viernes, 26 de enero de 2024

Realidades

 Tampoco me importa el mío
En esta ocasión, seré muy breve. Sólo será una entrada reflexiva. 
Para ello, hecho mano a dos relatos de Marcela Alluz a quien acabo de descubrir y he quedado maravillada con la simpleza y acierto con que muestra diferentes realidades a las que están expuestas, en este caso, las infancias.
Infancias que luego, en base a sus experiencias devendrán en adultos y adultas con diferentes realidades .
Es importante desde siempre, y más aún en estos tiempos, reflexionar sobre la necesidad de que todas las personas tengan igualdad de oportunidades. De eso dependerá, no tengo dudas,  el camino que puedan seguir rumbo a la adultez.
RELATO I:                                  COMO VOS
La Cuello no se reía, no saltaba a la cuerda, no llevaba merienda ni siquiera se peinaba.
Mi mamá no me deja, le decíamos cuando nos pedía prestadas las fibras de brillitos. Tu casa queda muy lejos, repetíamos cuando no le dábamos la invitación para un cumpleaños.
Sabíamos todo de ella. Qué se subía las medias cuando pasaba al frente, que apretaba fuerte el lápiz, que no usaba colores, que guardaba los útiles en una bolsa de súper.
Todo sabíamos. Todo. Menos que su madre se había ido cuando tenía dos años, que su tío le subía la falda algunas tardes cuando quedaban en su casa, que tenía un padre que tomaba mucho y que la foto que guardaba en su carterita era la del hermano muerto en un asalto.
Ella levantaba un hombro, así, diciendo qué me importa cuando no la elegíamos para hacer grupo y la maestra nos obligaba a incorporarla en alguno.
La misma maestra que una vez preguntó quién sabía bailar y la Cuello brilló como una hoguera en el festival de fin de año.
La misma maestra que le regalaba crayones y le ponía Excelente a sus pruebas de lápiz apretado fuerte.
Yo era parecida a vos, le dijo un día la seño y le pasó la mano por el pelo.
Yo era parecida a vos, le dijo y le abrió los sueños para creer que ella también, ella también un día podía ser como la seño.

RELATO II:                                                  La Ramos
“En mi grado había una niña, la Ramos, a la que le decían piojosa. Nadie quería juntarse con ella. Era pésima como alumna. Llevaba el guardapolvo desprendido y nunca tenía merienda. Andaba sola, y las maestras no la querían. Ramos, le decían, fuerte, con rabia, cuando ella mordisqueaba el lápiz y se quedaba… la mirada fija en el pizarrón sin escribir. Ramos, al frente. Y ella pasaba y se quedaba enrollando su corbata entre los dedos. La maestra sabía que ella no había estudiado. Lo sabía, pero igual la enfrentaba al desconsuelo de hacer público su dolor.
Yo le miraba las manos, pequeñas, oscuras, flaquitas, de uñas sucias. Yo la miraba y desde los diez años, aprendí a odiar a todos los maestros que se ensañaban con las Ramos. Que a propósito y diciendo que era una oportunidad de levantar las notas, sometían a la angustia insoslayable, a la que sólo la conocen los niños, a aquella niña que tal vez sólo hubiera necesitado una seño que le suene los mocos y le pase la mano por el pelo, y le prenda los botones del guardapolvo.
Quien sabe, quien sabe si al abrochar esos botones le abotonaban también algún ojal del alma por donde se le deshilachaba la infancia.”

Gracias por pasar. Hasta el viernes que viene, o hasta cuando gusten volver.
 Lu
Esa Musiquita en el recuerdo
                                            Acá no zafás:
(por eso me hice “bloggera”, para publicarme...entrega Nº507 de la suelta de mis letritas)
NOTA: Este es un relato que he escrito allá por el 2011 poco más o menos. Y que me parece ésta una buena oportunidad para volver a publicarlo pues es 100% acorde a lo que planteo en la intro.
Quiero decir que es una historia real que, obvio, la conté lo más "literariamente" que pude pero sucedió tal cual lo cuento. 

