Tampoco me importa el mío
Madre mía! Mediados de enero y acabo de darme cuenta de que, este año, los Reyes "han pasao de mi".
También acabo de darme cuenta que estoy a un día de publicar esta entrada y...¡No tengo escrito nada!
Me doy cuenta también que los hijos crecen y si van por la vida a los tumbos -o no- una no puede hacer ya más de lo que hizo.
Entiendo también que lo que para una es "ir a los tumbos" tal vez para las nuevas generaciones sea lo más rutinario y "normal"...
¡Ah las diferentes miradas de la vida misma según cada una de las vidas!
Y vuelvo a citar a mi siempre amado Serrat: "Nada ni nadie puede impedir que sufran"... "Que decidan por ellos, que se equivoquen..."
En fin, todo esto viene a cuento por ese primer "darme cuenta" de la mañana que me retrotrajo a aquellos dulces momentos de infancia de mi niña de entonces.
Hiji creyó siempre a pie juntillas en los Reyes.
Era toda una ceremonia cada 5 de enero, preparar el pastito, poner un cuenco con agua, limpiar los zapatos para poner al pie del árbol de navidad, dormir "profundo" para que puedan entrar sin temor a dejar los regalos y tantas historias más que creábamos juntas y yo alimentaba fuertemente.
Tan así que hasta alguna mañana llegó a decirme que los había visto y me contó con lujo de detalles como fue esa visión. Obviamente, reafirmé sus decires y, en tanto pensaba que había soñado, agregué comentarios tan fantasiosos como todo su relato.
Y creyó en ellos -al igual que en Papá Noel- hasta sus 10 años si mal no recuerdo.
Ella QUERÍA creer, porque por más que tuviera todos los indicios siempre encontraba la vuelta para regresar a su creencia.
Y no lo hacía para "engañarme". Verdaderamente lo creía, tal es así que cuando se enteró, de pura casualidad y porque me escuchó hablando con una amiga mía sobre los regalos, se puso muy mal y no podía parar de llorar.
Pero como veo que otra vez me estoy yendo por las ramas, vuelvo a los Reyes y a la breve historia que hoy quiero compartir.
En esos tiernos años de infancia una vez, tendría ella unos 5 o 6 años me dijo:
-Mami, ¿qué le pediste vos a los Reyes Magos?
A lo que respondí -"Un novio"-
Entonces me miró unos instantes, pensó y me dijo
-"Ma pero no va a entrar un señor en tus zapatos"
Recuerdo con mucho amor y felicidad esta historia y, ahora que la relato en este día de "descubrimientos"...¡Acabo de darme cuenta de porqué nunca me trajeron un novio!
Este año ni siquiera puse los zapatos pero, como siempre veo el vaso medio lleno, tomaré todo el tiempo que resta hasta el próximo 5 de enero para lograr que fabriquen unos zapatos de talla gigante para mí.
¿No creen que acabo de tener una genial idea?
También acabo de darme cuenta que estoy a un día de publicar esta entrada y...¡No tengo escrito nada!
Me doy cuenta también que los hijos crecen y si van por la vida a los tumbos -o no- una no puede hacer ya más de lo que hizo.
Entiendo también que lo que para una es "ir a los tumbos" tal vez para las nuevas generaciones sea lo más rutinario y "normal"...
¡Ah las diferentes miradas de la vida misma según cada una de las vidas!
Y vuelvo a citar a mi siempre amado Serrat: "Nada ni nadie puede impedir que sufran"... "Que decidan por ellos, que se equivoquen..."
En fin, todo esto viene a cuento por ese primer "darme cuenta" de la mañana que me retrotrajo a aquellos dulces momentos de infancia de mi niña de entonces.
Hiji creyó siempre a pie juntillas en los Reyes.
Era toda una ceremonia cada 5 de enero, preparar el pastito, poner un cuenco con agua, limpiar los zapatos para poner al pie del árbol de navidad, dormir "profundo" para que puedan entrar sin temor a dejar los regalos y tantas historias más que creábamos juntas y yo alimentaba fuertemente.
Tan así que hasta alguna mañana llegó a decirme que los había visto y me contó con lujo de detalles como fue esa visión. Obviamente, reafirmé sus decires y, en tanto pensaba que había soñado, agregué comentarios tan fantasiosos como todo su relato.
Y creyó en ellos -al igual que en Papá Noel- hasta sus 10 años si mal no recuerdo.
Ella QUERÍA creer, porque por más que tuviera todos los indicios siempre encontraba la vuelta para regresar a su creencia.
Y no lo hacía para "engañarme". Verdaderamente lo creía, tal es así que cuando se enteró, de pura casualidad y porque me escuchó hablando con una amiga mía sobre los regalos, se puso muy mal y no podía parar de llorar.
Pero como veo que otra vez me estoy yendo por las ramas, vuelvo a los Reyes y a la breve historia que hoy quiero compartir.
