Tampoco me importa el mío
En esta ocasión, sale "EDICIÓN EXTRA".
¡Extra extraaaaa" -perdón la disgregación pero me acordé de los "canillitas" de antaño.
Decía que sale extra porque viene de despedida hasta el año próximo y por eso "Hay de todo como en botica"
Les cuento, el 16 de diciembre llega una de mis primas de María Susana, el pueblito "mágico" que ya les conté y se quedará haste el 1 de enero inclusive.
Podrán imaginarse que hagamos lo que hagamos, poco tiempo me quedará libre porque, aunque el clima siga enloquecido como hasta ahora y no nos permita hacer salidas al aire libre, no nos alcanzarán las horas para contarnos la vida, compartir con amigas, salir a cenar y tantas actividades más.
Y hablando del clima, pensé para esta edición despedida compartir con ustedes fotos de ñires plenos de "PAN DE INDIO".
¿Y qué tiene que ver con el clima? Se estarán preguntando. Pues ¡Mucho! Es el único indicio que tengo de que en verdad el verano -al menos en el calendario- está llegando.
¿Y qué y cómo es el pan de indio?
Aquí las fotos para que puedan apreciarlo y luego les cuento de qué se trata:
El "Pan de Indio", cuenta la leyenda que se lo conoce con ese nombre pues era parte de la alimentación de los habitantes originarios, es un hongo que parasita troncos y ramas de los nothofagus y cuyo nombre científico es: Cyttaria harioti
Se ven muy bonitos los árboles cubiertos con esos frutos carnosos anaranjados. Al menos a mi me gustan mucho.
En cuanto a sabor, la vez que he probado alguno me pareció insípido, o sea no sentí ningún gusto particular.
Dicho esto, comienzo a despedirme.
No sin antes desearles que pasen las fiestas cómo y con quien ustedes en verdad tengan ganas.
Que el año próximo sea mejor para el mundo en general, y para cada quien en particular.
Este año no preparé tarjeta, pero van mis saludos a través de las viñetas de la siempre genia y siempre vigente Mafalda como así también de "La musiquita para la ocasión"
Los y las invito entonces a disfrutar de esa canción y de una dosis extra de Mafalda y las fiestas. Viñetas que, por cierto, expresan mi sentir:
Lu 💓💓🎄
Esa Musiquita para la ocasión
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloguera”, para publicarme...entrega Nº578 de la suelta de mis letritas)
Perdiendo la inocencia
Julián era un bello niño. Primer hijo, y único en el momento en que sucedió esta historia, cargaba con todas las ansiedades de padres primerizos, los temores y el sueño que soñaban de ser padre/madre perfectos.
Julián, por ese entonces tenía 5 años y en su corta vida, si algo abundaba era lo mágico, lo fantástico y su credulidad e inocencia no tenían límite alguno. Todo era posible, nada era “como si”…todo podía pasar…
Llegaba Papá Noel y sonaban campanitas o, incluso alguna Noche Buena, alborozado, contaba que “había visto volando en medio de las nubes el trineo de Papá Noel con los renos que trotaban rapidito”
Magia, era lo que hacía su familia, al momento de esconder regalos para que en las navidades fuera un creíble Papá Noel quien los dejara en el arbolito.
Luego, en enero, con mucha voluntad y esmero, trabajaba para dejar una buena cantidad de pasto y varios recipientes con agua para los camellos, ponía sus zapatos junto al árbol e intentaba no dormirse para verlos llegar…
Por suerte para sus “padres-magos”, que alimentaban esas fantasías, en algún momento caía rendido entonces podían poner los regalos y hacer desparecer la cena de los camellos.
Claro que también existía el ratón Perez, que se llevaba los dientes para hacer collares para su novia, a cambio de algunas monedas.
Y los duendes que chiflaban como el viento anunciando, a la hora de ir a dormir, que el día siguiente sería más divertido aún que el que estaba finalizando. O el duende “junta cosas”, que guardaba en un carrito todos los objetos perdidos y fuera de lugar. ¡Ni hablar que cada hongo, aún los de la humedad de las paredes del galpón, eran casitas de hadas y duendes!
En fin, que Julián era un niño como todos, pero si en algo se diferenciaba era justamente por lo ilimitado de su fantasía.
Y miraba dibujitos animados… ¡adoraba a Speedy González! …tanto que contaba a sus compañeritos y maestra del Jardín de infantes, que él lo tenía en su casa, y a la noche, “cuando iba a dormir a su camita, colgaba el enorme sombrero en un percherito…”
Así las cosas, estrenando los 7 años, sus padres deciden pasar la noche buena en Varadero.
Necesitaron por lo tanto convencer a Juli de que tenía que pedir un regalo pequeño, pues en ese lugar al que iban de vacaciones, “hacía mucho calor y, al parecer, Papá Noel se cansaba mucho y por eso no podría llevar demasiado peso en su trineo”.
Julián escribió una cartita entonces pidiendo un disfraz de Tortuga Ninja…El papá y la mamá, suspiraron aliviados. Nada más fácil de transportar desapercibido dentro de las valijas.
Todo transcurría con tranquilidad, disfrutaban de la cena que ofrecía el hotel acorde a la celebración, Julián correteaba con otros niños turistas en un lugar habilitado para tal fin. Minutos antes del brindis Daniel, el papá, subió presto a la habitación para dejar el regalo junto al pequeño arbolito que personal del hotel había puesto en la misma.
Luego del brindis, ante la insistencia del pequeño, subieron a ver si “ya había pasado” y la sorpresa fue que el niño al ver su regalo, aún antes de abrirlo, se asomó al balcón del cuarto y mirando hacia la fina y blanca arena de la playa exclamó en un tono diferente al que hasta entonces había registrado: - ¡No pudo ser Papá Noel! ¿Cómo va a llegar con su Trineo sin dejar huellas en la arena?-