Tampoco me importa el mío
Luego de la afortunada visita a mi odontólogo la semana anterior -recuerden, iba por un turno y salí con el arreglo hecho- debería haber ido una vez más pero se me pasaron los días y aun no he concurrido.
Creo que, entre otros motivos, me sucede porque la verdad es que a mi ir al consultorio odontológico me da "miedito"
De esto quería hablar, pienso que tal vez logre exorcizar mi temor si lo saco afuera contándoselo a ustedes.
No tiene que ver con el profesional que me atiende.
Esteban es bueno en lo suyo y además es muy "copado". Charlamos mucho y me agradan nuestras conversaciones que, por cierto, además son divertidas.
Pero...
a pesar de ello a la hora de abrir la boca me pongo tensa, me contracturo y "sufro"
Él, que lo sabe, se ríe y me dice-"Alguien tiene que hacer el "trabajo sucio"
Y luego, mientras me hace el tratamiento correspondiente, no para de hablar y preguntarme cosas.
Y este, creo, es un "defecto" de la mayoría de los dentistas...
¿O no que se la pasan hablando mientras una/uno está con, los ojos cerrados, la boca abierta, la "carretilla" desencajada y el cuello duro?
Por lo tanto imposible sostener el diálogo, que pasa a transformarse en monólogo, con ocasionales sonidos guturales del estilo de: "aggg", "ajá""ugg", "eee" "gnoo" o similares, como toda respuesta.
Y ¡ni hablar! de cuando te indica que te enjuagues pero no embocás el vaso porque aun te dura el efecto de la anestesia, o cuando empezás a babear y ese maldito "cañito chupa saliva", que no soportas, no hace su trabajo porque seguramente, sin querer, ya lo corriste de lugar.
Y para no extenderme más no voy a contar del odioso chirrido del torno...
En fin, este es un pequeño resumen de lo que a mi me sucede, tal vez a vos que me estás leyendo no te pase nada y hasta te resulte placentera la visita al consultorio odontológico.
Tal vez a mi me pasa todo eso y más porque me pongo nerviosa tan solo sentarme en ese "sillón de tortura" y colocarme el "babero", por si me chorrea la baba aun a pesar de los cuidados del profesional.
¡Ufff! ¡un espanto! Por suerte, tras un intenso y eterno momento, se acaba.
Luego...
mientras me recompongo, empiezo a hablar poco a poco y, por enésima vez, le digo que prefiero mil veces ir a la consulta ginecológica que a la odontológica.
Recompongo mi dignidad y salgo diciendo algo gracioso mientras pienso:
¡pero que tipa boluda, tanto terror a un arreglo dental!
Ya me voy, pero no sin antes contarles que hace muchos años teniendo yo, poco más o menos, unos 27 fui a la consulta con un odontólogo muy joven también y, además, muy lindo tipo.
Los nervios, desde siempre y por siempre, me llevaron a apretar fuertemente en esa ocasión el apoya brazo del sillón...
Bueno, lo que yo creía que era porque de repente se movió y entonces me di cuenta que lo que estaba apretando era ¡el muslo del odontólogo joven y bonito!
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
Música en tiempos de covid-19
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 383 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Sale uno de los poemas que me gustan y mucho, de esos que escribía cuando mente y corazón movían frenéticamente mis dedos y las letritas se conjugaban en versos que bailaban sobe el teclado, se inmortalizaban en algún sitio remoto y también en papel.
O, dicho más sencillamente, cuando las musas no andaban fugadas huyendo del COVID
Andamiame la vida
Puedo
proyectar/me
construir/me
ser feliz
fracasar...
Puedo
ver el sol
ser yo
con mi voz
-aun sin vos-
Puedo
crecer y creer
soñar y jugar
morir y nacer...
Puedo. Lo sé.
Pero...
cuánto camino allanado,
tanto más fácil sería,
si me dieras la mano
y andamiaras mi vida.
Holalú!