Realidades

Ocho o nueve años teníamos y poca televisión. No existían en nuestras vidas ni computadoras, ni teléfonos celulares, ni toda la tecnología actual.
Jugábamos con las sombras que reflejaban las luces de los autos en las nochecitas correntinas, con los caminos de hormigas., a la rayuela, el Antón pirulero, y Martín pescador. Las estatuas y escondidas dentro de los favoritos. 
Saltear baldosas rotas, caminar por tal o cual sector de la vereda, contarnos historias de apariciones, novios besándose y cementerios, eran también otros de nuestros pasatiempos. Cuando veíamos mujeres con panzas de bebés, discutíamos sobre la existencia, o no, de la cigüeña. 
Las más osadas, arriesgaban su opinión sobre como aparecían los bebés en esas panzas diciendo que eso pasaba cuando los papás y las mamás "lo hacían"...
Entonces, algunas, nos quedábamos mirando con caras de sabiondas, pero la verdad es que no entendíamos que era eso que "hacían".
Lo misterioso estaba a la vuelta de la esquina, lo cotidiano se nos hacía dulce, rodilla ensangrentada, tirón de orejas, riñas, abrazos y viceversa. Los cuentos nos transportaban y nuestra imaginación tenía como único límite el grito de nuestras madres diciéndonos que ya era hora de dormir, o de estudiar, o lo que ordenaran sin titubeos y a viva voz.
En lo personal, iba a un colegio religioso....como correspondía a las "niñas bien"
Colegio al que además de las “Carmencitas”, o “Elenitas”, concurrían las Carmen o Elena, o Ramona, a secas. 
A las de este último grupo, yo no podía invitar a tomar la leche y como toda respuesta ante mis interrogantes, mi madre solo decía, "mejor otro día", así que yo, mientras seguía esperando, empecé a sospechar que algo no andaba bien. Algo no me gustaba de esas evasivas.
Esas chicas vivían en el campo, decía también mi madre, y agregaba que por eso vivían con las monjitas que eran tan generosas y caritativas. Les daban albergue y comida, qué mas.
Un día, ante la pregunta de la hermana Elizabeth, que mostrándonos una regla de madera intentaba saber de quién era, "la" Carmen le decía, mirando el piso, -Es de mi- y la monja, como única respuesta contestaba -Es mía. Entonces la Carmen insistía, un poco asustada creo yo, - Es de mí - y la monja de nuevo, - que no; que es mía.
A esa altura de los acontecimientos, la Carmen no se aguantó y se puso a llorar desesperada y yo, que siempre me ponía del lado de las perdedoras y los perdedores, salí corriendo le arrebaté la regla a la hermana, y abrazando a mi compañera se la di, susurrándole al oído: "solamente decile a la “polleruda”: es mía". Carmen, por primera vez, levantó la vista, pero no la voz, y dijo, secándose las lagrimas: "Es mía".
A partir de allí, fuimos amigas inseparables, a partir de allí las monjas empezaron a llamar a mi madre con frecuencia y luego mi madre me “sermoneaba” intentando persuadirme para que dejara de juntarme con Carmen y volviera a jugar con Elenita, Carmencita y no sé cuantas itas más.
A partir de allí, supe que Carmen no podía ir a mi casa porque tenía que limpiar su cuarto, los largos corredores, la capilla, lavar su ropa o lo que la "Madre Superiora" ordenara
Pude ver claramente, a pesar de mis pocos años, que no existía tal generosidad. A mi amiga le costaba muy caro el hecho de vivir en ese internado, tanto que no le quedaba tiempo para jugar por las tardecitas a las estatuas o las escondidas...
A partir de allí comencé a vislumbrar la existencia de realidades distintas a las mías y entonces, creo, comencé a crecer...

23 comentarios:

  1. Hoy nos traes viajes a la infancia llenos de ternura y añoranza. Me ha gustado disfrutarlos.Que tengas muy buen fin de semana.
    Besos.

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    1. Gracias Noe!
      Lo lamentable es que -contra la creencia de tantos y tantas- no todas la infancias son felices.
      Qué estés disfrutando del domingo!
      Beso

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  2. Cuantas cosas han cambiado desde esos años que nos reflejas en tu texto.
    Has hecho bien en traerlos otra vez para poder disfrutar de ellos.
    La infancia de muchos niños está marcada por la desgracia de las familias, las cual dejan una huella imborrable.
    Hay que pensar que algunas al igual que encontraron personas desteta bles, otros encontraron alguien les supo abrir la puerta de la esperanza y de los sueños.
    Un besazo Lu, te deseo un gran fin de semana, hasta otra o quién sabe... ajajá. muakkk

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    1. Si, cambiaron costumbres, hábitos, irrumpió la tecnología, la ciencia ha avanzado y mucho etc.
      Pero...¡no cambió la desigualdad y la estigmatización!
      Insisto...nada mejorará a la humanidad en tanto no se logre igualdad de oportunidades para todos y todas.
      Beso, ¡buen comienzo de semana amiga!

