Tampoco me importa el mío
Y por eso hoy, voy a transcribir un relato, que me pasó mi amiga Norma. Pero antes quiero dejar algunas constancias al respecto.
Norma y su marido, llegaron a Ushuaia, en 1974 con muchas ganas de trabajar y progresar en la Tierra del Fuego. Venían ambos contratados por el Gobierno territorial, para desempeñarse en sus respectivas profesiones, y -como sucedía en aquellos lejanos tiempos- lógicamente tendrían vivienda de servicio. Apenas traían una valija con ropa y otra, muy grande, repleta de libros pues ambos eran muy lectores y esos libros constituían por lo tanto su más preciado tesoro.
Como la vivienda no estaba lista aún, los alojaron en el hotel Antártida, y ni bien estuvieron en su habitación improvisaron, con mucho orgullo, una biblioteca con 4 tarros de pintura y un par de tablones.
Pues...tal parece, eso y el ser pensantes, los convirtió en "SUBVERSIVOS" y en este pueblo que por aquellos tiempos no tenía más de 400o habitantes, algunos quisieron ser más papistas que el papa y convertirse en "HÉROES " y "CAZAR ZURDOS" y esta pareja de "recién llegados" les vinieron como anillo al dedo...
Me enteré de esta historia hace apenas unos días, me la contó la protagonista personalmente, y a pesar de ello me costaba creerlo. Es que yo llegué Ushuaia en los albores de la democracia, creyendo que estaba este paraíso ajeno al horror, las torturas, persecuciones ideológicas y muertes.
Y en verdad, no fue así, y pienso que Norma y su marido, tuvieron suerte, porque no los llevaron a la Base Naval, los detuvieron en la comisaría de calle Laserre durante 15 días, adonde se presentó inmediatamente el Juez Federal ( no había otro, recuerden que Tierra del Fuego era territorio nacional) que seguramente fue quien los rescató.Juez que luego de este episodio, lo dejaron sin el cargo, y en su reemplazo mandaron a un amigo personal de Massera. Y de todas maneras, si bien los liberaron, la persecución siguió por mucho tiempo. De hecho, los declararon prescindibles en sus trabajos, los vigilaban, les sembraron pruebas falsas, y vivieron situaciones impensables...
Amigos y amigas, espero que comprendan este mensaje, a pocos días de haber conmemorado otro 24 de marzo. Un botón, basta de muestra.
Y creo firmemente que el germen siempre está latente, que por eso debemos defender esta mala democracia que tenemos, antes que permitir nuevamente que las botas nos aplasten.
Y me disculpo por no publicar alguna obra mía, pero de verdad creo que la de Norma debe ocupar mi espacio hoy, dejando claro que no es puro cuento, son hechos reales. Nada es ficción en este caso...
Como siempre,gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? ¡Hasta el jueves próximo! Buena vida
La frase para pensar:
Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.
Eduardo Galeano
Acá no zafás:
(para eso me hice “bloggera”, para publicarme..pero hoy, publico a Norma Alvarez)
El beso de Judas
Uno nunca se olvida dónde estaba y qué hacía cuando lo atravesó
alguna noticia conmocionante.
El 24 de marzo de 1976 me encontró en Ushuaia,
había llegado dos años antes recién casada, éramos profesionales jóvenes
contratados por el Gobierno del Territorio.
Del golpe me enteré por Radio Nacional (la
única que se escuchaba entonces) y...los detalles no abundaban.
A media mañana de ese 24 nos encontramos en la
subida de Piedrabuena (frente al Hotel Mustapic) con Ricardo, un periodista joven.
Paramos nuestro Dodge 1500 turquesa (quién se olvida de su primer auto?) y él
su Citroen 3CV.Y así, de ventanilla a ventanilla : " Che, Ricardo ¿qué
sabés del golpe?¿quiénes son?"..."militares de centro izquierda"
nos dijo.
A esta altura el lector deducirá cómo analicé
en el futuro cada información periodística.
Vivíamos en un hotel, también entonces el
problema habitacional era gravísimo; pero el desafío profesional era importante
como para soslayar éste y otros inconvenientes.
Ushuaia no me había recibido bien. Al año de
llegar contraje una tuberculosis que me tuvo varios meses hospitalizada. Para
el 24 de marzo estaba aún en tratamiento pero ya podía trabajar un par de horas
al día. El resto las pasaba leyendo.
El living del Hotel con su maravillosa vista me
albergaba en tantas horas de lectura (una reflexión: la tuberculosis ha hecho
un gran aporte a mi cultura general).Tanto tiempo estaba allí sumergida en los
altos sillones, que mi escueta humanidad pasaba desapercibida para los pocos
que atravesaban la recepción.
