Tampoco me importa el mío
En este jueves en que el sol se acordó de pasar por "Ushuaia del alma mía" me doy cuenta que, una vez más, ha transcurrido la semana y no he pensado ni me he arrimado por aquí a intentar un borrador para compartir en menos de 24 horas con quienes, fieles sin duda a la rutina de viernes, pasan a "ver que cuenta Lu"
Sucede que tuve unos días en los que, sin querer, volví a mi pasado de enfermedad y por unas horas fue difícil salir de ese lugar.
Volví a ese pasado porque hay un concurso literario para pacientes oncológicos. Concurso que supe a través de mi doc Verónica, quien me acercó las bases y su entusiasmo por que yo participara.
No solo lo hice sino que el relato, objetivamente lo digo, está muy bien. De hecho es lo que opinaron las pocas personas a la que se los acerqué para pedir opinión.
Comparto el enlace para conocer bases y demás, por si alguien que ahora mismo está leyendo, ha pasado por la enfermedad y tiene ganas de participar. Es un concurso internacional.
Y salían las palabras amontonadas, mezcladas en lágrimas y pensamientos, apuradas, pisándose las letras unas a otras. Salían como lluvia torrencial y me empapaban el rostro, salían de pronto como rayos de sol y me daban calor.
Y quedó un relato sin más pretensión que servir. De ayudar a quienes hoy pasan por ese difícil e incomprensible, al principio, camino de enfermedad desconocida para quienes nunca han tenido ni siquiera una experiencia cercana y de pronto irrumpe como un tsunami en sus vidas.
Y fue catarsis, a 23 años luz de aquel primer suceso...
Y quedó una carta para mi hija que tal vez quede guardada en el arcón familiar y pase de generación en generación. Es esperanzadora, es realista. Habla de sucesos reales, no fantásticos. Es esa parte oscura de la vida que todos y todas tenemos en algún momento, en diferentes situaciones claro está, no necesariamente por una enfermedad. No creería a nadie que me diga que jamás en su vida tuvo "un día de esos".
Un día de situaciones extremas. Un día de esos en los que se aprende que la vida es una sucesión de hechos fortuitos y desafortunados. Qué serán mejores o peores de acuerdo a como cada quien gestione esos momentos. De acuerdo a como se capitalice lo negativo y se le encuentre el costado positivo…de acuerdo a como cada quien quiera, o no, regodearse en su dolor o salir de él.
Y sale el sol, no solo en "Ushuaia del alma mía", sino también en mi interior, porque gestioné bien mi vida, porque jamás elijo regodearme en el dolor, porque mi hija tiene 30 años y es una mujer maravillosa, porque ustedes están allí leyéndome, porque viajo, porque estoy sana... ¡porque la vida me ha dado tanto!
Sucede que tuve unos días en los que, sin querer, volví a mi pasado de enfermedad y por unas horas fue difícil salir de ese lugar.
Volví a ese pasado porque hay un concurso literario para pacientes oncológicos. Concurso que supe a través de mi doc Verónica, quien me acercó las bases y su entusiasmo por que yo participara.
No solo lo hice sino que el relato, objetivamente lo digo, está muy bien. De hecho es lo que opinaron las pocas personas a la que se los acerqué para pedir opinión.
Comparto el enlace para conocer bases y demás, por si alguien que ahora mismo está leyendo, ha pasado por la enfermedad y tiene ganas de participar. Es un concurso internacional.
http://www.oncologiaesperanzadora.com.ar/
Mi relato, se dio en forma de carta. Carta para mi hija en la cual hice un racconto de los aconteceres de ese tiempo en que ella apenas tenía 7 años y ambas estábamos solas. Solas, digo, de familia. Por suerte, plenas de amigos y amigas. Y salían las palabras amontonadas, mezcladas en lágrimas y pensamientos, apuradas, pisándose las letras unas a otras. Salían como lluvia torrencial y me empapaban el rostro, salían de pronto como rayos de sol y me daban calor.
Y quedó un relato sin más pretensión que servir. De ayudar a quienes hoy pasan por ese difícil e incomprensible, al principio, camino de enfermedad desconocida para quienes nunca han tenido ni siquiera una experiencia cercana y de pronto irrumpe como un tsunami en sus vidas.
Y fue catarsis, a 23 años luz de aquel primer suceso...
Y quedó una carta para mi hija que tal vez quede guardada en el arcón familiar y pase de generación en generación. Es esperanzadora, es realista. Habla de sucesos reales, no fantásticos. Es esa parte oscura de la vida que todos y todas tenemos en algún momento, en diferentes situaciones claro está, no necesariamente por una enfermedad. No creería a nadie que me diga que jamás en su vida tuvo "un día de esos".