ResponderBorrarMuy simpática y expresiva ("aggg", "ajá""ugg", "eee" "gnoo") tu visita al odontólogo. La verdad es que dan un poco de "yuyu" esas visitas, a menudo sale uno con un cacho menos de diente en la boca y en el bolsillo (esto siempre). Afortunadamente yo disfruto de una dentadura sana, aunque mi visita anual no me la quita nadie y siempre hay algo que corregir (el año 2020, con los confinamientos, me la he saltado). Me pasa como a ti, oír el chirrido del torno hurgando sin piedad mi intimidad bucal me enerva, ¿para cuándo tornos silenciosos? Y una pregunta: ¿cuánto tiempo tardó el odontólogo joven en decirte algo así como: "joven, está usted agarrándome la pierna"? :D
Los andamios ayudan durante un tiempo, pero a veces acaban derrumbándose. Entonces es difícil encontrar material diferente para construir otro. Al final, uno mismo tené que ser su propio andamio.
Un abrazo, Lu.
Achei interessante a forma como descreves a tua visita ao odontólogo. Eu também sou um pouco como tu...Jajajaja
ResponderBorrarQuanto ao teu poema, gostei muito. Permito-me sublinhar a última estrofe:
"Pero...
cuánto camino allanado,
tanto más fácil sería,
si me dieras la mano
y andamiaras mi vida."
Besos... y un buen fin de semana!
Hola Diego! Extrañaba tu visita. La huella que dejas cada vez que pasas por esta casa es siempre interesante y, generalmente, me arrancan una gran sonrisa.
ResponderBorrarY esta vez no es la excepción.
Ingeniosa y cierta la primer frase de hoy que me hizo sonreír: "a menudo sale uno con un cacho menos de diente en la boca y en el bolsillo (esto siempre)."
¿Sabés que cada vez me pregunto más a menudo como es que con tanta tecnología de avanzada aun no han logrado un torno silencioso?
Jajajaaj Creo que el odontólogo joven a esa joven atolondrada no le dijo nada.
Hasta donde llegan mis recuerdos cuando me di cuenta me puse más nerviosa todavía y usando esos sonidos guturales de los que ya dije expresé algún tipo de disculpa. Luego, ni bien pude hablar, abundé en explicaciones de mis nervios y más.
Diego, gracias por esa reflexión tan cierta que haces sobre los andamios. ¡Me llegó fuerte amigo!
Abrazo y que tengas un lindo fin de semana
Hola Albino
ResponderBorrar¿Cierto que los odontólogos dan algo de "miedito"?
Ya ves, el amigo Diego también confiesa que ir a esa consulta le genera un poco de "yuyú"
Qué bueno saber que te ha gustado mi poema! Un honor para mi.
Que disfrutes del fin de semana en tu bella ciudad
Abrazi
Yo ya nada más pensar que tengo que ir, ya me pongo más tensa que un palo. Es al único profesional que le tengo miedo. Y digo como tú voy mejor al ginecólogo que al dentista Es superior a mí Lu y no lo puedo evitar, encima ahora con el bicho parece que lo tememos más por el contagio y eso que extreman las medidas. En fin es un suplicio por el que hay que pasar.
ResponderBorrarMe encantó el andamiaje. Es buen tenerlo seguro por si mismo, pero cuando encontramos uno en el que apoyarnos y nos apoya todo va mejor.
Buen domingo. Cuídate.
Un abrazo .
Yo se de una, que con la excusa de los nervios le puso al dentista la mano donde la espalda pierde su nombre, hasta que escucho a la enfermera decir: por favor señora, deje usted de manosear a mi esposo.... Así, como también me contaron que entró en una ocasión una jovencita, para una limpieza de dientes y cuando él le decía abre la boca, y acercaba su cara para verla más de cerca, ella, le guiñaba el ojo y le ponía boquita de piñón, por lo que tuvo que cortar la situación diciéndole a la enfermera (su esposa, y también odontóloga): "toda tuya", y en diez minutos la despachó de allí, previo pago...
