viernes, 31 de julio de 2020

Insomnio

Tampoco me importa el mío
¡Adiós julio! ¡Pase el que sigue!  
Increíblemente pasaron 7 meses desde aquel brindis esperanzador por un 2020 mejor que los años pasados, por una vida relajada, sin mayores sobresaltos y con el agradecimiento siempre por los logros, por cada nuevo amanecer con salud, por los viajes realizados y, especialmente, un brindis para que en ese 2020 que amanecía mis viajes fueran variados y felices.
Tal lo sucedido a nivel mundial creo que, por lo que cada quien haya brindado hace exactamente 7 meses, nadie tendrá a estas alturas del año su sueño cumplido.
O sea...cambiemos la copa, vaso, tetra, pocillo, jarrito o lo que sea que hayamos levantado a la hora cero del día 1 de enero de este año tan incierto, cuando en menos de lo que canta un gallo nos encontremos brindando nuevamente por un nuevo año. Por si acaso, no repitamos nada, pero nada nada, de lo que hicimos al despedir el 2019 y recibir el 2020.
Se me ocurre, como cábala para cambiar la racha, como realismo mágico a ver si el 2021 nos encuentra mejores y sin pandemia. 
Pero decía, y me fui por las ramas, que siete meses pasaron de este año sin tiempo, sin rumbo, incierto, y que de esos 7 meses, los últimos 5 -al menos en mi país- estamos a expensas "del bicho" y de estos 5, en mi caso particular, hacen 52 días con mi amiga internada y de estos últimos 52 días hacen 21 que voy de lunes a lunes y de 15 a 18 hs a acompañarla a la clínica...
Tal vez cuando estén leyendo esta crónica ya esté en su casa, con el alta hospitalaria, (no médica).
Raro tiempo que nos toca vivir...sin viajes, sin abrazos y sin besos, entre otras situaciones.
Raro tiempo que nos demuestra nuestra capacidad de adaptación, la suerte que tenemos quienes tenemos un trabajo, o un salario fijo cada principio de mes, la heladera llena, salud y una casa confortable.
Y las emociones a "flor de piel", al menos a mi me pasa. 
Me enojo más que siempre con las injusticias en mi país y el mundo, lloro, como nunca, cuando veo a la gente en los comedores barriales, a los que cuentan que ya no pueden sostener su pequeño negocio de barrio, me angustio, más que siempre, con cada femicidio cometido en este tiempo maldito que estamos atravesando.
No comprendo, jamás pero ahora menos que menos, las disputas de los opositores con quienes son gobierno en estos momentos, políticos irreverentes que en vez de dejar sus pujas de lado y juntarse para buscar soluciones posibles unidos y con el único estandarte de vencer al bicho y, en el mientras tanto, de mejorar la calidad de vida de las gentes que ya nada tienen siguen sacándose los ojos y criticando lo que antes, cuando fueron gobierno nunca hicieron.
La luchas de las potencias mundiales, Trump vs China mientras Estados Unidos sigue primero en la lista de los países con más infectados, las guerras que continúan aun sin ser tapa de los periódicos, los presidentes latinoamericanos que, cual Bolsonaro, dejan morir a sus pueblos, casi con saña me parece a mi...
Hay países en que las gentes se mueren en las calles...Bolivia "arde"...
Podría seguir haciendo una lista de "malas noticias" pero creo que ya fue suficiente esta catarsis pública, creo que ya es suficiente esta cachetada de realidad que hace semanas venía evitando...
Pos suerte en mi bella Ushuaia el clima nos da una tregua y el sol alumbra las mañanas y permanece un par de horas luego del mediodía si bien aun es su tiempo de ocultarse temprano tras las montañas.
Para cerrar con mejor onda esta crónica, comparto foto tomada el 29/07 a las 11:30 de la mañana.
(No es de buena calidad...salí a caminar para tomar fotos con mi cámara y cuando vi la toma justa, con aves autóctonas en la Bahía apunté y ...
¡se apagó la cámara...¡no estaba cargada la batería! 
Entonces tomé esta otra vista con mi celular, que no tiene buena cámara, pero creo que al menos algo podrán apreciar)
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
 Lu
A reír en tiempos de covid-19
                                                                       Acá no zafás:
    (por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 361 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Ciertamente recurro una vez más a mis archivos. Buscando en ellos me pareció oportuno este cuento breve porque...¿quién no ha tenido en este tiempo "covídico" una noche de insomnio?

