viernes, 22 de marzo de 2019

De un tiempo feliz (a pesar de todo) Final


Tampoco me importa el mío
Recuerdo, algo, un programa cómico de los 80 en que sucedían embrollos varios y entonces alguien decía ¡Qué día señor, qué día!
Me levanto y lo primero que hago es encender la compu, con todas las ideas de lo que quiero contarles bulliendo en mi cerebro y los pensamientos que necesitan transformarse en palabras.
Estoy a menos de 24 hs de que arranque el día viernes, a menos de 24 horas por tanto de que este post esté disponible para quienes tienen el hábito de pasar por aquí apenas publicado,
Y pasa el imprevisto, el factor externo que cambia tus planes y prueba tu templanza, ese hecho fortuito que nos sucede en diferentes momentos y circunstancias y que nos ayuda a medir nuestras posibilidades de remar contra la corriente, de demostrar nuestra capacidad de resolver sobre la marcha...
En este caso puntual, ¡no hay internet en Ushuaia! Ni funcionan los teléfonos. Todo muerto…imposible conectar a red alguna, ¿Y por cuánto tiempo? ¡Quién sabe!
Puede ser día completo, ya ha sucedido, o un par de horas.
Ordeno mis ideas, priorizo y voy a desayunar, regreso y sigo sin internet.
Por suerte, los años han templado mi espíritu y me han dado la capacidad de no estallar de ira.
Sé que esto no debería estar pasando, que seguramente luego dirán “Se cortó la fibra óptica” y no importa lo que paguemos por el servicio de internet nos sucede con frecuencia y, en ocasiones, hasta ha sido cortada a propósito por los canallas de la política para que no trascienda alguna noticia inconveniente a sus fines.
¿Y ahora qué hago? Pues, estoy escribiendo en Word. Obviamente no lo que quería contar pues esto que me atraviesa tiene que “salir afuera”. Y también porque necesito de datos certeros para lo cual es imprescindible conectarme a la red.
¿Y las frases?
- Bueno Lu, no es problema. Buscas en tu biblioteca y allí escoges el libro que prefieras  y las frases con las que más te identifiques,
¿Y el relato?
- ¡Menos mal que lo tengo en un archivo de Word!
Total, resuelto el asunto y sin que me salga espuma por la boca.
¡Lo bueno de crecer y adquirir paciencia!
Ahora solo resta esperar que regrese el servicio de internet antes de las 00.00 hs del día viernes para poder “copiar y pegar”.
¿Será que a todos y todas se nos “apacigua el espíritu” con el correr de los años?
Gracias por pasar por aquí. Espero opiniones, críticas y halagos también ¿Vale? Hasta el viernes próximo. Buena vida y BUENA VIBRA. 
 Lu
Versos: de Mario Benedetti
Si tu bendita soledad se funde con la mía, ya no sabré si soy en vos o vos terminás siéndome
(Hablo de tu soledad)
Bébete un tentempié pero sentada, anímate a tu sol si eres satélite
(Bébete un entempié)
Ningún padre de la iglesia ha sabido explicar por qué no existe un mandamiento once que ordene a la mujer a no codiciar al hombre de su prójima
(Once)
 Acá no zafás
(por eso  me hice “bloggera”, para publicarme... ¡así que leé la entrega Nº 312 de la suelta de mis letritas!) 
De un tiempo feliz (a pesar de todo) Final
Fernando esa vez no salió con nosotros.
Entonces, al no disponer de su “renoleta”, decidimos salir los 3 en la moto de Nano.
Ya había amanecido cuando regresamos, en esa vieja y ruidosa moto, a las empolvadas callecitas del pueblo.
Éramos un perfecto sándwich en el cual yo, por supuesto, era “el jamón del medio”. De pronto, unas cuadras antes de llegar al pueblo, Enrique dijo:
- ¡Huy nena! Qué mal, las viejas cuando te vean van a decir que sos una puta!
Y no tuvo mejor idea que taparme con un  viejo mantel que Nano siempre llevaba por si tenía que tirarse al suelo para arreglar algún desperfecto de su moto. (Al menos esa era la excusa que decía cuando alguien le preguntaba por la razón de llevar siempre consigo ese “trapo”)
Así entramos al pueblo, carcajeando y diciendo una pavada tras otra. Entre eso y la bulla que metía nuestro medio de transporte no había manera de pasar desapercibidos. Tan así que si las doñas no habían salido aún a barrer, lo hacían presurosas a nuestro paso y no faltó quien abriera la ventana porque tal vez no tuvo tiempo de peinarse o de ponerse el delantal para salir a la vereda.
 ¡Las miradas de las “barredoras de chismes”!
Y podría seguir relatando anécdotas de ese tiempo sin tiempo, sin más ocupación que divertirnos y, en mi caso, ayudar a las tías o jugar con los hijos de mis primos mayores.
Pero no puede faltar en este relato el más gracioso recuerdo que guardo de ese momento de mi vida.
Una noche habíamos ido a bailar a Memfis, en la vecina localidad de San Jorge. Era el lugar que más juventud convocaba en esos tiempos, no solo de esa ciudad sino de todos los pueblos aledaños.
¡Lo bien que lo pasábamos! De pronto Fernando desapareció detrás de una chica muy bella y simpática de la cual, según nos dijo, se había “enamorado a primera vista”
Así que allá fue el bueno de Fernando cuando la mujercita en cuestión se dirigió hacia los baños.
Fue detrás de ella con la ilusión de poder encararla cuando saliera del toilette. Entonces no tuvo mejor idea aguardarla en la entrada del mismo.
Así las cosas, Riqui y yo nos quedamos tomando una cerveza, mientras Nano andaba intentando “picotear” por allí.
No pasó mucho tiempo del momento en que Fer había salido rumbo a los baños cuando lo vimos regresar.
¡La cara que traía! Pobre, parecía que había visto una fantasma o que lo habían “pescado” los patovicas del boliche.
-Fer ¿qué pasó? ¿Hablaste con tu chica?
-No, y ya no quiero hablar con ella
-¡Pero mierda! ¡Seguro la viste con un flaco!
-No. No. Nada de eso
-¿Y entonces?
-Entonces nada, nos dijo y no quiso hablar más del asunto.
-Dale Fer! Contanos, algo pasó porque te cambió la jeta.
-Claro que pasó. A mí no. A ella.
-¿¿¿¿ ¿???
-Entró al baño, yo me asomé apenas y justo en ese momento…
-¿En ese momento queeeeeé?
-¡¡¡Se rajó un tremendo pedo!!!!
Aun me río cuando recuerdo ese momento, nosotros desternillándonos de risa y el gordito Fernando totalmente decepcionado.