En esos tiernos años de infancia una vez, tendría ella unos 5 o 6 años me dijo:
-Mami, ¿qué le pediste vos a los Reyes Magos?
A lo que respondí -"Un novio"-
Entonces me miró unos instantes, pensó y me dijo
-"Ma pero no va a entrar un señor en tus zapatos"
Recuerdo con mucho amor y felicidad esta historia y, ahora que la relato en este día de "descubrimientos"...¡Acabo de darme cuenta de porqué nunca me trajeron un novio!
Este año ni siquiera puse los zapatos pero, como siempre veo el vaso medio lleno, tomaré todo el tiempo que resta hasta el próximo 5 de enero para lograr que fabriquen unos zapatos de talla gigante para mí.
¿No creen que acabo de tener una genial idea?
Gracias por pasar por aquí. Ya saben, pueden dejar su huella si les parece.
El viernes próximo traeré novedades. Hasta entonces, o hasta cada momento en que entremos a "chusmear" ésta, mi casa de letras.
Frases: Joan W. Anglund
NOTA: En relación al tema de mi editorial de hoy recordé un bello librito que guardo celosamente hace años. Se trata de "La infancia es tiempo de inocencia" de Joan Walsh Anglund. Comparto entonces algunas frases que me parecen de singular belleza -y certeza también-.
Es la mañana de la vida, todo maravilla, todo cambia.
Es un pequeño mundo de súbitas amistades y penas breves
Es un mágico lugar de sueños donde todo es posible y lo mejor está justamente empezando
Son peldaños muy altos y huellas de pisadas pequeñitas
Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme... ¡así que leé la entrega Nº 340 de la suelta de mis letritas)
NOTA: No tengo ningún nuevo texto para compartir, me acuerdo de una historia de infancia de hiji, voy a los archivos y ¡listo!
Espero la disfruten y, quienes ya la hayan leído, me disculpen por la repetición.
Capa de ...
Era tan bella, tan conversadora, tan simpática… ¡tan todo!
Bueno, sí. Estoy hablando de mi hija cuando era pequeña.
Ella, carismática, sensible, inteligente, empática…Y yo, profesora de jardín de infantes…
Un día fuimos ambas de compras a una ferretería.
A la entrada del negocio, con un cartel escrito en amplias letras, promocionaban
“CAPA DE AGUA” exhibiendo una capa y botas de las que usan los pescadores
Ahhhh!! Mi orgullo por partida doble –madre de esa maravilla de niña + profesora de Jardín- me infló el pecho y leyéndole “Capa de” le señalé la palabra “agua” y pregunté a mi peque:
-AGUS, ¿qué dice acá?
Obviamente ella podía leer su nombre y mis conocimientos sobre el tema de lectoescritura me decían que, sin dudas, dado la similitud de ambas palabras podría descifrar lo que allí decía.
Y entonces ella leía, y la gente empezaba a observarla… (En verdad era muy bella y simpática, por lo que despertaba adhesiones donde quiera que estuviera).
-A---Ggg----U—uu-A
-Muy bien hiji! Entonces... ¿qué dice?
-No sé mami
Y volvía a deletrear en forma correcta y yo volvía a preguntar que decía y ella siempre respondía
–No sé mami.
Hasta que al cabo de la tercera o cuarta vez de repetir el esquema, quitó su vista del cartel en cuestión, se dio vuelta, me miró a los ojos fijamente y me dijo, muy convencida
¡CAPA DE BOMBERO!
No había leído ese relato de tu pequeña, pero, no me importaría que lo volvieras a poner dentro de unos años ya que son recuerdos entrañables, muy bonitos de leer, y que me han hecho recordar algunas anécdotas de la infancia y del día de Reyes, de los tres churumbeles, que me hemos criado y educado, mi esposa y un servidor.
ResponderBorrarUn placer leerte.
Un fuerte abrazo, Lu.
Hola, Lu, qué delicia de post, recuerdos como estos que nos hacen sonreír siempre y darnos cuenta de que los hijos ya vuelan solos, pese a que nosotras sigamos pensando en la posibilidad loca de evitarles cualquier sufrimiento como hacíamos cuando eran pequeños.
ResponderBorrarMe parece una idea genial lo de hacer unos zapatos a medida para tu regalo, pero ¿y si hubiera la posibilidad de hacer un "novio" a tu medida con todo detalle? Eso si que sería un regalazo para creer en los Magos para siempre.
Me encanta también la historia de la capa de lluvia, Lu, me imagino a hiji, pizpireta y bella mirándote a los ojos para zanjar el tema...
...Y es que los niños son así de creativos, sorprendentes y lógicos, mucho más que los adultos, por eso siempre hablo en serio sólo con ellos.
Un abrazo
Ya lo creo que ha sido genial.
