Tampoco me importa el mío
Estuve pensando mucho en los miedos y quería escribir sobre ellos en esta entrada. Sobre los miedos pequeños, los grandes miedos, los ancestrales, los que provocan angustias, los de ustedes, los míos...
Quería...pero son las 22:45 hs del día jueves...vence mi plazo y no quiero dejar de publicar como cada viernes. He regresado pasadas las 21 hs de mi examen final de portugués. Un tanto famélica, así que necesité cenar antes de retomar estas letritas desparramadas sin ton ni son.
Volviendo al tema del que quería ocuparme, unos días atrás encontré una nota que me pareció interesante en http://www.terapia-psicologica.com.mx/ y de la que extraje los siguientes párrafos :
"El miedo es una reacción natural y sana. Es
una de las reacciones que son básicas para la supervivencia."
"El problema empieza cuando nosotros, con
nuestra mente, creamos temores que no existen, magnificamos los que existen, y
nos sabemos lidiar con los reales".
"La angustia y el miedo van del a mano. De
la angustia es fácil saltar al miedo. Las reacciones normales propias del miedo
se vuelven un problema cuando son frecuentes y duran por periodos prolongados
de tiempo porque causan problemas serios de salud."
"Los problemas empiezan cuando el miedo
bloquea la capacidad de razonar, cosa que es muy frecuente. Esto hace que el factor atemorizante pueda ser magnificado mas allá de su realidad, dando pie a las
fobias."
"El miedo viene como consecuencia de la
angustia. Cabe mencionar que también existen temores, miedos, que se aprenden y
por ello pueden ser propios según el ámbito social o cultural de la persona."
Escuché decir a muchas personas de mi entorno que le temen a la muerte propia y la verdad es que mis temores no pasan por allí. En cambio le temo -y mucho- al dolor físico. No temo tampoco a los quirófanos, tal vez porque he pasado muchas veces por ellos, pero sí me angustio mucho cada vez que tengo que pasar por una extracción de sangre. No me asustan las ratas, ni las culebras...¡tengo terror a los insectos y a las arañas! Como para mencionar algunas pocas paradojas de mis temores y a vuelo de pájaro. Y como para cerrar, por hoy, este tema que me gustaría continuar el próximo viernes, quiero decir que el temor que llevo prendido a mis entrañas, que trepa como hiedra y crece es, tan solo pensar, que mi hija pueda morir antes que yo.
Para finalizar, "Vou lhes dizer que eu adoro falar em português e que acho que foi muito bom meu exame" Pero...¡creo que podría haber sido mejor! ¡Insufrible mi autoexigencia"
Como siempre, gracias por leer mi blog. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? ¡Hasta el viernes próximo! Buena vida.
Frases temáticas
“Lo único que los mueve es la envidia. No hay que tenerles miedo: la envidia de los sapos nunca pudo tapar el canto de los ruiseñores”
Eva perón
“Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen”
Eduardo Galeano
“La violencia es el miedo a los ideales de los demás.”
Mahatma Gandhi
“Uno, con la edad, se libra del deseo de hacer las cosas como los demás y hace tranquilamente y sin miedo lo que le parece a él.”
William Somerset Maugham
“Acérquense al borde, les dijo. No podemos, tenemos miedo, contestaron. Acérquense al borde, repitió. Y se acercaron. Él los empujó... y levantaron vuelo”
Guillaume Apollinaire
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme... ¡así que leé la entrega Nº 221 de la suelta de mis letritas)
NOTA: En la intro de esta entrada, quiero escribir sobre los miedos,. Pensando en ello vino a mi mente este cuento que publiqué hace ya un par de años. Lo busqué y lo rescaté de entre mis archivos, para compartirlo, porque en verdad me gusta su halo misterioso, porque en una hora tengo que ir a dar mi examen final de portugués, porque son las 18 hs del día jueves, porque las musas se resisten a regresar, lo que tal vez se deba a mi falta de tiempo en estos días para convocarlas, y porque sí. ¡Ojalá les guste!
Misterio nocturno
Cada noche, al
regresar a su casa, sentía una extraña sensación en el preciso momento en que
giraba la llave en la cerradura.
Imaginaba que alguien
aparecía en medio del silencio y la empujaba bruscamente, en el instante en que
ella abría la puerta, colándose así al interior de su vivienda.
Este pensamiento se
esfumaba casi tan velozmente como aparecía, pero era tan intenso que la dejaba
con el pulso acelerado y la respiración entrecortada.
Llevaba casi un mes angustiándose
por unos minutos cada noche. Tanto que pensó en llamar a su terapeuta y
solicitar una entrevista.
Seguramente, en un
par de sesiones, podría descubrir cual
era el motivo real de su miedo, encubierto en ese terror nocturno, que aparecía
en el preciso momento de entrar a su casa.
Fue por ese entonces
cuando regresó una noche más tarde que de costumbre.