Un día de situaciones extremas. Un día de esos en los que se aprende que la vida es una sucesión de hechos fortuitos y desafortunados. Qué serán mejores o peores de acuerdo a como cada quien gestione esos momentos. De acuerdo a como se capitalice lo negativo y se le encuentre el costado positivo…de acuerdo a como cada quien quiera, o no, regodearse en su dolor o salir de él.
Y sale el sol, no solo en "Ushuaia del alma mía", sino también en mi interior, porque gestioné bien mi vida, porque jamás elijo regodearme en el dolor, porque mi hija tiene 30 años y es una mujer maravillosa, porque ustedes están allí leyéndome, porque viajo, porque estoy sana... ¡porque la vida me ha dado tanto!
Gracias por pasar por aquí. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? Hasta el viernes próximo. Buena vida y BUENA VIBRA.
Frases: 3 de Lucía Porta
La felicidad te envuelve, te atrapa, la saboreas y, antes de que te vuelvas adicto, se aparta veloz porque la vida misma se encarga de que no sea eterna...
Soy mujer orgullosa y altiva pues crié, yo sola, a mi hija, y ella se supera y ME SUPERA día tras día
Si mi realidad me da un cachetazo yo, que no soy católica practicante, no pongo la otra mejilla. Todo lo contrario: le tiro el guante.
Acá no zafás:
Nota: Buscando en mis archivos encontré este poema "para peques" que, me parece a mi, es encantador. Les debo una nueva producción. Es que agoté mis musas en el relato que escribí para el concurso. Y, obviamente, ese no puedo publicarlo, por ahora.
Para quienes cuidan de su niño interior y para los peques de la familia entonces:
Doña Pepa
Vivo en un barrio pequeño
de tan solo cuatro manzanas
con casas de techos bajos
y apenas cuatro por cuadra.
En una casa pequeña,
a la vuelta de mi esquina,
vive la Abuela Pepa
con su gata Tomasina.
"Es una abuela sin nietos"
siempre dice mi mamá
por eso con mis amigos
vamos a su casa a jugar.
En verano
nos ofrece helado de calafate
y en invierno nos invita
con un rico chocolate.
En otoño teje bufandas
nos ofrece helado de calafate
y en invierno nos invita
con un rico chocolate.
En otoño teje bufandas
y gorros muy coloridos
para sus nietos del alma
que somos yo y mis amigos.
Cuando llega la primavera
está siempre muy contenta,
nos da cuadernos y lápices
y jugamos a "la maestra".
Algunas veces la abuela,
a mis amigos y a mi,
nos muestra fotos antiguas
que siempre nos hacen reír.
Otras veces cuenta historias
de su lejano pueblito
"porque así no las olvido"
murmura muy despacito.
Algunas veces la abuela,
a mis amigos y a mi,
nos muestra fotos antiguas
que siempre nos hacen reír.
Otras veces cuenta historias
de su lejano pueblito
"porque así no las olvido"
murmura muy despacito.
Si Doña Pepa se muere
porque ya está muy viejita
¿qué haremos en este barrio
sin nuestra querida abuelita?
Querida Lucía, he leído dos veces muy lentamente todo lo que escribiste este viernes 18, y me he quedado asombrada por la emotividad que le das a tus palabras, no esa emoción llorona que a veces se nos transmite en algunos escritos sino esa forma especial de decir como el poeta: «Tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado, pues no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido, porque después de todo he comprendido, que lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado...» Y es así, la vida está hecha de claros y oscuros colores, dices bien, nadie puede decir que nunca tuvo un día o muchos oscuros, por las razones que fueran, a algunos, les toca la salud, a otros las pérdidas, de cualquier índole, afectivas, laborales, económicas. De todo un poco y lo que importa es la actitud que se tome frente a esos avatares inevitables, y la tuya ha sido positiva, aunque seguramente muchas veces te haya invadido el desaliento. Los resultados están a la vista, criaste una hija que ya es una mujer entera y hermosa, culminaste una carrera y una vida laboral en un ámbito difícil y a la vez maravilloso como es estar entre niños, entraste al mundo de la literatura de la mano de tus letritas, escribiste un libro, no sé si plantaste el árbol, pero sí sé que sembraste árboles de amistad por el mundo, que has tenido la suerte de recorrer en gran parte, por lo tanto no estás pasando por este mundo así como así. Me encantan tus frases, son muy tuyas, lo mismo que ese poema para peques, tan tierno, tan dulce como vos amiga mía, un abrazo inmenso que cubra los más de 3000 km que nos separan pero que no pueden impedir que sigamos unidas, por un hilo del color del cariño, Evy
ResponderBorrarEvy! Gracias por tan sentido comentario
ResponderBorrar¡Se nota que sos mi amiga! Jajaja
Abrazo