Insomnio
Como cada noche, alrededor de la una de la madrugada, se dispone a dormir.
Como cada noche algunos pensamientos empiezan a amontonarse en su mente y, esta vez, las malditas gotas y ese tic…tic…tic… insoportable le recuerdan que debe llamar un plomero. Eso a su vez le recuerda que necesita un albañil, o chapista o lo que sea que arregle el techo…el viento azota y las chapas juegan una melodía sin sordina…
Los minutos se pisan los talones apurando la hora siguiente.
Una vuelta trae, enredada en las sábanas, otro pensamiento y ese pensamiento otro, en las despeinadas ideas de la madrugada. Otra  vuelta y otro giro interminable de lo "por hacer" y esas misma sensación de indefensión, solitaria y final.
Respirar…eso, debo respirar, se dice.
Inspira…exhala…inspira…exhala…inspira…exhala, inspira,  exhala, inspira, exhala, inspiraexhalainspira. ¡No resulta!
Pispear la hora no le parece buena idea, pero no lo resiste… ¡van a ser las 4 de la madrugada!
Hacen ya tres malditas horas que da vueltas como en una alocada calesita, sin poder llevarse nunca la sortija.
Más allá, las sirenas anuncian alguna desgracia…no puede reconocer si es de bomberos, o policía o ambulancia. ¡Da igual!  Lo que sea, las sirenas nunca suenan felices…
¡Malditos gatos! Al menos espera que ninguna gata preñada vaya a tener cría en su jardín... Mientras ellos se regodean en los placeres del sexo, ella soporta los maullidos y aumenta su desvelo cuando piensa que, si al menos alguien durmiera a su lado, podría reemplazar la rabia insomne por un apurado y excitante juego bajo las sábanas…
¿Adónde debería realizar la denuncia de gatos abandonados?  
Piensa en contar ovejitas. Nunca supo el porqué  de esa frase...tal vez la inventó algún ganadero con problemas para conciliar el sueño. 
Mejor, se dijo, cuento novios, amantes, amoríos, amigos con derecho a roce y otros que pasaron por mi vida...Se pierde en ese recuento, mientras siente  su vejiga a punto de estallar.
Da otra vuelta y otra…
Se levanta, va al baño desganada, ojerosa y, sin prender la luz, se baja el short de algodón (no usa calzones cuando duerme) y deja que escape, sonoro, el chorro.
Vuelve a la cama, destapa la infaltable botellita nocturna de su mesa de luz. Bebe lentamente un trago, luego otro y otro trago. Cree que alguien alguna vez, no sabe donde, dijo que tomar agua de a sorbos es una manera de conciliar el sueño.
Se mete en la cama, aprieta los párpados, acomoda la almohada. Siente calor, se destapa.
Ladran los perros del vecindario y piensa que tal vez, a esa hora, alguno de ellos esté usando de baño su vereda…
Vuelve a enroscar sus pensamientos hacia la gente desaprensiva y mal educada…
Se levanta. 
Abre la ventana y al correr las cortinas, se da cuenta de que empieza a amanecer. Vuelve a juntarlas para que no entre luz.  Deja la ventana entornada…El aire fresco, parece renovar su esperanza de dormir…
Se calma pensando que por suerte es amanecer de sábado, no tendrá que levantarse para ir a trabajar.
Siete en punto de la mañana…Se duerme al fin exhausta…

A las siete y treinta, sonará el despertador que olvidó desactivar en esa maldita noche de insomnio.

viernes, 24 de julio de 2020

La espera

Tampoco me importa el mío
Porque sigo con mis tiempos acotados, porque luego de varias semanas de ausencia vuelve - con 4 casos por ahora - el bicho a mi ciudad, porque necesito colorear mis días, porque aspiro -humildemente- a que vos que me estás leyendo ahora mismo sonrías y te quedes con una bella imagen: hoy sale editorial breve, con fotografía del amanecer visto desde la ventana de mi cuarto el 22/07/2020 a las 9:00 am y "chistes pavos" de la serie de "mamá mamá" que hacía furor en mi país durante mis años adolescentes. 
¡Hermoso amanecer! ¿Cierto? Tan bello que "me inspiró" este Haiku:
Amanececeres
Bahía sonrojada
fuego en el cielo
La Bahía del amanecer confundiéndose con el cielo...esos "rojoanaranjados" me fascinan, y el toque blanco que ponen en medio los picos de mis montañas...