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  3. Dos preciosos relatos, dulce Lu. Gracias, me has hecho recordar cuan crueles pudimos ser de niños aún y con la pureza e inocencia que teníamos entonces, pero si ya éramos capaces de hace eso en aquella edad, que no será ahora. Bueno, este punto de vista parece poco realista y, sí, algo pesimista, pero me parece que los niños de hoy nada tienen que ver con los de mis tiempos y es entonces cuando empiezo a preocuparme por el futuro que le espera al mundo.

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  4. A mercedes Sosa, cuanto más la oigo más me gusta. Una magnífica canción que tampoco conocía. Gracias, dulce Lu.

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  5. Tu "Realidades" es entrañable, dulce LU. Escrito con el alma y se te nota, eres de Carmen, de todas las Cármenes que nadie apoya por ser nacida en "baja cama". Yo tampoco fui de Juanititos, ni de Vicentitos, comparto tus "realidades" como algo propio en una época (en España), que no era fácil llevarle la contraria al Profesor (ni a cualquier poder).
    Un abrazo muy fuerte.

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    1. Hola Enrique. Los niños y las niñas, en mi apreciación, siguen siendo candorosos, espontáneos y sinceros. No se nace "siendo malo o siendo bueno" La transformación para uno u otro lado, va sucediendo a medida de la crianza, de las posibilidades de cada quien, de los modelos adultos.
      Y, eso me parece a mi, los modelos adultos -en general- cada vez dejan más que desear.

      ¡Grande la Negra! y sí, esa canción es preciosa, mucha ternura en ella.

      Cierto amigo, sigo siendo de "las Carmen", "las Ramonas", o "las Elenas"
      Lo cual no significa que pueda relacionarme amigablemente también con "las Elenitas", por ejemplo.
      Abrazo va
      ¡Buen comienzo de semana!

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  6. Lu, te cuento que conocí muchas historias como las que nos comentas, he trabajado en la docencia por más de 39 años, allá en los confines de La Matanza. Época (1960) en que, si perdíamos el colectivo de las 7 llegábamos tarde a nuestro trabajo en el Km 32 de la Ruta N°3, Sí claro! esa que llega hasta Ushuaia.
    Para dar clase en invierno salíamos al patio, allí nos abrigaba el sol en las frías mañanas. El aula era un tranvía sin vidrios y algunos niños venían de dormír sobre chapas con un trapo como colchón.
    Han pasado casi 60 años y allá todo sigue igual.
    Perdón Lu, sé que no te importa mi pasado pero, es bueno que lo conozcas para que veas que hoy poco cambió.
    Besos

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    1. Hola Norma. He trabajado también muchos años, hasta jubilarme, en la docencia. Jardín de infantes en mi caso, y he conocido diferentes realidades.
      He trabajado en salas a las cuales asistían niños y niñas de diferentes estratos sociales, pero siempre intenté "limar" esas diferencias dentro de cada aula en la que me ha tocado trabajar.

      Creo, ya lo he dicho, que sin igualdad de oportunidades no hay posibilidad de cambio. Con el agravante de que la humanidad es cada vez mas "yoista" y menos empática.
      Beso. ¡feliz domingo!

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  7. ¡Ayyyy, Lu! Cuánto sufrimiento tienen que soportar muchos pequeños. Es tan injusto. Se me ha deshilachado el corazón con los tres relatos. Y la canción y Mercedes, lo máximo siempre.
    Besos y un abrazo muy grande.

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    1. Sí Sara. de acuerdo contigo. ¡Es tan injusto!
      A mi de los doss relatos de Allur, el de la Ramos me parte al medio.
      No es que quien fue mi compañera o "la Cuello" no hayan tendio también una infancia poco feliz pero -al menos y no es poca cosa- han tenido contención afectiva.
      También admiro y extraño a "La Negra". ¡Por siemrpe Mercedes!
      Fuerte abrazo ¡feliz domingo!

