Tampoco me importa el mío
El coronavirus avanza, ya hay al menos un caso en Brasil, o sea que "está acá a la vuelta".
Los hielos antárticos se derriten...
Varias especies animales están en peligro de extinción: el oso polar, el atún rojo, ¡paren de comer sushi!, los koalas y canguros por el aumento de temperatura y destrucción de su hábitat, solo por mencionar algunos.
Es probable que haya un tsunami en Tierra del Fuego...
Inundaciones, incendios forestales en distintas regiones del mundo y muchos desastres naturales -o provocados- más.
La lista -que parece infinita- no es de una novela de ciencia ficción, suspenso o terror.
Es la realidad que prácticamente nadie quiere ver y de la cual nadie se hace cargo.
En medio de esta modernidad y avances científicos y tecnológicos la naturaleza sigue siendo la dueña y señora de nuestras vidas.
Y la humanidad, en su conjunto, en vez de rendirle homenaje la maltrata.
¡Uhhhh! Otra vez mi Yo disperso y sin inspiración ...
En verdad solo quería decir que como el coronavirus ya tiene su primer caso en el país vecino, he pensado que debería irme hacia la Antártida como para protegerme del virus.
Y entonces me di cuenta de que los hielos se derriten y una cosa trajo la otra y miren donde fui a parar.
Con tanta realidad puesta sin anestesia, creo que mejor dejo de preocuparme por si tengo cuatro o cinco kilos de más, como lo que se me de la gana y hago de mi vida un festival.
Que total, tarde o temprano, de una u otra forma, todos y todas nos vamos a extinguir.
Al menos que, cuando sea el momento, no tengamos nada de que arrepentirnos ni nada para lamentar por no haberlo hecho.
Disculpen la torpeza y desprolijidad de este editorial.
Me voy a comer una pizza doble mozzarella acompañada por unas buenas birras. Y un cuarto kilo de helado para no quedarme sin el postre.
Gracias por pasar por aquí. Ya saben, pueden dejar su huella si les parece.
El viernes próximo traeré novedades. Hasta entonces, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
Frases:
«Convertid un árbol en leña
y arderá para vosotros, pero no producirá flores ni frutos para vuestros hijos»
Rabindranath Tagore
«Dos
cosas me llaman la atención: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de
los hombres»
Flora Tristán
"La tierra proporciona
lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la
codicia de cada hombre»
Mahatma
Gandhi
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...¡así que leé la entrega Nº 346 de la suelta de mis letritas!)
NOTA: Nuevamente recurrí a mis archivos y, en esta ocasión, elegí un relato breve que forma parte de una serie compuesta por varios textos relacionados con mi infancia.
Es una historia divertida y espero que sonrían...Digo, por si a alguien le pareció la "intro" de hoy muy densa.
Pequeña Duda
Recuerdo ese colegio en el que pasé tantas horas de mi infancia correntina. Pero, extrañamente, lo recuerdo sin sentimientos, de manera casi impersonal diría.
Llegan desde algún lugar vagas imágenes, distorsionadas tal vez, del espacio físico que ocupaba el patio y las galerías, pero no logro recordar las aulas ni las monjas que fueron mis maestras.
A la única que tengo presente, vaya una a saber el motivo, es a la Hermana Elizabeth.
Y del grupete de niñas de siete años, además de"la Carmen", me acuerdo de "la Chela" y de su hermana Betty.
Betty tenía un año más que nosotras, pero siempre se unía a nuestro grupo en los recreos.
Y recuerdo, particularmente, a las mellizas Quetglas.
¡Tan bonitas con sus ojos color esmeralda!...Así las recuerdo.
Y veo a una de ellas... ¿Sería Emilse? O tal vez Malena. No puedo saberlo luego de tantos años transcurridos.
Sé que una era más tranquila, la otra más "pizpireta “y muy divertida.
Seguramente fue esta última, la protagonista en aquella mañanita soleada y rutinaria. Mañana en que, como cada día, en la inmensidad de ese claustro un "rebaño” de niñas permanecíamos atentas y sumisas, pienso ahora, escuchando a la maestra que, ese año, era la hermana Elizabeth.
Ni una mosca volaba, ni una tos traviesa, ni un cuchicheo...nada de nada.
Entonces
la melli empujó su pupitre, se paró y salió corriendo hacia el frente del salón.
Se tiró de panza al piso frío y reluciente y, sin que pudiéramos entender lo que sucedía tal la velocidad de estos aconteceres, levantó la sotana de la monja al tiempo que decía:
-Hermana, ¿Usted no tiene piernas?