Y acá van algunos chistes pavos. 
No sé si habrán sido suceso en otros países pero sé que quienes pertenezcan a mi generación y hayan vivido en Argentina en los setenta y pico, sonreirán al recordarlos. 
- Mamá, mamá, las pasas vuelan?
- No hijo no vuelan.
- ¡Entonces me comí una mosca!  

- Mamá, mamá, en el colegio me llaman despistado.
- Ayy  Pedrito! Tu casa es la del piso de arriba.

- ¡Mamá, mamá! llegó el lechero. 
¿Tenés dinero para pagarle o tengo que ir a jugar afuera?

-Mamá, mamá, el inodoro da vueltas?
-No hijo.
-¡Entonces cagué en el lavarropas!

- Mamá, mamá, en el colegio me dicen alfajor!
- No les hagas caso Jorgito.

-Mamá, mamá, el abuelo es mecánico?
-no hijo
-entonces... ¿qué hace abajo del omnibus?

- Mamá, mamá, ¿los pedos son húmedos?
- No hijo.
- ¡Entonces tengo diarrea!

- Mamá, mamá, en la escuela me dicen mafioso.
- Bien, mañana mismo voy a arreglar eso.
- Bueno ma... pero que parezca un accidente.

-Mamá, mamá, ¿el corazón tiene piernas?
-No hijo
-Entonces, ¿porqué papá decía anoche en el cuarto de la mucama "corazón abrí las piernas"?

Confieso que me hacían reír mucho...Hoy, que vuelvo a ellos, ya no tanto...
De todas maneras, valoro el ingenio siempre.
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
Lu
Música en tiempos de covid-19
                                                              Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 362 de la suelta de mis letritas)
NOTA: A veces me sorprenden las "casualidades"(en las que no creo).
Buscando en mi archivo haikus, encontré este poemita que no recordaba en lo absoluto. Al leerlo me pareció que agregando apenas unas palabras, quedaría exacto para el momento que estamos transitando. Lo versioné entonces y lo comparto...Haikus en la próxima entrega.
                                                             La espera
Desnuda
de voces
eterniza soledades

Resiste
sin concesiones
ni treguas
y espera.

Espera
que
-despuntando goce-
se presente
el futuro próximo
cubierto
de
reencuentros, viajes,
besos, abrazos,
luces y soles...