¡Qué juventud la nuestra! Viéndolo en retrospectiva diría que, al menos en esos pueblitos,  aún era tiempo de inocencia.

4 comentarios:

  1. Qué razón tenes, Lu. Pasamos a veces momentos y a veces horas desconectados...ayer en el supermercado, no se podía pagar con tarjeta de crédito o débito por el famoso “no hay sistema”. A mí también los años me han traído una cierta paz, o paciencia. Y busco el dato en la biblioteca, leo algo que tenía entre manos en un libro en papel o pinto algún plato a taza...sin amargarme más de lo debido por algo que es un inconveniente, no un problema serio.
    Divertidisima la historia del amor a primera vista de tu amigo Fernando...seguro que luego la vida le deparó desengaños más tristes, pero ese: comiquísimo.
    Un abrazo. paulina

    ResponderBorrar
  2. ¡Hola Lu, mi querida amiga! Perdona el no haber pasado antes por este bello espacio, no fue adrede no. No me extraña nada los problemas que nos acarrea a veces Internet, pero solo hay que tener paciencia para no desquiciarnos. Y además siempre habrá problemas más serios...
    y tampoco puedo dejar un largo comentario, pero si agradecer tu huella bonita y siempre sincera que tiene un doble valor.

    Un abrazo inmenso y mi gran estima,
    sé muy muy feliz

    ResponderBorrar
  3. Hola Lu, paso de nuevo para agradecer tu huella y de paso releer este relato de un lejano pasado que, dentro de los pocos lujos o ninguno, fuimos la mar de felices.
    Me estoy imaginando tú metida en medio de dos en una moto, que travesuras se hacían, yo lo hice detrás de uno, entonces éramos una juventud sana, no había los peligros de hoy día, que nadie va seguro ni por la calle llena de gente.
    Un abrazo inmenso, Lu.

    ResponderBorrar
  4. Ay, Lu, qué recuerdos de juventud más deliciosos con las comadres chismosas y las risas a toda hora y ese desencanto del enamorado cuando comprobó que la adorada no era divina sino maortal...

    En cuanto a tu primera parte del post, Lu, tengo que reconocer que soy una caso raro, muy zen, no me alteran los imprevistos, tengo mucho poder de adaptación y mucho humor y siempre encuentro como sacarle partido. Xavi no, se pone como una moto sin frenos.

    Pero entiendo la fascinación que ejerce Internet.

    He ejercido algún tiempo de documentalista y eso de buscar en las Bibliotecas, pedir permiso en las Universidades para fotocopiar tratados, buscar fotos en agencias...era trabajoso y requería mucha dedicación, tiempo y desplazamientos, ahora se hace desde casa y a base de clics...

    Todavía me maravilla, pero sigo adorando el leer en papel, y si algún tema me interesa de verdad acabo comprando el libro.

    Un abrazo,

    ResponderBorrar