ResponderBorrarCuando pensamos lo rápido que los "niños" se nos hicieron mayores y volaron de casa, nos damos cuenta de lo viejitos que vamos ya. Y que verdad es que hay que dejarlos que decidan y se equivoquen.
Nos gusta recordar sus ilusiones de tantos días. La noche de Reyes Paco y yo montábamos a toda prisa los Click de Famobil, que tenían pegatinas para dar y tomar, temiendo que alguno de los dos se levantara y nos pillara, madre mía que tiempos... Los míos tienen 44 y 41 ya son unos "niños mu grandes"
Ya puedes ir encargando es peazo zapato, que puede que al verlo los reyes pasen de él por tan esagerao, piensen que quieres muchos regalos en vez de sólo uno" el novio" 😜 y no lleven suficienes para llenártelo.
Lindo el relato de tu niña Lu.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
Hola Manu!
ResponderBorrarMe alegra saber que has disfrutados de estas "historias en el recuerdo".
No tengo dudas de que cada papá y cada mamá, con hijos ya adultos, atesoramos muchos recuerdos felices de cuando eran pequeñines.
Va mi abrazo sureño amigo
Tesa!
ResponderBorrarLa idea es que, además de los zapatos gigantes, les dejaría la carta con todos los detalles de cómo me gustaría que fuera ese "novio".
¡Pobres Magos! Imagino que no querrán verse metidos en semejante brete jajaajajjaja
Besos amiga querida
Lau, tienes razón...¡Una cosa trae la otra!
ResponderBorrarPero...como siempre digo"ella tan grande y yo siempre tan joven":) :)
Hiji -Agustina- tiene 31 años. ¡Casi no puedo creerlo! ¿Cómo es que pasa tan aprisa la vida?
Que tengas una hermosa semana amiga linda
Lu, los reyes magos también "han pasao de mí, estarán de vacaciones...". Un año más, mi zapatito, colocado al pie del belén que les hago todos los años con mi colección de pitufos, apareció vacío, tal como lo dejé la noche anterior. Y la bandeja que les preparo con turrones y copas de cava, intacta (cada año me sirve de desayuno...).
ResponderBorrarHe pensado que, para las navidades que vienen, me apunto a la petición de tu hija: les voy a pedir que me traigan una novia. Y colocaré la bota más grande que tengo, una de montaña que parece una camioneta más que una bota. Para que quepa y no esté muy incómoda. Pero temo que me traigan una novia y... que yo no le guste a ella, y acabe liándose con el vecino de arriba.
Mejor lo dejo como está: en el 2021 colocaré mi zapatito de siempre, y me levantaré ilusionado el día 7 de enero como cada año para ver si esta vez, sí, hay algo dentro, el dibujo de una cara sonriente, lo que sea, me conformo con poco.
Un abrazo para ti y un beso para la Agus de la anécdota, seguro que está muy orgullosa de su mamá.
Hola Diego!
ResponderBorrarVamos hombre ¡Qué pesimista estás! ¿Porqué debería liarse con el vecino de arriba? A menos que tu vecino sea Richard Gere...
En ese caso avisa!!! Pasa tu dirección y voy a ver si él no quiere ser mi "regalo de reyes"2021
Amigo, gracias por las risas que me ha sacado tu comentario.
Recibe mi abrazo sureño y llovido ("los lloveres" no cesan)
Hola mi querida amiga. No di el presente en este fin de semana porque viajé a «La Feliz» pero no a playear, sino a celebrar con mi hermana el ingreso a sus flamantes 79 primaveras. Festejo muy familiar, de poca gente y muchas cosas ricas bien regadas con buenas bebidas. El gran festejo gran, será. Dios mediante, el próximo año, con todos los chiches.
ResponderBorrarEl tema de tu intro es muy interesante, ¡ah la infancia, la inocencia! Los que tuvimos la suerte de vivirla con muy pocos sobresaltos sabemos de una época relativamente feliz, en la que nuestra inocencia nos permitía creer en todas esas fantasías maravillosas, de los reyes magos, papá Noel y muchas otras cosas. Yo recuerdo cuánto me costaba dormir la noche previa a la visita de los reyes, hasta que el sueño me vencía, y claro, nunca pude verlos ni oírlos. Lo de tu pedido de un novio y la respuesta de tu hija me causaron mucha gracia. Tu hija era una niña muy inteligente además de las otras cualidades que enumeras. El relato de la capa no lo conocía, está muy bueno y demuestra una vez más que sabía como salir del compromiso. Los chicos nunca dejarán de asombrarnos.Los adultos solemos subestimarlos.
Y para finalizar te dejo este pequeño poema que es como casi una copla espero te guste, besos, Evy.
«Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar. La hiciste para los niños, yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta, achícame, por piedad; vuélveme a la edad aquella en que vivir es soñar.»
Miguel de Unamuno.