viernes, 17 de julio de 2020

El Cachito

Tampoco me importa el mío
Porque los años agudizan la sensibilidad, porque los días tan breves como oscuros me encuentran nostalgiosa, porque estoy hastiada de tanta información sobre "el bicho"con sus idas y vueltas más los muertos contados como si fueran frutas, panes o tornillos, porque ando muy ocupada con la salud de mi amiga Berta que "va y viene", o porqué si nomás vuelvo en una introspección veloz a mis días de infancia. 
A las fotos en blanco y negro, a los juegos en la vereda, a la soga y el elástico en la escuela.
Recuerdo que nos sentábamos con mi hermano en la vereda de nuestra casa, y jugábamos al cine. La gran pantalla era la medianera y la película las luces y sombras proyectadas sobre la misma, al caer la tarde y encenderse las primeras luces de la calle. 
Era un tiempo sin tiempo, salvo el de ir a la escuela. Era un tiempo sin televisor en mi casa. Entonces, esperábamos ansiosos que unos vecinos nos invitaran a tomar la leche. Nosotros felices, más que por comer torta de chocolate y beber cascarilla de cacao, porque era nuestro momento de ver, en blanco y negro, Lassie, o Los 3 chiflados. Mi marciano favorito, El Llanero Solitario o la pequeña Lulú y no recuerdo que más.
¡Entonces sí que poníamos a prueba nuestra imaginación! Entonces sí que la infancia era tiempo de inocencia...
Y no. No quiero decir con esto que todo tiempo pasado fue mejor. Pero me atrevo a decir, en todo caso, que fue más calmo, más seguro, más pasito a paso, un peldaño tras otro, sin saltarnos ninguno.
Seguramente, quienes sean "cincuesesentones" y lean estas lineas, se identificarán con alguno de mis recuerdos pues no creo que sus vivencias de infancia sean muy diferentes a lo que cuento, independientemente del país en el que la hayan transitado.
Mencioné las fotos en blanco y negro..¡pero olvidé las fotos pintadas! Y no puedo decir esto, sin mostrar una de ellas en la que estoy con mi hermano, allá por el...¿'60? ¿'61? poco más o menos esta foto es de esos tiempos.
Es posible que las personas jóvenes, nunca hayan visto una "foto antigua" de verdad. Digo esto porque, en ciertos lugares turísticos, te sacan fotos con filtros y entonces parecen antiguas, pero en verdad no lo son.
Pueden reírse si quieren. Yo tengo la certeza de que, más de uno/una de los que ríen, se están reconociendo en esos cortes de pelo. 
Ya me voy. Salgo a buscar a la niña que fui, voy a reencontrarme con esa niña que regresó hoy a través de esta crónica.
Aunque sea unos instantes, porque pronto tengo que ir hacia la clínica para cuidar a mi amiga. 
Tendré que volver a ser una mujer adulta y ocuparme, durante tres horas, de acompañar a "La Flaca" en su lento, pero firme, proceso de recuperación.
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
Música en tiempos de covid-19
NOTA: Me gustó esta "versión andina" de la popular canción de León Gieco. Ya me dirán ustedes su parecer.
                                                                            Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 361 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Busqué este relato, específicamente, en mis archivos. Este y no otro porque creo que en estos difíciles tiempos que estamos atravesando gran parte del mundo, infelizmente,  está lleno de "Cachitos"
El Cachito
Lo recuerdo ahora como si lo hubiera vivido. Viene nítido a mí, el relato que escuché tantas veces en mi infancia correntina.
Imagino la escuela, alejada del casco urbano. 
Imagino  niños de miradas tristes, pieles agrietadas por el sol y el trabajo, sonrisas sin dientes y juegos en los recreos, como única alternativa de niñez.
Imagino también a las maestras, mirándolos condescendientes, sintiéndose cerquita de Dios por ser tan comprensivas y generosas con esos chicos "pobres", que lejos estaban de ser de la misma casta. 
Imagino aquella mañanita soleada, en que “importantísimas personas del pueblo”, hombres y mujeres de bien socios y socias del Club de Leones, concurrieron con su manto de piedad y un helado palito para cada infante. Ese fue el mejor regalo en el que pudieron pensar, a modo de celebración del día del niño, allá por agosto del ’66.
Luego, lo de siempre: chocolate con“caras sucias” y caras sucias. 
Globos, juegos y canciones acompañadas por la guitarra desafinada de la maestra de música, que tenía un sueldo de miseria pero, por suerte, un marido estanciero.
Risas, gritos, peleas, empujones y al fin, al menos por esa mañana, niños y niñas disfrutando de la infancia como pocas veces podían hacerlo.
Finalmente, y como todo lo bueno, se terminaba la feliz jornada.
Finalmente, como cada día, se aprestaban a volver a sus ranchos para dormir la siesta , apretados en un camastro, entre la pared de adobe y sus hermanos. 
Y fue justo con el sonar de la campana anunciando la salida escolar cuando solito en medio del aula, “el Cachito” seguía estático, incrédulo, revisando una y otra vez su viejo portafolio heredado de algún alma caritativa.
Se acercó a él, solícita la señorita Directora que, como correspondía a aquellos tiempos y a esa sociedad norteña, se llamaba Felisita.
Se acercó para decirle si estaba sordo y por eso no había escuchado la campana, que ya debería estar en la fila tomando distancia para despedir a las maestras y compañeros. 
Se acercó más y sólo entonces se dio cuenta de que Cachito, lloraba con lágrimas silenciosas, miraba incrédulo sus dedos pegoteados de chocolate y desesperado buscaba el helado palito que había guardado en su portafolio, con el más puro amor de todos los tiempos, para llevárselo a su mamá.