ResponderBorrarEste matrimonio son amigos, y me creo estas anécdotas que me contaban de ellos.
A mi también me da mucho respeto ir al dentista, así que cuando he ido he hecho de tripas corazón, y he aguantado con actitud estoica, y sin rechistar lo más mínimo, eso si, de ahora en adelante procuraré no sacar las manos de los bolsillos...por si acaso.
Bueno, como verás, hoy me encuentro muy animado y dicharachero, y por eso me he venido aquí para echar la mañana contigo. jeje.
Me ha encantado tu poema, y he disfrutado mucho con tu relato; y de inmediato voy a buscar que es un dentista "capado", perdón quise decir "copado".
Un fuerte abrazo, amiga Lu.
Lau, si bien es cierto que "mal de muchos consuelo de..." me alegra saber que no soy la única a la que la consulta odontológica la supera. Es tal cual lo dices amiga "Es superior a mí Lu y no lo puedo evitar"
ResponderBorrarCierto, es lo que siento y pienso, de a dos todo es más llevadero. (Dos que se entiendan y complementen obvio, pues también es cierto que "mejor sola que mal acompañada")
Buena semana Lau
Va mi beso "embarbijado"
Manu!!Qué suerte que viniste a visitarme temprano.
ResponderBorrarEs genial arrancar el día echándose unas risas y con tus cuentos créeme que empecé el día muy "copada"
Y no es que tenga "copa grande", es que estoy muy entusiasmada (eso dice la RAE que vaya a saber porque atribuye la palabreja únicamente a Uruguay cuando es más argentina que el dulce de leche)
Te dejo un enlace que de todo lo que encontré googleando es el que más "me copa" jajajaja
https://www.serargentino.com/gente/como-hablamos/que-copado
Abrazo va amigo y está bien no sacar las manos del bolsillo, sobre todo si te atiende la esposa de tu amigo...😂
Hola Lucía, otra vez al borde del próximo post. Es que este verano me tiene mal, con sus altas temperaturas y la cantidad de cosas que estoy haciendo arreglar en la casa. Parece que cuando se descompagina una se contagian todas, Un caño que se tapa, el techo que se llueve, una canilla que pierde, el aire que no funciona. Llego agotada a la hora de dormir. Yo que era una noctámbula empedernida me encuentro acostándome a las diez y durmiendo a las doce.
ResponderBorrarMe quedó eso de la visita al dentista y me pregunté por qué aun siendo adultos seguimos teniendo ese miedito al consultorio, siendo que hoy en día ya no es una cámara de torturas como en otros tiempos. Y no encuentro la respuesta. Muy graciosa la descripción de lo que nos pasa cuando nos anestesian y lo que encontraste vos creyendo que apretabas el apoya brazo.
Me encantó el video, y por supuesto el poema que no por conocido me resulta menos maravilloso. Hasta mañana, besos, Evy
Me he echado una buenas risas entre tu historia, Lu, y los comentarios de Diego y Manuel, por desgracia, voy mucho al dentista, y me han hecho de todo bueno y malo, ahora encontré una mujer que es súper, me río con ella y además es una buenísima profesional, y yo la sigo a dónde va y, claro como es tan buena, cada vez está en clínicas mejores y a mí me sale el dentista por un ojo de la cara, como decimos por acá.
ResponderBorrarAsí que ahora lo que peor llevo es cuando me hacen radiografías o moldes, es meterme esas cosas en la boca y me dan arcadas, así que tengo que hacer una especie de meditación y ponerme en trance para que puedan trabajar dentro de mi boca. En realidad en toda la sesión me imagino que estoy en la playa y cosas placenteras para olvidarme de los chismes, de la anestesia y ruiditos varios.
Ya ves, que tardo, pero voy llegando, Lu. mi viada es un trajín.
Estoy con Diego en lo de los andamios, al final los que te procuras tú misma son los que mejor te sostienen. Bello poema, Lu.
Abrazo,