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  8. Uy uno siempre debe abrir los ojos y el corazón. Me gusto el primer relato y el ultimo. Adoro a Mercedes Sosa. Te mando un beso.

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    1. Hoal Citu. El relato de "la Ramos" es tan triste porque esa pobre niaña no tuvo ni siquiera cons sus maestras contención afectiva.
      Y, lo más lamentable, es que en la realidad sucede. No todo es color de roas con las docentees, y te lo digo desde mi experiencia pues es el único trabajo que tuve y amé hasta jubilarme.
      ¡Y he visto de todo! Desde las docentes "Intachables", excelentes a otras que sólo estaban allí porque era una carrera corta y una salida laboral con cero empatía a los niños y niñas humildes y "oscuritos"

      Beso ¡feliz domingo!

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  9. Blues Hendrix
    ¡Hola Lu!
    ¡Pasaba a desearte un feliz domingo!
    ¡Un abrazo! Blues Hendrix 😊

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  10. Querida LU; Te leo y pienso cuánto conversaríamos juntas a partir de estos relatos!
    He suspirado!
    He viajado a mis años escolares. También tuve "Carmen", "Cuello".
    Es la bendición de concurrir a nuestra Escuela Pública. Aunque en el presente la realidad ha cambiado un poco, aún se conserva la integración entre bancos y patios de recreos.
    Brillante y emotiva entrada nos has compartido. Sentida, real. Otra cara que no todos ven.
    En los niños está el futuro. Una edad de oro que debería estar absolutamente preservada de toda adversidad. Lamentablemente, con excepciones, hoy vemos que los niños han pasado al mundo adulto.
    Gracias LU por esto que nos dejas.
    Un gran abrazo.
    Muy buena semana amiga!

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    1. Hola Grace
      Creo que la niñez es más breve. Pero la primera infancia sigue tan candorosa como siempre.
      Lo que intento es que se pueda reflexionar sobre la incidencia que ejerce la desigualdad de oportunidades en la vida adulta
      Lamentablemente una gran parte del mundo adulto sostiene que el que no estudia, y no obtiene un título es porque no quiere, sostiene que el que vive de la caridad es por elección ...
      Va mí abrazo 🤗 Feliz martes!

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    2. Comprendo perfecto Lu. Justo habíamos estado hablando de ese tema social con mi hija. Es un aspecto de la realidad social compleja donde no caben los reduccionismos que es donde cae la generalidad de las personas. Hoy hay "haraganez" de pensar. Era líquida que le llaman! (Lipivestky).
      Besosss.

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  11. La Realidad es el lugar donde uno se pone, escribí una vez, Lú amiga… y porque tenés razón en tu planteo cada vez más creo que ponerse en un lugar significa una elección de acuerdo con los valores que te componen y un compromiso con los demás, con el otro, el prójimo, tu congénere (incluyo en esto a todos los seres vivientes y por supuesto al medio-ambiente) que tal vez en el reparto quedó afuera o no tiene las mismas posibilidades y lo que es peor a veces hasta no sabe de sus derechos o ni idea tiene…
    Abrazo hasta allá a full en medio de esta cada vez más inestable realidad..

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  12. Hola Carlos.
    A mí me parece que la palabra clave es POSIBILIDAD.
    No todos y todas tienen la misma. NO HAY IGUALDAD DE OPORTUNIDADES.
    Actualmente se me ha perdido de vista la realidad....No sé cuál es...Parece que en el mismo plano hay dos opuestas...
    Abrazo y que tengas una gran semana ( alejado de LA REALIDAD)

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  13. En todos los colegios hay historias parecidas, dolorosas y más cuando vivís en un barrio pobre, yo he vivido cerca de las villas y las niñas se parecian a las de tus relatos.
    Muy buenos tus relatos.

    mariarosa

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    1. Lo triste Maríarosa es cuando esos niños y niñas no tienen contención afectiva.
      Y el vivir o no en una villa no debería estigmatizar a nadie.
      Te cuento que la autora de "Como vos" y "la Ramos" es licenciada y profesora en Psicopedagogía y Enseñanza Primaria. Integra el Forum Infancias, un movimiento que lucha para despatologizar infancias y adolescencias. Todo suma...quién sabe algún día deje de suceder...
      Beso va escritora de "historias intrigantes".

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