viernes, 19 de julio de 2019

Enemigos íntimos

Tampoco me importa el mío
Quienes me leen con frecuencia, tal vez recuerden el relato "De un tiempo feliz (a pesar de todo)"en el que narro los aconteceres vividos en una etapa de mi adolescencia en María Susana. (Por si no lo leyeron y le pintan ganas de hacerlo ahora, podrán verlo en publicaciones del 15 y 22/03/2019.
En mis vacaciones recientes, como ya saben quienes pasan por aquí habitualmente, mi compañero de aquellas locas aventuras me fue a buscar al aeropuerto de Rosario y, felizmente, compartimos algunas horas.
¿Y porqué hago ahora este "recordatorio"? 
Pues porque en charlas muy divertidas con él volvimos a un tema que a mi me apasiona y es el "ingenio popular". Y los habitantes de los pequeños pueblos se llevan todos los laureles en este aspecto. Podría decirse que las pequeñas poblaciones son "caldo de cultivo" para despertar la creatividad de sus gentes. El tema hoy, en definitiva, es el de los apodos. 
¿Quién no lo tiene  allí, en María Susana? Apenas unos 3500 habitantes...ya pueden imaginarse.
¡Y lamento no haber grabado a Enrique diciéndome estos cuentos! Porque convengamos que también en esos pueblos tienen una cadencia en su hablar y una manera de decir amistosa y divertida que, al menos a mi, me provocan mucha alegría.
-Nena ¿te acordás del flaco con el que solíamos ir a andar a caballo?
-Sí, qué gracioso era.
- ¿Sabés cómo le decimos ahora? "Fruta de plástico"
-¿Por?
-Porque no madura nunca.
Y me contó que "El muela de madera" a quien le decíamos así en nuestra adolescencia "porque no servía para nada", o"El muela", por una cuestión de abreviar nomás, sigue siendo tan inútil como antes, pero lo increíble de la historia, y la risa franca de mi primo diciéndomelo, es que ¡acaba de ganar las elecciones para Jefe Comunal! (Intendente, bah)
También me contó que a uno que le decían Sopa de Chancho" "porque no lo tragaba nadie" en la actualidad, como pasó a ser inspector de tránsito, los genios de los apodos consideraron que tenían que subirlo de categoría y entonces ahora le dicen "Consomé de cerdo" 
Con Riqui no podíamos parar de reírnos y me acordé del que más había sorprendido durante mi "año sabático" allá en su pueblo.
A una señora que había enviudado, y vivía con su hijo "el" Marco, le decían "Cuadro roto"  y cuando pregunté ¿por? me contestaron ¡porque le quedó solo el marco!
Hay más, mucho más, pero se acaba mi espacio y tal vez las ganas de ustedes de seguir leyendo apodos que, para mí, además de resaltar el ingenio popular, tienen un plus de valor emocional por mis vivencias y los recuerdos que traen aparejados.
Pero antes de irme, voy a dejarles un apodo que conocí aquí en mi Ushuaia, que dista mucho de ser un pequeño pueblecito pero....¡En todas partes se cuecen habas! Y el Hospital Regional es un gran caldero para ello.
Harán unos 10 años atrás, había un médico al que le decían "caballito de mar"...¡Porque se creía un potro y era un pescado! Si ustedes hubieran conocido a ese Doc, estarían desmayados de risa como yo en estos momentos. ¡El tipito era tal cual esa descripción! 
En fin, espero hayan al menos sonreído con estas historias que hoy les dejo.
Gracias por pasar por aquí. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? Hasta el viernes próximo. Buena vida y BUENA VIBRA. 
 Lu
Frases: 3 de Mafalda
Nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás

En todas las partes del mundo ha funcionado muy bien la ley de las compensaciones, al que sube la voz le bajan la caña

