viernes, 17 de julio de 2020

El Cachito

Tampoco me importa el mío
Porque los años agudizan la sensibilidad, porque los días tan breves como oscuros me encuentran nostalgiosa, porque estoy hastiada de tanta información sobre "el bicho"con sus idas y vueltas más los muertos contados como si fueran frutas, panes o tornillos, porque ando muy ocupada con la salud de mi amiga Berta que "va y viene", o porqué si nomás vuelvo en una introspección veloz a mis días de infancia. 
A las fotos en blanco y negro, a los juegos en la vereda, a la soga y el elástico en la escuela.
Recuerdo que nos sentábamos con mi hermano en la vereda de nuestra casa, y jugábamos al cine. La gran pantalla era la medianera y la película las luces y sombras proyectadas sobre la misma, al caer la tarde y encenderse las primeras luces de la calle. 
Era un tiempo sin tiempo, salvo el de ir a la escuela. Era un tiempo sin televisor en mi casa. Entonces, esperábamos ansiosos que unos vecinos nos invitaran a tomar la leche. Nosotros felices, más que por comer torta de chocolate y beber cascarilla de cacao, porque era nuestro momento de ver, en blanco y negro, Lassie, o Los 3 chiflados. Mi marciano favorito, El Llanero Solitario o la pequeña Lulú y no recuerdo que más.
¡Entonces sí que poníamos a prueba nuestra imaginación! Entonces sí que la infancia era tiempo de inocencia...
Y no. No quiero decir con esto que todo tiempo pasado fue mejor. Pero me atrevo a decir, en todo caso, que fue más calmo, más seguro, más pasito a paso, un peldaño tras otro, sin saltarnos ninguno.
Seguramente, quienes sean "cincuesesentones" y lean estas lineas, se identificarán con alguno de mis recuerdos pues no creo que sus vivencias de infancia sean muy diferentes a lo que cuento, independientemente del país en el que la hayan transitado.
Mencioné las fotos en blanco y negro..¡pero olvidé las fotos pintadas! Y no puedo decir esto, sin mostrar una de ellas en la que estoy con mi hermano, allá por el...¿'60? ¿'61? poco más o menos esta foto es de esos tiempos.
Es posible que las personas jóvenes, nunca hayan visto una "foto antigua" de verdad. Digo esto porque, en ciertos lugares turísticos, te sacan fotos con filtros y entonces parecen antiguas, pero en verdad no lo son.
Pueden reírse si quieren. Yo tengo la certeza de que, más de uno/una de los que ríen, se están reconociendo en esos cortes de pelo. 
Ya me voy. Salgo a buscar a la niña que fui, voy a reencontrarme con esa niña que regresó hoy a través de esta crónica.
Aunque sea unos instantes, porque pronto tengo que ir hacia la clínica para cuidar a mi amiga. 
Tendré que volver a ser una mujer adulta y ocuparme, durante tres horas, de acompañar a "La Flaca" en su lento, pero firme, proceso de recuperación.
Gracias por pasar. Hasta el viernes próximo, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
Música en tiempos de covid-19
NOTA: Me gustó esta "versión andina" de la popular canción de León Gieco. Ya me dirán ustedes su parecer.
                                                                            Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº 361 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Busqué este relato, específicamente, en mis archivos. Este y no otro porque creo que en estos difíciles tiempos que estamos atravesando gran parte del mundo, infelizmente,  está lleno de "Cachitos"
El Cachito
Lo recuerdo ahora como si lo hubiera vivido. Viene nítido a mí, el relato que escuché tantas veces en mi infancia correntina.
Imagino la escuela, alejada del casco urbano. 
Imagino  niños de miradas tristes, pieles agrietadas por el sol y el trabajo, sonrisas sin dientes y juegos en los recreos, como única alternativa de niñez.
Imagino también a las maestras, mirándolos condescendientes, sintiéndose cerquita de Dios por ser tan comprensivas y generosas con esos chicos "pobres", que lejos estaban de ser de la misma casta. 
Imagino aquella mañanita soleada, en que “importantísimas personas del pueblo”, hombres y mujeres de bien socios y socias del Club de Leones, concurrieron con su manto de piedad y un helado palito para cada infante. Ese fue el mejor regalo en el que pudieron pensar, a modo de celebración del día del niño, allá por agosto del ’66.
Luego, lo de siempre: chocolate con“caras sucias” y caras sucias. 
Globos, juegos y canciones acompañadas por la guitarra desafinada de la maestra de música, que tenía un sueldo de miseria pero, por suerte, un marido estanciero.
Risas, gritos, peleas, empujones y al fin, al menos por esa mañana, niños y niñas disfrutando de la infancia como pocas veces podían hacerlo.
Finalmente, y como todo lo bueno, se terminaba la feliz jornada.
Finalmente, como cada día, se aprestaban a volver a sus ranchos para dormir la siesta , apretados en un camastro, entre la pared de adobe y sus hermanos. 
Y fue justo con el sonar de la campana anunciando la salida escolar cuando solito en medio del aula, “el Cachito” seguía estático, incrédulo, revisando una y otra vez su viejo portafolio heredado de algún alma caritativa.
Se acercó a él, solícita la señorita Directora que, como correspondía a aquellos tiempos y a esa sociedad norteña, se llamaba Felisita.
Se acercó para decirle si estaba sordo y por eso no había escuchado la campana, que ya debería estar en la fila tomando distancia para despedir a las maestras y compañeros. 
Se acercó más y sólo entonces se dio cuenta de que Cachito, lloraba con lágrimas silenciosas, miraba incrédulo sus dedos pegoteados de chocolate y desesperado buscaba el helado palito que había guardado en su portafolio, con el más puro amor de todos los tiempos, para llevárselo a su mamá.