viernes, 10 de julio de 2020

Candelita

Tampoco me importa el mío
Estoy sorprendida y cambio abruptamente la crónica que había pensado compartir en esta ocasión.  
Es que acabo de leer que a partir del 13 de julio, en mi provincia, abrirán los jardines maternales, los quinchos y salones para eventos siempre que no superen las 20 personas.
Entiendo que no podemos vivir encerrados, entiendo que hay que aprender a convivir con el covid-19...
Lo que no entiendo es cual es el tema de establecer un máximo...
Ya se habrán informado, fue tapa de todo medio de información, que un grupo de científicos ha dicho que hay evidencias de que el Covid-19 puede infectar a las personas a través de pequeñas partículas en el aire.
Es decir: "Hasta ahora, tanto este grupo de científicos como la OMS coinciden en que el virus se transmite a través de las micropartículas de saliva que expulsa una persona portadora cuando habla, tose o exhala.
Pero difieren sobre qué pasa con estas micropartículas cuando están en espacios cerrados. Hasta hoy, la OMS había dicho que las partículas pueden recorrer un máximo de dos metros y luego caen al piso. En cambio, estos investigadores dicen tener evidencia de que el virus puede viajar por varios metros en sitios cerrados, en particular los poco ventilados, aumentando el riesgo de contagio." 

Tomado textual de https://www.france24.com/
Entonces, volviendo al punto inicial, me pregunto y les pregunto: ¿En qué radicaría la diferencia que los eventos sean de 20, 50 o más personas? Si, tal lo que parece, en los ambientes cerrados "el bicho vuela por los aires" contagiando a unos y otros sin distinción de credo, raza o poder adquisitivo.
Digo, con un infectado que asista a la fiesta es más que suficiente...¿O no?
Y ya se sabe que hay muchas personas portadoras asintomáticas así que...
Ciertamente con este virus sigue habiendo más incertidumbre que certezas y, ciertamente también, tenemos que aprender a convivir con él...¡hasta que encuentren la vacuna y/o medicación que lo extermine!
En el mientras tanto, me niego rotundamente a llamar "Nueva normalidad" a las situaciones que vivimos en el hoy. 
No es, al menos para mi, nada "normal" andar "embarbijada" y sin  poder abrazarme, besar y ser besada como antes de la pandemia.
En todo caso es una situación temporal, es lo que debemos hacer, es lo que nos toca vivir en este momento, pero eso no significa que sea "normal."
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.

Lu


        Música en tiempos de covid-19                                                                                      
NOTA: el martes 9 de julio de 1816 en la casa de Francisca Bazán de Laguna, en la Ciudad de Tucumán, se proclamó la independencia Argentina. 
Independencia política de la monarquía española y de toda dominación extranjera.
Comparto entonces el himno de mi país y afirmo -una vez más- que me siento orgullosa de ser argentina, de la buena gente de mi tierra, de sus paisajes, de su cultura, de sus artistas...
Quería compartir hoy una versión de "Serenata para la Tierra de uno" pero me emocionó esta versión del Himno Nacional Argentino. ¡Feliz independencia compatriotas míos!... 
Siempre y, particularmente, en estos tiempos de crisis que estamos atravesando.
Y para quienes me visitan y no son ciudadanos ni ciudadanas de mi país, espero que de todas maneras aprecien la calidad de las voces que lo entonan y la belleza de los pocos paisajes que se pueden ver en el vídeo. 
Eso sí, entiendo claramente que no se emocionen como yo. ¡Gracias por escucharlo!
                                                                Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 360 de la suelta de mis letritas)
Candelita
Candela, Candelita en el tiempo que sucedió este cuento que hoy les cuento, era una pequeña entrañablemente soñadora, artista nata. 
Sus dibujos, desde que tomó por primera vez un crayon, demostraron su vena artística, su condición innata para crear y su potencial creativo.
Siempre fue muy observadora, era de escuchar más que de hablar, siempre me pareció que era una niña tímida. Suponía yo que esa característica se debía a su enorme vida interior, esa que la dejaba ensimismada ante una obra pictórica, una narración o cualquier manifestación de arte que tuviera a su alcance.
Era, eso sí, una niña curiosa por naturaleza, siempre quería saber más de cada aprendizaje, de cada concepto, de cada descubrimiento. 
Cande volcaba al papel, en imágenes, todo lo que veía y sorprendía.
Conservo aun muchas de sus obras, esas que supo regalarme entre sus 4 y sus 10 años poco más o menos.
Por aquellos tiempos, su mamá y yo éramos amigas entrañables a pesar de nuestras diferentes edades, siendo yo 10 años mayor que ella.
Y si hago esta salvedad es porque en una de las tantas visitas compartidas, mientras charlábamos, Candelita que tendría unos 7 u 8 años dibujaba y parecía ajena a nuestra conversa tan animada.
Recuerdo que le contaba a mi amiga que pronto llegaría mi familia de Corrientes a visitarme y a conocer Ushuaia. 
Vendrían unas primas y unas tías, dije. 
Entonces 
Candelita levantó la vista de su trabajo, dejó los lápices, se rascó la frente y, mirándome a los ojos fijamente, dijo:
-Tus tías?
-Si Cande, mis tías.
-Ayy que viejas que han de ser!
dijo y volvió a su dibujo sin preocuparse de nuestras risas y al certero golpe que le dio a mi orgullo al darme cuenta que, evidentemente,  para ella era yo una señora bastante mayor o, sin eufemismo alguno, una "vieja". 