Era una noche de
sábado, oscura y con fuertes ráfagas de viento helado. Se sentía lúgubre el
barrio, bajo los chiflidos de esa
ventisca arrolladora.
¡Pura Patagonia!, pensó,
mientras introducía la llave en su puerta y el terror comenzaba a adentrarse en
su mente. Se había olvidado de dejar una luz encendida, lo cual aumentaba su
ansiedad y miedo. A punto tal que se le trabó la llave y no podía sacarla de la
cerradura.
No podía pensar, ni
articular movimiento alguno. Durante esos segundos eternos comenzó a transpirar.
Ya casi sin aliento entró por fin y antes de poder cerrar la puerta, sintió que
alguien se deslizó a la altura de sus piernas.
Petrificada, quedó en
el medio de la sala. Intentó prender la luz, intentó gritar pidiendo auxilio
pero no pudo. Sentía una presencia a su lado…muy cerca…si hasta podía oír su respiración…y
sentía el aliento a la altura de sus caderas.
Tuvo un momento de
lucidez entonces y comprendió que quien quiera que estuviera a su lado, no
podía ser humano.
Encendió la luz y lo
vio. Allí estaba, el causante de su terror. Sonrió con alivio, en tanto su
pulso volvía a la normalidad.
El visitante era un enorme
gran danés, oscuro como la noche, con las narices húmedas y los ojos tristes,
que para ese entonces se había echado a sus pies como pidiendo asilo.
La despertó la
tibieza tímida de un sol de invierno. El viento había cesado y nada quedaba de
su furia nocturna. Se desperezó y se sintió feliz de haber salvado a ese can,
tan enorme como indefenso, de quedar a expensas de la inhóspita noche.
Sonrió al pensar que,
al menos ese domingo, estaría acompañada. Por la tarde publicaría en facebook
la foto de “Intruso”, nombre que le dio al gran danés, dadas las
circunstancias.
Adormilada aún, bajó
lentamente las escaleras y se dirigió al lavadero. Sitio que había escogido
para que pasara la noche su huésped.
Es muy silencioso o
aún duerme, pensó antes de abrir la puerta y observar, pasmada, que allí… ¡sólo
estaban su viejo lavarropas, el tender y los cachivaches de siempre!
Hola, Lu, empezaré por el cuento, genial. Me mantuvo en vilo y cuando ya sonreía y me relajaba como la protagonista, zas, el final me erizó los pelos de la nuca.
ResponderBorrarEse miedo a lo que no desconocemos a lo que no tiene explicación. Miedo genuino. Lo has bordado.
Siempre he dominado mis miedos, aunque reconozco que las cucarachas y las ratas grandes me repelen tanto que me cuesta controlarlo. Sin embargo, saco a las arañas al balcón para que se busquen la vida, claro que no son muy grandes. Mi hijo ha heredado ese mismo tic, qué curioso.
No me reconozco como miedosa, aunque con la edad me he vuelto menos temeraria, pero sí tengo dos grandes miedos: quedarme incapacitada y no poder disponer del fin de mi vida, y sobrevivir a las personas que más amo.
Me he pedido ser la primera en marchar, espero tardar mucho tiempo en hacerlo, pero ser la primera, sin duda.
Los miedos nos paralizan y nos hacen infelices cuando nos dominan. El humor es un buen antídoto contra el miedo. A mí me funciona al menos.
Es cierto que cuando vences el miedo te liberas de un gran lastre y es más fácil que emprendas el vuelo.
Me quedo con la frase de Somerset Maugham, siempre he ido a mi aire, a "mi bola" como decimos por acá, pero desde que pase de los 50 mucho más.
Lu, felicidades por tu examen. Entiendo muy bien el portugués, sobre todo leído, y el hablado por los brasileños, pero el que hablan en Lisboa es "muito fechado".
Ellos nos entiende estupendamente, pero les conmueve que les hables en su idioma o lo intentes en "Portuñol", como es mi caso.
Un abrazo y que tengas una semana primaveral.
Bueno, he llegado al último escalón, cumplir con mi visita y dejarte mis disculpas por este abandono involuntario a tus letritas. ¡Vaya tema, los miedos! ¿Quién no los tuvo o los tiene? Claro que a distintas cosas, ese miedo del cuento es el que últimamente he estrenado debido al ya remanido tema de la inseguridad, con las "entraderas" y "salideras", miedo que no me impide salir de noche y regresar a altas horas. Me pone nerviosa entrar el auto al jardín, me pone nerviosa llegar a mi calle y mirar el entorno para ver si algo raro se mueve entorno, puse rejas altas en el jardín y un portón corredizo porque una mañana encontré rara la cerradura del Ka, evidencia de que alguien había estado tocándola. Es cierto que los miedos paralizan, pero estoy aprendiendo a dominarlos, cosa que no es fácil, ya que uno de los pocos que me quedan coincide con el tuyo y el de Tesa. El cuento, muy, muy bueno. Besos, Evy
ResponderBorrar