entrar a mi casa me di cuenta de que había perdido las llaves.
No sé como fue, porque no soy devota ni conozco la vida de los santos, pero me acordé que decían que Santa Rita era la patrona de lo imposible.
Entonces
sólo dije ¡Santa Rita ayúdame a encontrar todas mis llaves!
Tomé nuevamente la pala y, a pesar de que el sector que tenía que barrer era amplio, fui directo a un sitio, y en la segunda palada ¡hallé mis llaves!
Y con mis llaves encontré a Juan, que era el cerrajero al que había llamado para que me auxilie.
-Hola! Llegaste justo en el momento en que acabo de rescatar mi llavero que se había enterrado en la nieve.
Te pido disculpas y por supuesto te voy a pagar lo que corresponda, por haber echo que te movilizaras hasta acá, le dije sosteniendo triunfal las llaves en mi mano.
¿Cuánto te puedo cobrar? Me respondió con una voz que sonaba a Pancho Ibáñez en los tiempos que conducía “El deporte y el hombre”.
-Lo que corresponda, dije y me di cuenta de que habíamos iniciado un juego de seducción y las feromonas estaban en una danza frenética imposible de detener.
-¿Qué te parece una cena? fue su seductora respuesta.
Esa noche vino a cenar a mi casa como “parte de pago”...
Y
hace un año que sigo "pagando" con enorme placer.
¡Y aprendí a hacer copias de llaves!
Juan es el mejor hombre, el mejor cerrajero, el mejor docente y ¡el mejor amante!
¡Gracias Santa Rita!