viernes, 3 de julio de 2020

Y Juan lo dijo...

Tampoco me importa el mío
Semana atravesada si las hay.
La nieve, que cae intensa en otras localidades patagónicas, se olvidó de regresar a Ushuaia. 
Frío, pero frío en serio, es lo que sentimos por estos días en mi ciudad. La calefacción de siempre no da a basto y andamos narices coloradas a pesar de los tapabocas, gorros de polar, que permanecían arrumbados, contentos porque ahora pueden salir a lucirse un tanto por las calles escarchadas y dedos duros, los míos, pues si bien no he hecho una lista de cosas que me molestan más, no tengo dudas de que los guantes están en el primer puesto.
Mi amiga pasó finalmente a sala común. (Para quienes no han pasado antes por este espacio resumo: he tenido una amiga internada en terapia intensiva y en estado muy delicado)
Es una excelente noticia y nos organizamos con su familia para que siempre alguien esté con ella.
Esta situación me tiene más caótica que siempre y no he podido trabajar en esta crónica de inicio.  Por lo mismo es que estoy improvisando...
¡¡La causa es buena mis queridos y queridas que por aquí pasan!!
Entonces, esperando me justifiquen les prometo que el relato es divertido y seguramente lo disfrutarán al igual que la canción, que la elegí porque me despertó mucha ternura el ver y oír a una familia tan armónica, casi "fuera de lo común" en estos tiempos.
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
  Lu
Música en tiempos de covid-19
                                         Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 359 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Regreso a mis archivos y, para seguir con historias de peques, comparto una que alguna vez ya publiqué pero que es, me parece, otra genialidad de la espontaneidad que es privilegio de los niños y las niñas. Ya me dirán. Es 100% real, sucedió allá por el 98 poco más o menos.
Y Juan lo dijo...
...Los locos en la niebla
Y los niños en la aurora de sus palabras dementes
según dice la gente cada cuál a su modo nunca miente
Pero a los locos se los mata
Y los niños crecen
Silvina Garré "Los locos y los niños"
Mal genio tenía Juan.
A sus cuatro años se aburría en el jardín de infantes y se pasaba las mañanas refunfuñando. Todas las actividades que hacían en su sala -decía- eran pavadas.
Una de esas mañanas, caminaba por el patio protestando y "soplando", en tanto yo lo observaba desde mi oficina.
Me encantaba Juan. 
Entonces 
Decidí dejar mis papeles en espera y salir de la secretaría a conversar con él.
-¡Hola Juan! ¡Buen día! ¿O para vos no lo es? Me parece que estás muy enojado.
-¡Siiii! ¡estoy enojado!
-¡Pero! ¿Que te  pasó? ¿Dormiste mal ?
-¡Si, si dormí mal.
-Ahhh! ¿Pero tuviste pesadillas?
-Sí, tuve pesadillas
-Ay que feo Juan ¿Y podés contarme lo que soñaste?
.¡Siii! ¡¡Soñé con todas ustedes, las maestras!!
Luego
Se dio media vuelta y siguió su camino, así como si nada, más liviano que el aire y sin protestar.