Tampoco me importa el mío
Está el clima enrarecido. Y no hablo precisamente del clima en relación a la meteorología -que también lo está-. Hablo del clima sociopolítico, y tengo la sensación de que no solo sucede en mi país.
Creo que sucede en casi todo el mundo.
Otro año va finalizando y no me parece que algo tienda a mejorar.
Agresiones callejeras, ataques de ira, que surgen en general por nada que las justifique. Accidentes de tránsito que se llevan puestas vidas, feminicidios a la orden del día y mucho más pero no tiene caso seguir enumerando. Creo que ya todos y todas habrán comprendido por donde va mi razonamiento.
En lo personal vengo con una serie de pequeños problemas de salud. Nada para inquietarse pero me generan mucha molestia.
Por ejemplo, dolores articulares...¡Y sí! también yo tengo esa "cierta edad" en la cual la "osamenta" pierde lubricación, fortaleza y la artrosis avanza a pasos agigantados.
También problemas digestivos y he tenido, ya saben, episodios de presión alta...¡En fin! Que no voy a convertir este fragmento de mi casita de letras en una bitácora de lamentos.
Así que, dedicaré este espacio a los "héroes sin capa". Es decir a todas aquellas personas que ayudan a otros en situaciones de emergencia o en su vida diaria sin ser superhéroes. Esto puede incluir a socorristas, profesionales de la salud, o simplemente ciudadanos que actúan en el momento.
Por ejemplo:
Brigadistas que arriesgan su vida para apagar incendios o rescatar personas en montañas.
Profesionales de la salud que trabajan incansablemente en condiciones difíciles.
Voluntarios que ayudan en diversas causas sociales.
Jóvenes que destacan por sus logros y liderazgo en su comunidad.
Y solamente por citar algunos. Felizmente no son pocos aunque no siempre sean "tapa de periódicos".
Difícil escoger vídeos de estos héroes sin capa. Espero les agraden los tres que comparto.
Gracias por pasar, hasta el viernes que viene o hasta cuando gusten volver.Esa Musiquita en el recuerdo
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloguera”, para publicarme...entrega Nº619 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Este relato lo escribí en 2013. Parte de una historia real que sucedió en un vuelo de Aerolíneas Argentinas ese año. Lo publicaré en dos capítulos porque es un tanto más largo de lo que acostumbro habitualmente-
¡No se pierdan la semana próxima el final! Allí está la verdadera historia.
Amor aéreo
Érase una vez que era…
Cuando niña, me gustaban las historias que comenzaban con ese juego de palabras. Ese principio me parecía de un realismo mágico y misterioso que al solo oírlo me transportaba hacia más allá de los límites de mi imaginación, hacia más allá de la propia historia que leía o que alguien me narraba. Sin embargo, no me sucedía lo mismo con el clásico “había una vez…”
Intuía que las historias que así comenzaban, eran “puro cuento”, me sonaban a niñerías y, como no podía imaginarlas reales, no me interesaban.
Por eso mismo, esta historia comienza así:
Érase una vez que era un piloto de Aerolíneas Argentinas, enamorado, que digo enamorado, enamoradísimo de una comisario de a bordo con la que hacía algunos años –luego de algunos otros de dimes y diretes- habían decidido caminar codo a codo construyendo un camino de a dos, una historia de amor y de complicidades. Habían decidido probar el acompañarse no solo en los vuelos que tripulaban juntos, sino en el día a día, en el mundo real, con los pies bien puestos en la tierra, aunque sus corazones anduvieran por los aires y la magia de cada vuelo poco tuviera que ver con las cotidianeidades.
El hombre, provocador de suspiros en el género femenino sin distinción de edades, religiones o ideologías, era un combo perfecto. A su esbelto porte masculino y mirada seductora sumaba, para serlo, simpatía, inteligencia y buen humor.
Y la muchacha no le iba en zaga. Femenina, agradable, atenta, sonriente, y tantas otras cualidades además de un fresco rostro morocho con aires latinos, la postulaban sin dudas, en el primer puesto de las miradas de los hombres sin importar tampoco raza, credo o nivel socio cultural.
Estas infidencias las obtuve en uno de mis vuelos Bs As – Ushuaia en que, por casualidad nomás, me tocó de compañera de asiento una colega de la agraciada pareja. Estaba volando hacia “el fin del mundo”, en una semana que esperaba sea de reparador descanso, y que –según me dijo también la dicharachera y simpática jovencita- esperaba encontrar nieve suficiente ya que su meta era ir cada uno de sus días de vacaciones, a esquiar “al Castor”.
Y lo increíble es que –otra vez por casualidad nomás- a poco más de un año de haber sido partícipe de tales confidencias, volando nuevamente de Bs As a Ushuaia, me encuentro con la misma tripulación de los felices enamorados.
A poco de despegar, el piloto anunció por los altoparlantes las condiciones climáticas, el tiempo de vuelo, dio detalles sobre la altura crucero, dijo que anunciaría cada vez que sobrevoláramos una zona de interés y, cambiando el tono de voz, dijo también que haría un anuncio de tanta importancia que tal vez quedaría registrado en los anales de la aviación argentina…
Continuará