Semanas después del golpe un funcionario del
Territorio entra al vacío hotel y se pone a charlar con uno de los dueños...
.- Lo venía a ver a Ud., ¿podemos hablar aquí?
.- Si, por supuesto, estoy solo...
.- Bla,bla,bla...y yo soy el encargado de eliminar todo lo que
huela a zurdo en la Isla, dijo el funcionario, por eso estoy visitando a gente
confiable de la comunidad para que nos ayuden con información en esta tarea.Ud.
ha sido uno de los primeros en quien pensamos.
.-Por supuesto, contestó el dueño del hotel, coincido plenamente
con los objetivos. Y le digo más: creo que tengo algo para Ustedes.
La charla fue
corta y concisa. Se despidieron prometiéndose juntarse en otra oportunidad.
Yo seguía sumergida en mi sillón, sin entender por entonces el alcance de lo escuchado.
Días después mi esposo fue apresado y a mí una comisión pertrechada como para la guerra me sacó a punta de ametralladora de mi oficina en la Casa de Gobierno. Era ridículo ver semejante despliegue de efectivos apuntando a mis magros 38 kg...mientras subía con bastante dificultad la cuesta de Laserre para llegar hasta la Jefatura de Policía donde permanecí presa.
Pese a todos y a todo (prescindibilidad en la Administración Pública, intentos de sacarnos de la Isla, acoso policial, etc.) nos quedamos. Este había sido elegido nuestro lugar en el mundo y aquí nacieron después nuestros hijos.
Veinte años después mi hija, adolescente entonces, comienza a noviar con el nieto de aquel funcionario del proceso. Cosas de pueblo chico, indudablemente. Pero un día, durante una reunión familiar en casa de su novio, conoció al abuelo.
Yo seguía sumergida en mi sillón, sin entender por entonces el alcance de lo escuchado.
Días después mi esposo fue apresado y a mí una comisión pertrechada como para la guerra me sacó a punta de ametralladora de mi oficina en la Casa de Gobierno. Era ridículo ver semejante despliegue de efectivos apuntando a mis magros 38 kg...mientras subía con bastante dificultad la cuesta de Laserre para llegar hasta la Jefatura de Policía donde permanecí presa.
Pese a todos y a todo (prescindibilidad en la Administración Pública, intentos de sacarnos de la Isla, acoso policial, etc.) nos quedamos. Este había sido elegido nuestro lugar en el mundo y aquí nacieron después nuestros hijos.
Veinte años después mi hija, adolescente entonces, comienza a noviar con el nieto de aquel funcionario del proceso. Cosas de pueblo chico, indudablemente. Pero un día, durante una reunión familiar en casa de su novio, conoció al abuelo.
.- ¿Así que sos la hija de
Z? ¡Qué emoción!
"No sabés, má, cómo me abrazó y lo afectuoso que fue conmigo".
"No sabés, má, cómo me abrazó y lo afectuoso que fue conmigo".
Hoy al leer este apunte, mi hija se estará enterando del profundo asco que sentí en ese momento.
Norma
LU, CREO QUE FUE MUY ACERTADA TU ELECCION ...........
ResponderBorrarYO , ERA MUY CHICA, ASI QUE ESE MOMENTO LO VIVI , FILTRADO POR MIS MAYORES .
LA HISTORIA DE NORMA ES MUY GRAFICA, Y MUY OPORTUNA.
UN GRAN BESO .......
LA UBALDON
Hola, Lu, tarde pero segura. ¿Qué podría agregar yo a esa anécdota? Soy historia viviente de aquellos años horrorosos en los que el mañana no existía, y menos para los que, jóvenes y llenos de energía, pensábamos diferente y luchábamos por nuestras ideas. Muchos de mis amigos de entonces vivieron situaciones parecidas a la de Norma y su esposo, o peores, para algunos el exilio fue su tabla de salvación, otros ya no están para poder contarlo, y los que quedamos, entre los que me incluyo, seguimos conservando la MEMORIA, algo que nos sirve para que nuestros descendientes sepan, conozcan y no olviden que lo que costó tantas vidas, vale la pena conservarlo.
ResponderBorrarY, amiga, disiento con vos, no es esta una «mala democracia», es la que como dice nuestro bello himno, la «que supimos conseguir» y eso, no tiene calificativo porque las pérdidas de vidas e identidades con las que pagamos por ella, tampoco tienen nombre ni precio.
Buenísimo lo tuyo de recordar lo que nadie en este país debería olvidar, besos, Evy