8 comentarios:

  1. Querida Lucía, estás volviendo por tus raíces, qué linda la intro, me hizo recordar que yo también en mi barrio esperaba con otros chicos que la madre de Nelly y Luisito nos dejara ir a su enorme cocina a mirar televisión con la premisa de no hacer ruido y portarnos bien porque si no nos teníamos que ir. Yo me quedaba muy quieta en una silla petisa para mirar Los tres chiflados. Por supuesto que no nos invitaban con nada porque a pesar de ser la familia más «rica» del barrio, no eran tan amables y nos hacía recordar la señora Maruca, que estábamos en «casa ajena». También tuve el corte de pelo «a la taza» y fotos pintadas, en esos cuadros que hacían algunos fotógrafos que recorrían los barrios haciendo fotos de chicos a nombre de una empresa llamada Rodín. A mi hermana y a mí nos hicieron dos, uno juntas y otro separadas. Claro que hay un poco de distancia entre tu infancia y la mía, ya en los 60 yo era una adolescente, pero de todas maneras la forma de vida argentina no cambió mucho desde mi infancia a la tuya. Y estoy de acuerdo con vos, no fueron tiempos mejores, pero sí como bien dices, más pausados, con menos apuro, pasito a paso, viviendo cada etapa sin tanta velocidad como ahora.
    Párrafo aparte para tu ajetreo de andar ocupada cuidando a una amiga en su recuperación, eso es algo que tiene un valor enorme para ella y para vos, valuado en afecto y atención, una verdadera amistad.
    Otro párrafo aparte para tu cuento de Cachito, que también trajo a mi memoria recuerdos de mi paso por la escuela de monjas, donde las diferencias sociales eran muy marcadas, yo era hija de un señor jubilado de la policía provincial, y otras chicas venían de familias de humildes obreros, pero estaban las hijas de comerciantes, de dueños de propiedades y profesionales a las que las «hijas de Dios» trataban con mayor dedicación y esmero que a las proletarias. Siendo estas últimas, incluida yo, las encargadas de ayudar en la limpieza del aula todos los días y algunos fines de semana en el baldeo de enormes patios y pasillos.
    Tremendamente emotivo el final del cuento, que me hizo caer un par de lágrimas. Besos, Evy

    P.D. En breve va mail con una nueva producción literaria, en un género que nunca había abordado y quiero tu opinión.

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  2. Que tiempos tan buenos fueron aquellos Lu. Todo era mejor natural y sin tantas lindezas como ahoraq que vemos a los críos pendientes de los juegos en el móvil y lo vivimos intensamente en la calle. Yya ni te cuento cuando en mi casa entró una la tele con un barrigón enorme detrás en blanco y negro. La miravamos extasiados.

    Veo que sigues de enfermera con tu amiga y me alegro que vaya mejorando aunque sea lentamente.
    Que ternura la historia del cachito, amiga me arrencó la lagrimita.

    Buen fin de semana que por aquí está de calentura. Lo pasamos en el huerto que allí estamos tranquilos.
    Y sigamos pidiéndole a Diós que NADA nos sea indiferente. Preciosa canción de Mercedes
    Cuídate. Un abrazo.

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  3. Ay pobrecito, la inocencia tiene varias caritas a veces alegres y otras tristes. Me encanto lo de Cachito! Amiga las infancias vienen con la alegría incorporada en fuertes colores, se va destiñendo con los años, un abrazo grande!

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  4. Evy hola.
    Siempre te lo he dicho y lo repito, ambas pertenecemos a una misma generación más allá de los nueve años de diferencia.
    Como ves no hubo cambios sustanciales entre tu infancia y la mía, entre tus recuerdos y los míos.
    Acabo de recibir tu mail, en cuanto me haga 15 minutos leo tranquila el guión y te hago una devolución. ¿Si?

    Abrazo en una mañana inundada de sol aunque helada.

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  5. Laura hola.
    Así es amiga, sigo con los tiempos muy acotados pues desde las 15 y hasta las 18 hs de lunes a lunes, voy a la clínica a quedarme con mi amiga.
    Hasta que llego a mi casa de regreso son más de las 18:30 y acá ya es noche cerrada.
    De todas maneras la recuperación de mi amiga va muy bien y eso es lo que importa.

    Solo le pido a Dios es una bella canción interpretada por varios/varias intérpretes en el mundo.
    Entre ellas, Mercedes Sosa con su inigualable e inolvidable voz. La autoría es de León Gieco.

    Me alegra saber que te ha gustado "El Cachito"
    Ya pasé por tu preciosos blog, en cualquier momento vuelvo a comentar.

    Abrazo que hoy sale con sol el que, a pesar de su brillo y luminosidad, no logra entibiar el aire helado.

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  6. Qué historia tan bonita , pobre cachito, es tan tierna y hermosa a la vez .Seguro que como él todavía quedan algunos niños, no todo es alegría por desgracia.
    Por cierto la foto es autentica, qué pequeñaja eras , y tu hermano asi detrás protegiéndote jajaja.
    Ha sido todo un placer disfrutar de tu lectura, a pesar de hacer años que lo escribiste me alegra que me hayas dejado el enlace para poder disfrutarla. Eres un amor, te dejo mi Cariño y te deseo un buen fin de semana.

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    1. Así es Campi. Lamentablemente en mi país, y en el mundo, siguen habiendo muchos "Cachitos" y muchas "Cachitas"

      ¡Gracias por pasar amiga!
      besos y 🤗

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