A mi me gustan las personas que dicen lo que piensan, pero sobre todo me gustan las que hacen lo que dicen
Acá no zafás
(por eso  me hice “bloggera”, para publicarme... ¡así que leé la entrega Nº 321 de la suelta de mis letritas!)
NOTA: Una vez más recurrí a mis archivos. 
Es que ando dispersa, desordenada, caótica diría. Entonces no hay nuevas producciones. Esta vez una narración simpática en la que narro hechos reales de mi infancia enredados en la imaginación y en los recuerdos, que se acomodan según pasan los años. 
¡Ojalá se sorprendan!
 Enemigos íntimos
En los juegos, pisa pisuela, saltar la soga, elástico o rayuela, generalmente por culpa de ellos, perdía un turno.
¡Y ni hablar si se trataba de escondidas, o mancha venenosa, o cualquier otro juego donde tuviéramos que correr para “salvarnos”!
Siempre hacían lo que querían. Mis intentos  para “componerlos” siempre fueron vanos.
Mis esfuerzos no lograban buenos resultados y nunca supe bien cual era mi falla, porque yo siempre aplicaba los consejos que mamá me daba al respecto.
¿Cómo olvidar esa tardecita correntina en la  que yo andaba, creo, por los 11 años? 
Fiesta de cumple de Sergio, el más lindo del grado.  Nosotras, todas, esmerándonos para ser las más lindas, las más simpáticas o las más originales…O lo que fuera que nos destacara individualmente porque, como grupo de “amigas en las buenas y en las malas”, éramos las mejores del cole.
Yo, que hasta hoy no sé bailar ningún ritmo, estuve ensayando una semana completa el “pata pata”, baile que en ese momento era lo más “chic” y moderno. Y juro que había logrado el mejor ritmo y la más simpática "coreo" del mismo, como si fuera la más brillante de las bailarinas.
Y allá estaba, lo recuerdo, las chicas coreándome felices, los varones… ¡deslumbrados creo! Y yo disfrutando mi minuto de gloria hasta que, en menos de un segundo, no sé como, aparecieron ellos, triunfales, me enredaron en el elástico del  complemento que usábamos para este baile y fui a dar de narices al piso. 
En todo caso, no fue eso lo que me avergonzó hasta las lágrimas…Siempre me caía, una vez más no me hubiera importado.
Pero…
Esta vez al caerme mi falda plisada, de grandes cuadros azules y verde esmeralda, quedó planchadita sobre mi espalda dejando al aire y a la vista de toda la concurrencia mi nueva bombacha blanca y mi vergüenza…
¡Once años tenía! ¡En aquella época! Y en una sociedad norteña, como la correntina. En la que todo era “pecado”, todo era una farsa, había “niñas bien” y las otras. El sexo, solo para después del casamiento, a los varones, había que tenerlos alejados, porque solo querían  “eso” etc etc…
Entonces
odié a ese par como nunca ese día…y tantos otros, porque siguieron junto a mi en el colegio secundario…molestándome en los partidos de vóley, en las escalinatas de la entrada…en los picnics del estudiante…
Los odié hasta que finalmente, un día no sé cuándo ni cómo, puede liberarme.
Tal vez fue con la aparición del velcro, de los elásticos anchos, de tantos nuevos modelos de zapatillas…Por lo que haya sido…
¡Al fin pude dejarlos de lado malditos cordones!

4 comentarios:

  1. Hola Lucía. me divertí mucho con eso de los apodos y para aumentar tu galería te paso algunos de acento cordobés que a mí me han causado mucha gracia, y que no tienen ningún significado nada más que apodar al sujeto en cuestión porque sí, ejemplo «Cara de gallo», «La veloz del norte». Y otros que recogí en el hospital de Río Grande, «Huevo de Pascua» negro y lleno de boludeces. «Enano de Jardín» totalmente inútil. Y así podríamos seguir por horas. De todas maneras me reí mucho con los que vos publicaste.
    Las frases de Mafalda siempre tan justas y especialmente irónicas. Tu cuento, no por conocido me resulta muy gracioso, sobre todo por la forma en que lo contás.
    Aunque todos los días lo seamos y tal vez no comulgues con la celebración, te lo digo igual: ¡Feliz día amiga! Besos, Evy

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  2. Muy divertido el tema de los apodos, Lu, siempre me sorprende el ingenio popular, y en general los apodos suelen tener su parte cómica y ésta suele ser creativa en la mayoría de los casos.

    Mafalda con su impertinente y divina lucidez. Me encanta.

    Qué bueno el relato y ese giro final, Lu, que me pilló por sorpresa, pues ya imaginaba unos matones que te acosaban y sólo eran esos inoportunos cordones con los que las despistes solíamos tropezar y enredarnos.

    Me recordó un baile en un teatro de adolescente, se me había ocurrido adornar unas simples zapatillas con cintas de colores de seda... que se cruzaban vistosas pantorilla arriba. Oh, qué mala idea.

    Empezaron a escurrirse y nos pisamos unas a otras y el baile de primavera acabó siendo un desastre. Para arreglarlo, salí haciendo muecas exageradas y recogiendo las cintas pisoteadas... El público se moríaa de la risa y la monjita me esperaba con una lista interminble de castigos por cumplir...

    Mejor el velcro, donde va a parar.

    Un abrazo grande.

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  3. Evy! hola, gracias por el saludo del día de la amiga. Como te dije antes, no soy partidaria de "los días de" pero siempre se agradecen los saludos y la buena onda.
    ¡Muy buenos los apodos que cuentas! jaja Lo dicho, los hospitales son un verdadero caldero para estas lides.
    Beso

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  4. Tesa, gracias por pasar y comentar a pesar de que debes andar con los preparativos finales del viaje.
    Qué genial la frase de Saramago!(De la entrada anterior)
    Gracias, ya mismo la apunto.

    Buena anécdota la que cuentas..¡Te imagino tratando de salvar la situación y me río!
    Un abrazo y ¡felices días en Galicia!

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